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La K4 femenina española ganadora recientemente de la Copa del Mundo en Szeged, con Sara Ouzande, Lucía Val, Estefanía Fernández y Bárbara Pardo. L. V.
Piragüismo

Sara Ouzande y Lucía Val rugen sobre la piragua

Las dos piragüistas asturianas, tras ganar la Copa del Mundo en la prueba de K4 500, se concentran en Orense para el Europeo de la República Checa

Jueves, 12 de junio 2025, 06:34

¿Sabe cuál es la sensación que más engancha del piragüismo? Cuando te montas en un barco de equipo y consigues ir tan juntas en cada movimiento que parece que la piragua levita del agua cada vez que aplicas la fuerza». Dicen los que saben de esto, y un ejemplo es Sara Ouzande, que la embarcación de K4 es algo así como un matrimonio bien avenido. Un engranaje afinado. Un reloj suizo. Tic, tac. La especialidad más técnica del piragüismo.

Sara Ouzande (Gijón, 1996) es la timonel, la experiencia, situada la primera de la embarcación. «Empezamos el ciclo con buen pie, con ilusión y ganas, esto nos anima a seguir mejorando y entrenando. ¿Seguimos haciendo historia? Tocaba rugir y rugimos las cuatro», tiene escrito la gijonesa en una de sus redes sociales desde unas horas después de colgarse el oro en la Copa del Mundo, en la prueba del K4 500, que se celebró recientemente en la ciudad húngara de Szeged. No fue el único premio. Tuvo otro: el billete directo al Mundial de Milán. «Ha sido un paso importante», afirma la deportista, que tiene entre mente y mente la próxima cita exigente: el Europeo de la República Checa.

El rostro alegre, el flequillo ondeándole al viento y ese cuerpo trabajado en el gimnasio que evoca la imagen de los grandes piragüistas. Y en esa maquinaria ajustada milimétricamente, justo a su espalda, «una niña muy tranquila, trabajadora», dice. Más concretamente, otra asturiana, otra piragüista que se encuentra en un estado ideal, que se le ve fluida y competitiva en la piragua. Cualidades, en ocasiones, que, por mucho que se entrenan, no se consiguen. «La persona que va en segunda posición suele dar un poco de chispa en la salida, trato de coger a Sara enseguida, que todo vaya rápido desde el principio», puntualiza Lucía Val (Ortigueira, 2004).

«Empezamos el ciclo con buen pie, con ilusión y ganas. ¿Seguimos haciendo historia?», afirma la gijonesa

La prometedora palista de Coaña, que defiende los intereses del Club de Piragüismo Albiones de Navia, conoce bien a su compañera Sara «desde muy pequeña». Ambas conversan con EL COMERCIO. «Fue un referente para mí en su momento y lo sigue siendo, pero ahora es mi compañera de equipo», explica la benjamina de la embarcación –aún es sub 23, tiene 21 años–, que se entrena, como el resto, en jornadas maratonianas muchas jornadas. Sobre todo cuando la temporada aparece y se impone el ritmo de competición, como es ahora el momento, con el Europeo a unos días vista y concentradas todas ellas en Orense, en el Balneario de Alias, con un programa bien sencillo: entrenar, comer bien para recuperar el cuerpo y descansar.

«A las ocho de la mañana salimos a hacer un entrenamiento de una hora, después descansamos un poquito, a las 11.45 horas bajamos a hacer otro entrenamiento, que es una hora en el agua, luego nos duchamos y comemos, descansamos otro poco, a las 16 horas estamos de nuevo en el agua para una sesión de una hora y luego podemos tener gimnasio o aeróbico antes de parar sobre la 19 horas», detalla la deportista del Club Los Delfines de Ceuta.

A Sara y Lucía le han colgado, cada una en su momento, la etiqueta de gran promesa desde el primer día. Y ellas han intentado resistirse a ella con una madurez y un sentido común impropias de sus edades. «Menuda semana de competición, aún sigo sin palabras, pero con el recuerdo en el cuerpo de lo vivido en el K-4 500», explica Sara. «Toda la vida soñando con tener una medalla de oro entre mis manos, parecía imposible y lo logramos. Un año diferente, proyectos nuevos, nuevas incertidumbres y de repente… campeonas de la Copa del Mundo», hace hincapié.

Las asturianas Sara Ouzande y Lucía Val, en Orense, esta semana. L. V.
Imagen - Las asturianas Sara Ouzande y Lucía Val, en Orense, esta semana.

¿La meta final?

Después de arrasar con los establecido, con sendos palmarés inigualables, las dos piragüistas del Principado han decidido seguir conquistando más retos. «¿Los Juegos de Los Ángeles? Al final de eso se trata, aunque es verdad que queda mucho camino todavía. Son muchos años y también hay gente joven que viene pisando fuerte», apunta Lucía, que ha ganado en madurez deportiva con los años.

Los piragüistas, ellos y también ellas, aunque formen una embarcación de equipo, suelen entrenarse cada uno en su piragua primero. Los ajustes llegarán más tarde en la embarcación de cuatro, cuando, como ahora, la cita está a la vuelta de la esquina. «Somos un grupo tranquilo, con muchas ganas de trabajar», hace hincapié Sara. Lo cierto es que Asturias parece un buen lugar para que eclosionen campeonas y también para alumbrar más piragüistas de élite.

Sara, cuando no se encuentra concentrada, como es ahora el caso, se sube al coche con el que se traslada al embalse de Trasona. Se baja, entra en el almacén, carga la piragua a la espalda y desciende por los escalones que conducen al agua. Lucía, en cambio, llega en moto al embalse de Arbón o a la ría de Navia, a donde su padre la llevó de niña, a los siete años, a un curso de piragüismo –primero fue un hobby, después un pasatiempo de verano, pero terminó por calar a la deportista a partir de septiembre– , pese a sus coqueteos con el fútbol y el baloncesto.

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