«Si no fuera por las apuestas no habría tanta afición en Asturias»

-En todo el tiempo que lleva viendo hípica, habrá usted visto de todo.

-Pues sí, he tenido tiempo a conocer bastante bien este deporte desde el interior y, en consecuencia, a quererle cada vez más cada día. A partir de ahí se ha consolidado una afición que comenzó con un deslumbre infantil a través de la decisión de mi padre de llevarme un día a un prado en el que de repente vi que había muchas banderas de colores y una multitud de caballos saltando. Eso ejerció en mí una fascinación que me dura hasta el día de hoy.

-¿Cuántas horas al día se pasa viendo hípica?

-Bueno, normalmente lo que me obliga el programa y eso que últimamente ya estoy empezando a resentirme de esa vejez prematura, porque hubo épocas en las que asistía incluso a las pruebas de 50 centímetros. Por ejemplo, hoy (por ayer) no he podido venir a ver la prueba de 1,10 metros y tengo que confesarlo en detrimento de mi afición.

-Usted ha seguido el curso del concurso de Gijón por la historia.

-Efectivamente. Le vi nacer, desarrollarse, ampliarse en el propio campo de Las Mestas me tocó ser testigo de las diferentes fases de aclimatación y cómo se iba encajando en el deporte de equitación del más alto nivel no solo de España si no de Europa.

-¿Ha cambiado mucho el mundo de la hípica?

-Sí, han cambiado hasta los propios caballos. La anatomía de los caballos hoy en día no es la misma que lo que fue en su tiempo. La anatomía cambió por la exigencia de que también cambiaba el propio deporte. De aquellos caballos incialmente poderosísimos, que tenían que saltar por encima de obstáculos casi firmes, compuestos por troncos que un derribo suponía casi una lesión, se ha pasado a los caballos ágiles de hoy en día. La diferencia es notabilísima y consecuentemente la hípica ha tenido también unas alteraciones, la mayoría creo que beneficiosas, para el deporte en sí, para el caballo que es el principal elemento, y para el propio jinete. Ha mejorado mucho también como espectáculo.

-¿Qué tipo de caballo es el más adecuado para una gran cita según su opinión?

-Hoy por hoy los caballos que corren por ejemplo el Gran Premio de una concurso 5 estrellas como el de Las Mestas, son todos muy apropiados para ese tipo de pruebas. Ahí ya juega más la habilidad del jinete que el caballo en sí mismo. Actualmente hay un gran nivel y luego está la disposición de los jinetes para montar, que algunos de ellos que demuestran que son verdaderos magos de la equitación.

-Del 100% de un binomio, ¿qué porcentaje corresponde a un buen caballo y a un buen jinete?

-Es que es muy difícil aplicar la matemática a ambas cosas, porque se trata de dos seres vivos y curiosamente ambos tienen cerebro. Hay que aunar ambas cosas, si las dos van bien, el resultado es óptimo.

-¿Qué le parece todo lo que se ha montado con el Gijón Horse Jumping?

-Para los aficionados, y más en este periodo, es algo de agradecer enormemente, porque no existe otra competición y es muy de agradecer a los que organizan este evento que lo hayan puesto de los aficionados, porque estábamos huérfanos totalmente de competición. En cuanto a los concursos que se están desarrollando, quizás todavía les falte algún matiz para llegar a lo que merecen. Pero estoy seguro que ese pequeño desfase estará perfectamente asimilado el próximo año.

-¿Qué significan las apuestas para la hípica gijonesa y asturiana?

-En Asturias existe una gran afición hípica, además los aficionados son muy entendidos al mundo del caballo y hay que reconocer que fue todo gracias al apoyo de las apuestas. Quizás si no hubieran habido apuestas en el principio, esa gente no se habría visto hacia un deporte que no es para grandes masas. En este deporte desde el momento que se compra un boleto de apuestas, uno se identifica con ese caballo y quiere que gane, y eso es lo que atrae y mantiene a la afición.