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Amador Gómez
Madrid
Martes, 31 de octubre 2017
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En nada se parece este Atlético de Simeone al que ganó la Liga y llegó a dos finales de la Copa de Europa, cuando la solidez defensiva era una de sus señas de identidad y sacaba máximo rendimiento a sus ocasiones de gol. Ahora el equipo rojiblanco fracasa en ataque y defensa. En cuatro partidos de Champions ha marcado dos tantos, uno de ellos de penalti, al Chelsea, mientras que ha encajado tres, convirtiéndose en un equipo poco fiable que concede al contrario demasiadas oportunidades, sobre todo en el juego aéreo.
De los diez goles que se ha llevado esta temporada (otros seis en la Liga y uno en la Copa), siete han llegado de cabeza. Una barbaridad. Más que cualquier otro equipo de la Liga en todas las competiciones. Así ocurrió una vez más en el 0-1 del Qarabag, cuando en un saque de esquina Míchel se adelantó a Filipe Luis y Saúl y conectó un cabezazo que tocó Oblak pero no pudo despejar. Cuando al inicio de la segunda mitad aún no había empatado gracias al zapatazo de Thomas, el Metropolitano y el Atlético se llevaron otro sobresalto en una contra del conjunto azerbaiyano y fue Savic quien evitó el segundo del Qarabag al sacar en el área pequeña un balón que se disponía a rematar Pedro Enrique.
Esa llegada que pudo hundir aún más al Atlético llegó cinco minutos después de un error garrafal de Gameiro, cuando el portero visitante ya estaba batido y el francés lanzó fuera. Al cuarto de hora de partido Gameiro tampoco fue capaz de superar al guardameta visitante en una acción que fue más fallo del exdelantero del Sevilla que paradón de Sehic, a quien el Atlético sometió sin éxito -por su nulidad ante la portería- a un asedio constante en el tramo final.
A falta de 20 minutos Gameiro fue despedido con pitos por parte de la afición colchonera mientras estallaba en aplausos hacia Fernando Torres, el ariete que en esos momentos parecía llamado a aprovechar que la actitud ofensiva y la obligada mejoría en el juego del Atlético se tradujese en goles. El Qarabag ya jugaba con diez por la expulsión de Pedro Enrique por roja directa por su peligrosa entrada a Godín, aunque seguramente el brasileño no viese al uruguayo para ponerle los tacos y dejar a su equipo en inferioridad.
Con uno más, el Atlético dejó de sufrir atrás y se volcó sobre la portería del conjunto azerbaiyano, pero al ataque de Simeone siguió faltándole la puntería. Si el tanto encajado a balón parado y de cabeza al final del primer tiempo obligó a ir al Atlético contracorriente durante toda la segunda mitad, su ausencia de gol fue la puntilla definitiva para quedar a expensas de bastante más que un milagro en la Champions.
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