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SANTY MENOR
Sábado, 4 de abril 2020, 00:07
María Echezarreta 'Cheza' se considera «afortunada» dentro de todo lo que está suponiendo la crisis del coronavirus. El cierre de las fronteras de Estados Unidos, donde se encontraba estudiando y jugando al fútbol, le pilló «en casa, donde estaba pasando cinco días de vacaciones por Pascua», y al residir en una casa en Pillarno tiene disponible un césped con una portería y material deportivo para «tener una rutina de entrenamiento diaria. Dentro de lo que cabe se puede decir que tengo suerte».
Donde en su día completaba los entrenamientos con su primer club, el Femiastur, a las órdenes de Pablo Villar, es de nuevo su centro principal de trabajo, pues la castrillonense tiene claro que «el fútbol es lo primero. A partir de ahí organizo el resto de mi vida, donde los estudios también ocupan un espacio muy importante». En ese sentido, Cheza había comenzado en diciembre la universidad, decantándose por un doble grado en Sport Management y Sport Science en la North Carolina State University.
Completado el bachiller en un colegio de Massachusetts, la guardameta internacional con las categorías inferiores de la selección española cambió «el frío por el calor» desplazándose a Carolina del Norte, «a trece horas en avión más o menos de Massachusetts». Su vida había cambiado mucho, aunque la adaptación estaba siendo buena. «Al fin y al cabo estoy haciendo lo que siempre soñé. Entrenaba de 9 a 12 de la mañana bien sea en el gimnasio, el fisio o en el campo y por las tardes daba clase, a veces de forma presencial y otras 'online' porque en Estados Unidos están un paso por delante y a los deportistas nos dan muchas facilidades», admite la castrillonense.
De ese modo, su rutina diaria en confinamiento no dista tanto de lo que hacía en tierras americanas. «Organizo el día a partir del entrenamiento que hago por las mañanas y por las tardes tengo clases 'online' de 19.30 a 21 horas, más o menos». Su cambio del colegio a la universidad también propició su fichaje por un nuevo equipo, en este caso el de la North Carolina State University, comenzando un nuevo modelo de competición.
«El deporte universitario es impresionante. Te preparas desde enero o febrero para competir de septiembre a diciembre. Primero está una Liga que es la AFC, que digamos te enfrentas a universidades de tu conferencia, y si estás entre los mejores te clasificas para la NCAA donde peleas por ser el campeón de todo Estados Unidos. Esa categoría es la cantera de la selección norteamericana y ahí te mides a jugadoras de mucho nivel. Mi universidad lleva años haciendo semifinales de la AFC y finalizando la NCAA en sexta o séptima posición. Comencé la pretemporada con mucha ilusión».
Sin embargo, el estallido de la crisis del coronavirus ha dejado todo en el aire. «El futuro es una incógnita. Tanto el de los países, como el de las competiciones deportivas como el mío propio. No sé si voy a volver a Estados Unidos», desvela, aunque no está dejando de lado la carrera universitaria por si las moscas. «Me siguen llegando ofertas de España para cuando todo esto se solucione y, como digo, aunque seguiré estudiando, quiero continuar compitiendo a buen nivel y no descarto que sea en España si la opción es atractiva».
A nivel internacional, Cheza estuvo convocada el pasado verano para la fase final del Campeonato de Europa sub19, aunque tuvo que dejar la concentración por lesión. La castrillonense, que ya sabe lo que es proclamarse campeona de Europa y además siendo titular con dicho combinado, no ha vuelto a ser citada desde entonces, aunque no pierde la fe. «La constancia es fundamental y yo sigo entrenando a tope todos los días para volver a ganarme la oportunidad».
A sus 18 años, sigue siendo seleccionable para la sub19 y no considera un hándicap insalvable el estar compitiendo en Estados Unidos para ser internacional. «Lógicamente es más difícil hacerme un seguimiento si estoy jugando fuera de España, pero, como se suele decir, si se quiere se puede».
Por lo pronto, Cheza ha sido titular en todos los equipos cuya camiseta ha defendido durante su estancia en Massachusetts y se encontraba peleando por tal condición a nivel universitario. Ahora se entrena en solitario y no baja la guardia con el objetivo de cumplir sus sueños, que no son otros que continuar con su formación académica y convertirse en profesional del fútbol, dentro de un balompié femenino que cada vez está teniendo más repercusión y ayudas a todos los niveles, mucho más que cuando se puso por primera vez los guantes en las filas del Femiastur.
Después pasó por el Real Oviedo, donde jugó en Segunda División y peleó por el ascenso a Primera, y llegó su mayor logro internacional, el citado Campeonato de Europa. Ahora, en confinamiento, cumple los designios del Gobierno esperando una pronta vuelta a la normalidad.
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