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El descenso del Sporting de Gijón en la temporada 2016/17 dejó a Asturias sin equipos de la 'tierrina' en la Primera División. Aún ocho años después, la región no ha logrado colocar de vuelta a los gijoneses ni devolver al Real Oviedo a la élite del fútbol. No obstante, el Principado ha seguido representado en Primera. Pablo González Fuertes (Gijón, 1980) se estrenó en la máxima categoría en verano de 2017, arbitrando un Espanyol-Leganés.
El trencilla nacido en Gijón sí ha 'logrado la permanencia' y encadena la que es su octava temporada ininterrumpida en el más alto escalafón del arbitraje nacional aunque sabe que este año todo hace indicar que será su último curso entre los mejores. El Comité Técnico de Árbitros (CTA) –el órgano federativo que regula el funcionamiento del estamento arbitral y que depende de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF)– fija en 45 la edad máxima que pueden ostentar los árbitros de Primera. Una norma no escrita y que anteriormente sí estaba respaldada por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), pero que desde 2015 el máximo organismo del panorama futbolístico ha eliminado.
En competiciones internacionales no ha sido raro en las últimas temporadas encontrarse con colegiados que rebasen esa barrera de edad. Sin ir más lejos, el italiano Daniele Orsato puso fin la pasada temporada a su carrera como árbitro a la edad de 48 años, tres más de los que cumplirá González Fuertes el próximo mes de junio.
La última palabra en España la tiene el CTA. El comité que preside el exárbitro Medina Cantalejo desde 2021, no obstante, ha sido algo más flexible con la 'jubilación' de algunos de los últimos trencillas. Mateu Lahoz, uno de los colegiados más mediáticos de los últimos tiempos, dejó la máxima categoría a los 46 años en 2023. Más longevo aún fue en su adiós el trencilla Carlos del Cerro Grande, a quien el CTA le brindó un año extra. En ambos casos, por sus posibilidades de ser seleccionados para el último Mundial de Fútbol, celebrado en diciembre de 2022, al que Mateu Lahoz sí fue.
González Fuertes no ha llegado a arbitrar partidos internacionales, pero eso no le ha impedido dirigir a todos los equipos españoles. El Leganés 3-3 Deportivo Alavés del pasado fin de semana ha sido su encuentro número 150 en la máxima categoría. Un número que pocos jugadores alcanzan y que hacerlo como árbitro es, si cabe, más difícil, pues el cupo de árbitros en la élite es holgadamente más amplio que el de encuentros por fecha. Así, lo normal es que los trencillas dirijan una semana sí y la siguiente no. González Fuertes se ha movido siempre entre los 19 y 21 encuentros arbitrados por temporada y este curso, con 13 choques dirigidos apunta a moverse en los mismos registros.
En sus 150 partidos en la LaLiga, el arbitro asturiano ha mostrado 760 tarjetas amarillas, expulsando a 24 jugadores por doble amonestación. También ha mostrado 13 rojas directas y señalado en 43 ocasiones el punto de penalti. Arbitrar no siempre es grato oficio. Acostumbrados a estar en el ojo del huracán cuando los equipos ven en ellos la manera de escurrir el bulto, al asturiano le ha tocado lidiar con alguna polémica. Y es que todos los equipos se quejan, pero el altavoz mediático de los gigantes del fútbol español hace que sus llantos resuenen más. Por ello, una de las últimas actuaciones señaladas de González Fuertes fue el Getafe-Barcelona, en el que los catalanes se dejaron dos puntos, y apuntaron hacia el colegiado asturiano. «Que no se pitara el penalti a Koundé es un escándalo», llegó a decir el presidente Joan Laporta. También con los catalanes, arbitró el último partido de Gerard Piqué en el Camp Nou, un Barcelona-Almería de 2022.
Economista de formación, el colegiado asturiano sabe que volver al mundo laboral no es fácil tras haberse dedicado en exclusividad al arbitraje en la última década. Es por ello que baraja diferentes escenarios una vez abandone el arbitraje a la conclusión de la presente temporada, aunque tiene claro que le gustaría permanecer ligado al fútbol y al arbitraje, su verdadera vocación.
El fútbol evoluciona, aunque quizá el arbitraje es uno de los apartados que más se han modernizado en los últimos tiempos. Cuando el trencilla gijonés debutó en Primera, el videoarbitraje aún no existía. Fue tras el Mundial de 2018 cuando las principales ligas decidieron incorporarlo, siendo la segunda temporada de González Fuertes –la 2018-19– la de su estreno en la máxima categoría.
Tras el adiós de Mejuto González, en 2010, y de Muñiz Fernández, en verano de 2014, el arbitraje asturiano había encontrado en González Fuertes su último referente. Su adiós deja casi huérfana la representación asturiana en Primera. Un puñado de jugadores y Marcelino García Toral, entrenador del Villarreal. Una sequía que pasa el testigo a los colegiados que vienen por detrás y a Sporting y Oviedo. En sus manos está que el fútbol, al menos en la élite, siga poniendo a Asturias en los mapas.
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
Josemi Benítez
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