Hiromichi Kohata, a la izquierda, durante una competición. Y, arriba, con varios de sus alumnos infantiles en uno de sus últimos torneos que actuó como entrenador. E. C.

El kárate asturiano pierde a su gran maestro

Fallece a los 76 años Hiromichi Kohata, quien desde 1970 impulso este arte marcial en Asturias, que alcanzó un gran potencial con su trabajo

J. L. CALLEJA

GIJÓN.

Sábado, 29 de mayo 2021, 01:32

El kárate asturiano está de luto tras perder a su figura más relevante: Hiromichi Kohata. El gran maestro, al que se le considera el padre de esta disciplina en el Principado, falleció a la una de la madrugada de ayer, a los 76 años de edad, tras una enfermedad neurodegenerativa que se le detectó en 2017.

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Hiromichi Kohata (9º DAN) llegó desde su natal Japón a Asturias en 1970. Impartió este arte marcial durante cinco décadas en los clubes Sukurakan, de la calle de San Rafael, próximo al colegio de la Inmaculada, donde comenzó, y posteriormente continuó en el desaparecido Takeda de Gijón, de la calle de Dindurra, y en el antiguo Takeda de Oviedo, cuando estuvo ubicado en el barrio del Naranco. También dio clases años después en el Gimnasio Lino de Oviedo y en el Gimnasio Energía de Gijón. Fue, sin lugar a dudas, el pionero de este deporte en Asturias, que a partir de entonces creció y tomó un notable impulso en la competición nacional e internacional.

En 1971 se tituló en España como entrenador nacional y luego se entregó incondicionalmente su vida a la docencia. Aquel año realizó una exhibición en El Entrego ante el entonces Príncipe de Asturias, don Juan Carlos de Borbón. En 1985 fundó la Asociación Gensey Riu España, una de las mayoritarias, y publicó posteriormente un libro de katas de este estilo, que fue toda una referencia en este deporte.

Por sus manos pasaron los grandes maestros del kárate asturiano, casos de Lino Gómez, Rodolfo Suárez, Ignacio Rodríguez, Elías Raúl y Ángel Arenas, así como los desaparecidos Ramón Fernández y Carlos Valdés, de los que salieron campeones mundiales y europeos.

Con medio cuerpo paralizado por una enfermedad que le paralizó medio cuerpo, «aún nos daba una clase magistral cuando lo sacábamos cada quince días de la residencia donde vivía», explica, apenado, uno de sus alumnos: Lino Gómez, entrenador de campeones mundiales y europeos, además de actual presidente en funciones de la territorial, quien añade en este sentido que «le debemos mucho». «Es una pena su pérdida, pero ha dejado un gran legado», destaca.

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Sus cenizas, a Tokio

Otro de sus alumnos más leales, Maxi de la Rasilla, lamenta muy triste la pérdida de «un maestro de maestros». Junto a varios alumnos, visitó con frecuencia a Kohata en la residencia Jovellanos y de vez en cuando, pese a sus dificultades de movilidad, «hacíamos un entrenamiento».

Sus restos mortales serán incinerados hoy en el Tanatorio de Cabueñes y luego serán trasladados a su casa de la calle de Moldeadores, antes de enviarlos al panteón familiar que tiene su familia en Tokio. «Esta fue su voluntad», señala De la Rasilla, quien hace hincapié en que «fue humilde hasta sus últimas horas, su ejemplo perdurará».

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