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Emil Forsberg, centrocampista de de Suecia. Reuters
Emil Forsberg, el heredero accidental de Zlatan

Emil Forsberg, el heredero accidental de Zlatan

Ha habido que esperar un año más para que los nórdicos tengan un nuevo héroe nacional

Aser Falagán

Santander

Viernes, 6 de julio 2018, 15:41

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Martes 3 de julio de 2018. Estadio de San Petersburgo. Minuto 66. Suecia y Suiza empatan sin goles. Ola Toivonen controla el balón tras una larga triangulación y cede a Emil Forsberg, que avanza hacia la frontal del área y ya dentro de la media luna arma la pierna derecha y dispara. El golpeo es certero, pero Sommer, bien colocado, no debe tener problemas para blocarlo. De pronto toca en Akanji y el portero, a contrapié, no puede evitar el tanto. Será el único del partido. El que clasifique a Suecia para los cuartos de final. Forsberg se ha convertido de pronto y sin quererlo en el heredero de Ibahimovic.

Durante años; durante casi década y media, conjugar fútbol y Suecia era evocar a Zlatan. Acaso algún nombre más. Los Ljungberg o Mellberg, encumbrados además como modelos por campañas publicitarias, pero Suecia era Zlatan y Zlatan era Suecia. Cuando Ibra se retiró de la selección al terminar la Eurocopa de 2016 se cerró un ciclo y Suecia se quedó huérfana del mayor ego que jamás conocieron los tiempos.

Pero la vida sigue y el año pasado un veterano central, Andreas Granqvist, ganaba el Balón de Oro sueco. Una noticia que no pararía rotativas europeas, pero muy significativa en un país que llevaba diez años; una década completa, entregando el premio a Zlatan, que por si acaso tenía otro más. El fin de ciclo era un hecho, pero ha habido que esperar un año más para que los nórdicos tengan un nuevo héroe nacional: Emil Forsberg. Y eso que Forsberg , o los Forsberg, siempre han estado ahí. Hijo, nieto y pareja de futbolistas, está a punto de cumplir los 27 años y debutó con la selección hace dos y medio, pero hasta esta semana era un futbolista anónimo fuera de su país y acaso de Alemania, donde juega desde 2015 tras una larga carrera en el Sandsvall y el Malmoe. Nada comparable a la estrella mediática de Zlatan.

Ahora Emil Forsberg es el nuevo líder sueco. Casi por accidente. Por un gol de fortuna. «Por supuesto que tuve suerte en el gol, tocó en el pie de otro jugador y fue a otra dirección. Pero la suerte muchas veces la mereces, si sigues intentando la suerte te da un gol, y a mí me dio uno», reconocía en la zona mixta un centrocampista que luce a la espalda el mismo 10 que antes hizo suyo el pope sueco de nombre bosniocroata. Pero aquí acaba todo el parecido. A diferencia de la iconoclasta estrella de Los Ángeles Galaxy, no es amigo de declaraciones altisonantes; ni siquiera de demasiadas declaraciones. Tampoco le gusta hablar de aquella época: «Siempre preguntáis por esto, no voy a contestar. Pasamos un tiempo estupendo con Zlatan y ahora no está aquí, no es una pregunta para mí», decía a los periodistas tras el partido de octavos de final.

De momento ha conseguido lo que Ibra no pudo: llevar a Suecia a los cuartos de final. La última vez que los suecos alcanzaron esa cota fue en Estados Unidos, cuando Tomas Brolin les lideró hasta el tercer puesto. Solo Brasil pudo con su aventura mundialista y su fútbol desenfadado.

Nacido en Sundsvall, el 23 de octubre de 1991 y aún era un juvenil cuando debutó en el equipo de su ciudad, como antes lo habían hecho su abuelo, Lennart, y su padre, Leif. Lo suyo es ya una saga e incluso su pareja, Shanga Hussain, esa que comparte fotografías de los dos en Instagram, incluso una de su boda, es internacional por Suecia. Ya firma en la red como Shanga Forsberg mientras posa con la equipación nacional... y lee la cartilla a su marido cuando juega un mal partido. O al menos así lo asegura el centrocampista en The Player's Tribune. Carácter le tiene que sobrar teniendo en cuenta que procede de una familia que tuvo que huir de Siria ante la amenaza de Isis. Tanto como para que el nuevo héroe sueco le haya dedicado su único texto en The Players Tribune, el pujante portal de los deportistas profesionales y confiese llamarla la 'sherif', aunque sin explicar cómo se lo toma ella.

Ahora Forsberg disfruta en Rusia, como previsiblemente hará a su regreso a Suecia, de un cariño más difícil de recabar en Alemania, donde vive un dulce momento deportivo, pero en el equipo más odiado de la Bundesliga: el Red Bull Leipzig, ese club patrocinado hasta en su nombre, que pasó de la quinta categoría a luchar por la Bundesliga en tiempo récord y al que se acusa de traicionar el romanticismo del fútbol por su artificial creación. Como si antes nadie hubiera matado ya aquel fútbol heroico.

Pero la historia de Forsberg es otra: la del futbolista perseverante que tardó en eclosionar, pero ahora vive su gran campeonato. Ahora le examinan la Inglaterra de Kane, Southgate y Trippier, ya considerados estrellas antes del Mundial. La nueva guardia inglesa pone a prueba la alegría sueca y a su héroe por accidente.

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