Borrar
Centro Deportivo El Forcón de Castrillón. OMAR ANTUÑA
Un obstáculo para la hípica

Un obstáculo para la hípica

La paralización de la actividad angustia a los centros ecuestres, incapaces de soportar la carga económica que suponen las restricciones impuestas por la Administración

FRAN GAYO

Lunes, 30 de noviembre 2020, 23:54

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Son tiempos duros para el mundo del deporte. Todas las disciplinas sufren, en mayor o menor medida, las consecuencias generadas por la pandemia. Hay una especialidad, sin embargo, que padece efectos colaterales muy particulares. Se trata de la hípica y más concretamente de los centros ecuestres, instalaciones obligadas a tener cerradas sus instalaciones con el peaje que eso supone. Por una parte los gastos, que incluso se incrementan en esta época de suspensión, y, por otra parte, los perjuicios ocasionados a los caballos.

Noel Fernández, del Centro Hípico La Frontera de Castropol, alude al daño económico que supone echar el candado a la actividad: «Mantener a los caballos supone un gasto increíble». El gasto mensual, explica, es de unos 70 euros como mínimo por caballo. En su caso multiplicado por 15. Xana Grazini, del Centro Ecuestre Domastur de Puerto de Vega, abunda en este sentido: «Somos autónomos y vivimos de lo que trabajamos día a día. No hay ingresos pero sigue habiendo gastos. Algunos fijos que tienen en todos los negocios, pero además está el hecho de mantener a los animales».

La salud de los caballos es el otro quebradero de cabeza, como apunta Ana Riestra, del Centro Deportivo El Forcón de Castrillón: «Los caballos son animales que necesitan moverse, pero ahora su ritmo de trabajo es mínimo, por lo que pueden tener problemas de cólicos. Luego a la hora de volver a la actividad, pueden sufrir lesiones. Ahora mismo han bajado mucho el ritmo y no es bueno para ellos».

OMAR ANTUÑA

No debemos olvidar que los caballos no son máquinas y también les afecta psicológicamente este parón, advierten. Noel Fernández da especial importancia a este aspecto: «Pasar de tenerlos haciendo entrenamiento y compitiendo a estar estabulados en una cuadra de tres por tres, psicológicamente les afecta muchísimo. Pueden tener problemas de conducta. Todo eso es estrés para el caballo».

Desde las escuelas hípicas lamentan las restricciones y más cuando su actividad, comparten, entraña pocos riesgos de contagio. «Sabemos cómo se comporta el virus, pero no hay un riesgo tan real como para cerrar nuestros centros. Es una actividad al aire libre», afirma Xana Grazini. La avilesina Ana Riestra apostilla: «Desde que surgió el covid no hemos tenido ni un solo positivo en nuestras instalaciones».

Por si fuera poco, los centros ecuestres del occidente sufren un daño especial relacionado con su ubicación geográfica. «Muchos de nuestros clientes, que son gallegos, no se atreven a pasar porque pueden sancionarlos con multas», se queja el responsable del Centro Hípico La Frontera. Su colega del Centro Ecuestre Domastur se lamenta de otros gastos que sacuden su maltrecha economía: «Este año apenas tuvimos competiciones, pero sí que hemos federado a nuestros caballos que es otro gasto más. Los concursos se suspendieron pero las licencias están pagadas. Ha sido un año caótico».

OMAR ANTUÑA

Pero si a los caballos les afecta física y psicológicamente esta situación, los jinetes no se quedan atrás. Tanto niños como adultos se ven impotentes ante la imposibilidad de seguir montando en estos momentos. «La verdad es que los niños y los adultos lo llevan bastante mal. Hay gente que me dice que somos su terapia. Para los niños es algo importantísimo, porque además de un deporte, están en contacto con animales, tienen que cuidarlos, respetarlos, preocuparse de atenderlos. Por su parte, los adultos vienen a desconectar del estrés diario», afirma Ana Riestra. Para que nos hagamos una idea, en El Forcón hay jinetes con edades comprendidas de 3 a 60 años.

Una forma de paliar la falta de actividad ecuestre es la formación. «Recurrimos mucho a internet normalmente, y ahora más, buscamos videos o libros para que hagan cosas con los caballos. Incidimos mucho en el comportamiento del caballo y la manera de gestionarlo. Tenemos que reinventarnos en ese sentido», apunta Noel Fernández. Para Xana Grazini las ayudas no son suficientes: «La gestora me tramitó los 1.500 euros de ayuda que hay para el deporte, y a mí al ser autónoma, me van a pagar unos 400 euros mensuales. Con esta cantidad no pago ni la comida de los caballos».Ana Riestra ve tan solo una solución para todos estos problemas: «La solución sería que nos permitieran reanudar la actividad, evidentemente con medidas de seguridad como se han tenido hasta ahora. Si no es así, llegará un momento en que la situación sea insostenible».

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios