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Los productos dopantes y jeringuillas incautados en los registros en tres viviendas en Asturias. C. N. P.

La red de dopaje se abastecía en el extranjero y en una farmacia de Siero

También conseguía fármacos mediante el intercambio entre los propios ciclistas | La Policía Nacional detuvo por tráfico ilegal a once personas, entre ellos seis deportistas, en Asturias y Madrid

E. ALONSO

GIJÓN.

Jueves, 26 de septiembre 2019, 00:26

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Primeras horas de la mañana del pasado miércoles. Agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) del Cuerpo Nacional de Policía, acompañados por dos miembros de la Comunidad de Policías de América, Ameripol, aguardan a la puerta de uno de los tres pisos objeto de vigilancia en Lugones y Candás. El primero de ellos porta un ariete para reventarla. Un golpe seco y la entrada queda expedita. Sus moradores, tres ciclistas del equipo Kuota-Construcciones Paulino, despiertan sobresaltados ante los gritos de 'Policía, Policía' y 'Al suelo'. El registro en las viviendas se salda con la incautación de jeringuillas, agujas y medicamentos ilegales. Entre ellos, hormona del crecimiento, insulina, testosterona y vitaminas inyectables.

Las imágenes, difundidas ayer por la Dirección General de la Policía, resultan contundentes. Pulsado el botón de arranque del último tramo de una operación iniciada meses atrás por una información procedente de Ameripol sobre la posible existencia de un grupo organizado formado por personas y deportistas vinculados al mundo del ciclismo, principalmente ubicados en el Principado, el resultado se salda con once detenciones entre Asturias y Madrid.

Entre los detenidos, Monchi Álvarez (máximo responsable deportivo del Kuota-Construcciones Paulino), Isaac Ovies (otro responsable de la escuadra y funcionario de Deportes del Ayuntamiento de Oviedo, seis ciclistas del equipo, Coque Montero (exvicepresidente de la Federación Española de Ciclismo y expresidente de la territorial asturiana) y una undécima persona.

Que el dopaje fuera un mal endémico en el ciclismo de los años 90 se sabe desde hace tiempo, pero que alcanzara ahora también a esta disciplina deportiva en su categoría ameteur no era tan notorio. La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 4 de Siero decretó el viernes el levantamiento del secreto de las diligencias previas. Atrás quedaban semanas de investigaciones, seguimientos, teléfonos pinchados y escaneo de paquetes postales.

Ayer fue la Dirección General de la Policía la que aportó algunos detalles de la operación y también sus conclusiones. Las investigaciones destaparon una red de distribución de sustancias dopantes destinados a mejorar el rendimiento deportivo que se alimentaba por tres vías: el intercambio entre los propios deportistas, a través de una farmacia proveedora ubicada también en Lugones (gestionada por la familia de Coque Montero) y, a nivel internacional, en países de procedencia de los investigados, como Colombia, Venezuela, Chile y Bielorusia.

Información de Ameripol

En el nota facilitada a primera hora de ayer no hay revelaciones morbosas ni nombres propios, pero sí detalles. Los agentes de la Policía Nacional no solo corroboraron la información facilitada por Ameripol sobre la existencia de un grupo organizado ubicado en el Principado de Asturias especializado en adquisición, almacenaje y distribución de medicamentos ilegales, entre ellos dopantes. Dieron un paso más. Y comprobaron, además de la implicación de los ciclistas, la existencia de un complejo aparato logístico que se lucraba, a su juicio, no solo por la actividad deportiva, sino del suministro de productos ilegales e, incluso, la preparación de carreras acordes a las capacidades de esos deportistas.

El dopaje ha conducido en muchas ocasiones al ciclismo al descrédito, al borde del precipicio. De hecho, el máximo responsable del equipo Kuota-Construcciones Paulino, Monchi Álvarez, anunció ayer el cese de la actividad del mismo en la máxima categoría «aún cuando sigo reafirmando de forma tajante que en ningún momento ni yo ni el club hemos faltado a nuestro decidido compromiso con la defensa de un deporte sin dopaje».

Bolsa en un contenedor

La primera tachuela para el negocio de tráfico de sustancias dopantes fue una bolsa que los agentes incautaron por casualidad. Varios de los investigados la arrojaron a un contenedor. La sorpresa llegó al mirar en su interior: diferentes ampollas de productos ilegales, jeringuillas, agujas y cajas vacías de productos utilizados para mejorar el rendimiento deportivo. De poco les había servido utilizar, para impedir ser descubiertos, un lenguaje en clave, con palabras claves como 'vainas', 'gas' y 'eso' para sustituir a 'dosis', 'productos dopantes' e 'inyectables'.

La investigación dio un paso adelante y comprobó que la red se abastecía mediante dos vías: una nacional, en la que los ciclistas se intercambiaban los productos o se abastecían en una farmacia vinculada a Coque Montero, y otra internacional, mediantes los países de procedencia de los propios investigados.

Los segumientos permitieron comprobar, además, que algunos de esos medicamentos eran remitidos desde Asturias a Madrid, donde una persona se encargaba de recibirlos y distribuirlos. Pero, en ocasiones, era uno de los ciclistas implicados el que realizaba las entregas en mano a otros deportistas en su propio domicilio. La red, incluso, utilizó los pisos destinados a vivienda de los ciclistas como lugares de suministro y distribución.

Acreditado el tráfico ilegal de medicamentos tras una investigación profunda y detallada de esta red, se procedió a la detención de once personas entre Asturias y Madrid, al registro de tres domicilios y a la incautación de hormona del crecimiento, insulina, testosterona, vitaminas inyectables, varios telefónos móviles y material informático.

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