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J. GÓMEZ PEÑA
EPERNAY.
Martes, 9 de julio 2019, 00:12
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En Epernay, meta de la tercera etapa, los tesoros están ocultos en más de cien kilómetros de galerías subterráneas. Silencio. Allí duermen 200 millones de botellas del mejor champán francés. Pero para disfrutar de las burbujas hay que salir al exterior y ver cómo por la avenida donde están las sedes de las grandes marcas -Moet Chandon, Perrier-Jouet- sube feliz, inquieto, desbordante, Julian Alaphilippe, con su porte de espadachín sin miedo.
Ha descorchado sus piernas de dinamita a 18 kilómetros del final, en el muro de Mutigny, donde nadie se atrevía, y llega a Epernay desencadenado. Feliz. Pura emoción. «Julian es muy cabezota. Quería esta etapa. Sabía que tenía que atacar ahí, donde más tocaba sufrir», cuenta su compañero Enric Mas, que ya es octavo en la general. Alaphilippe hizo trizas la carrera y se bebió las dos mejores copas de la velada: en una se tragó la etapa y con la otra se vistió de amarillo. Amarillo champán. El color de su sueño. Francia y el Tour brindan por él.
La carrera se dislocó en la cota de Mutigny, apenas 900 metros pero al 12 por ciento de desnivel. Vertical. El equipo Deceuninck (Alaphilippe) y Omar Fraile (Astana) se volvieron como locos. Pedalearon a muerte. Y, cuando todos tenían la cuerda al cuello, solo uno tuvo aire para respirar. Alaphilippe. Era su plan. Todos le esperaban más tarde, en el repecho final, ya en Epernay.
Pero el francés sabía que la cuesta del champán no era suficiente para ahogar a Sagan, Van Avermaet, Stuyven y Matthews. Así que puso a sus dos últimos gregarios a tirar en Mutigny, como si allí estuviera la meta. «No esperaba que Alaphilippe atacara tan lejos», confesó Valverde. Nadie lo pensaba, salvo el francés rebelde, ganador este año de la Milán-San Remo, la Strade Bianche y la Flecha Valona. Coleccionista de botellas de podio.
Sus dos gregarios fueron como las dos hojas de una tijera. Chas, chas. Cortaron el aliento de todos. Alaphilippe salió a flote en pleno remolino de jadeos. Coronó la cota, se colocó en ángulo agudo para bajar y, lengua afuera, comenzó a desplegar su cabriolas.
Le persiguieron un rato Woods, Schachmann, Lutsenko y Mikel Landa. Ni ellos ni nadie volvió a ver a Alaphilippe. Batalla hubo por detrás, a 26 segundos de distancia. Matthews, Stuyven, Van Avermaet y Sagan se pelearon por la segunda plaza. Con ellos llegaron dos candidatos al podio, Bernal y Pinot. Cinco segundos después, apareció el resto, Thomas, Kruijswijk, Landa, Quintana, Bardet, Urán, Fuglsang, Yates, Nibali, Mas...
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