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Las llegadas a sus respectivos aeropuertos de Javier Fernández y Jesé Rodríguez.

La cara amarga del deporte

El pobre recibimiento en Barajas a Javier Fernández, pentacampeón de Europa de patinaje artístico, contrasta con la locura que desató en el aeropuerto de Gran Canaria el fichaje de Jesé Rodríguez por Las Palmas

eneko pérez

Jueves, 2 de febrero 2017, 22:33

Javier Fernández (Madrid, 1991), flamante pentacampeón de Europa de patinaje artístico, ha vuelto a poner de relieve la absoluta falta de consideración que existe hacia los deportes minoritarios. El patinador madrileño, que es ya una leyenda al encadenar cinco cetros continentales consecutivos, vivió en sus carnes este lunes la cara más amarga del deporte. Ni rastro de aficionados ni pancartas a su llegada al aeropuerto de Barajas. Indiferencia. Llegó como un viajero más.

Después de su brillante actuación en Ostrava (República Checa), la enésima en su corta carrera profesional, cabía esperar que la comitiva fuera algo más 'gruesa'... No fue el caso. Haber ganado dos Campeonatos del Mundo tampoco ha servido para hacer de él una estrella en el circo mediático. Es una realidad irrefutable, lejos del fútbol y alguna que otra vez el baloncesto, el tenis o el motor, el resto de disciplinas deportivas vive en un continuo y doloroso ostracismo para millones de personas.

En una sociedad hipnotizada por los goles y pleitos de Messi, obnubilada por esa cadena incesante de partidos de fútbol que ahoga a diario la programación televisiva sin siquiera dejar casi tiempo para ver las repeticiones, el caso que se expone aquí no debería coger por sorpresa a nadie. Lo que sí debería causar es indignación y la apertura de un periodo de profunda reflexión.

Pero, ¿por qué a Jesé Rodríguez, un (buen) futbolista vinculado a la farándula y que dedica parte de su tiempo libre al regetón, le recibieron este lunes cientos de personas en el aeropuerto de Gran Canaria? Sí, el fútbol es un deporte que se basa en la pasión y en un sentimiento irracional de arraigo hacia personas (millonarios prematuros en algunos casos) con las que jamás se ha cruzado una sola palabra. Desde ese punto de vista, se puede entender la locura que ha generado la llegada del atacante canario al Las Palmas, un tipo que se ajusta a la perfección al rol de 'crack mediático'.

No obstante, es sangrante comprobar que a Javier Fernández, por muchas exhibiciones que regale sobre una pista de hielo, no le van a esperar nunca en un aeródromo más de 20 personas. La expectación no es la misma, claro, pero las miles de horas de entrenamiento del patinador, los golpes que se ha llevado, el tiempo que jamás va a recuperar con amigos, familia o pareja, haber puesto a España en el mapa del patinaje artístico y seguir trabajando a destajo como el primer día merece, como mínimo, un recibimiento digno de sus logros, únicos en este país. La culpa, que nadie se engañe, es de todos.

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