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J. A. G.
GIJÓN.
Domingo, 10 de septiembre 2017, 03:00
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Un entrenador, en una conversación reciente, torcía el gesto cuando se le preguntaba por la renovación de Carmona. "No veo que necesidad hay", señalaba. Lo cierto es que el futbolista balear se ha convertido en uno de los jugadores más queridos por la grada rojiblanca. Motivos no faltan. Después de lidiar con críticas y el ostracismo al que le sometió Abelardo al comienzo de la pasada campaña, todavía en Primera División, el mallorquín destacó en medio de la mediocridad que exhibió el plantel a lo largo de una campaña que terminó en descenso. Sus goles fueron un alivio entre tanto disgusto.
En el presente curso, con la continuidad en el bolso, Carmona es uno de los futbolistas que recibió galones por parte de Herrera. Su irrupción esta temporada ha sido inmejorable. En el primer partido, ante el Lugo, abrió el marcador y anotó el primer tanto de la competición para el Sporting. Ayer, fue el encargado de abrir el resultado en un derbi que, como es habitual históricamente, tuvo de todo menos fútbol.
Con el actual planteamiento táctico, Carmona goza de libertad para sacar la escuadra y el cartabón hacer diagonales como si fueran las hipotenusas de un triángulo. Esa formar de irrumpir en el área, como un elemento sorpresa, lo hace indescifrable para la defensa rival, pendiente más de vigilar a los arietes que a los jugadores que rompen desde segunda línea.
En una falta, señalada a treinta metros de la portería, el balear sacó lustre a la bota derecha para buscar la sorpresa con Juan Carlos. El meta oviedista, desatinado en el agarre, despejo el balón pero no el peligro. El Sporting se apoderó del balón y Rubén puso un centro medido que Carmona convirtió en gol viniendo desde atrás, sorprendiendo a los centrales del Oviedo.
La continuación de la historia es un retrato de la felicidad que invadió a la hinchada rojiblanca. Carmona junto sus manos dibujando un corazón y recorrió la portería visitante junto al Fondo Sur, obstaculizado por sus compañeros que lo perseguían para celebrar el tanto inicial.
El balear fue uno de los que se dejó notar en la primera parte. Ofreció salida de balón por el costado y retuvo el balón en los momentos en los que se hizo más evidente la presión rival. En la segunda parte, Carmona bajó al igual que el resto del equipo, timorato ante el leve empuje que imprimió el Oviedo de partido.
Borrón y cuenta nueva para un Sporting en construcción, que vislumbra en el horizonte el duelo ante el Numancia del próximo sábado como una oportunidad de redención y seguir creciendo al igual que lo está haciendo Carlos Carmona.
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