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Dicen quienes saben de esto que la respiración es el secreto que permite controlar la fuerza y lograr esa calma vestida de sangre fría. Los ... movimientos rápidos hacen sonar la tela de los kimonos. Suenan gritos. Descargas de energía. La práctica en España de disciplinas relacionadas con las artes marciales como el kárate, que es disciplina olímpica, ha dado numerosos referentes en las últimas décadas en Asturias.
Lo suyo es el triunfo de la cabezonería, pero, sobre todo, de su amor y compromiso con esta disciplina. Transmite ilusión, confianza y trabajo cuando habla con EL COMERCIO en las entrañas del Gimnasio Shotokan, en pleno centro de Gijón. De Ricardo García Mendaña se sabe que su pasión por esta disciplina marcial comenzó cuando su padre lo mandó interno a Valladolid –«había un chico que hacía kárate allí, que era cinturón verde, y ahí me empezó a hechizar este deporte»–, que estudió en Oviedo y Madrid, que es, actualmente, profesor de Educación Física –«es bueno también que vean que tenemos formación las personas que nos dedicamos a esto, ¿no?»–, que da clases en el gimnasio del Santa Olaya y en el propio Shotokan, y que ahora vuelve a llamar a la puerta ya como unos de los pocos karatecas asturianos que lucen el octavo dan.
Ricardo García Mendaña, de 62 años, ha dedicado su vida al deporte del kárate. Y, como una nueva muesca en su gran y ejemplar carrera deportiva, ostenta el octavo dan, distinción de la que muy pocos pueden presumir, desde el pasado 21 de noviembre que lo logró en el Polideportivo de Olloniego, aunque tal honor no fue ratificado hasta el pasado 21 de febrero por la Asamblea de los Grandes Maestros de la Federación Española y el Consejo Superior de Deportes. «Voy a decirle una metáfora. Para mí, un octavo dan es aquella persona que, ante pretextos razonables de la vida, por ejemplo no entrenar por lo que sea, no los escucha», explica este gijonés que lleva más de dos décadas dedicado a la divulgación de esta especialidad y que se ha convertido en destacado instructor a nivel español.
«El examen es libre en todo. Yo opté por hacer una sinopsis sobre esquivas. El tribunal me hizo varias preguntas durante quince o veinte minutos y, luego, la parte física», explica Ricardo, que estuvo acompañado por tres compañeros –Elma Gallego, Carlos Suárez y Juan Carlos Suárez–. «Intentamos que cada esquiva tuviera una repuesta. O en ataque, o en defensa, o en ataque por la espalda...». Enfrente, un tribunal formado por un noveno dan, cuatro octavos dan, el presidente de la Federación Asturiana de Kárate, Rufo Antonio Fernández, y un secretario que dio fe.
Ricardo García habla de los maestros Osamu Aoki, delegado de IKA para España, y, en Gijón, de Joaquín Fernández, José Luis Prieto del Shotokan, del fallecido Ramón, que fue dueño del Gimnasio Palace –«el que me dio mi primera oportunidad de dar clase»–... El deportista asturiano, cuyo historial abarca también un importante palmarés como competidor y que representó a España en mundiales y europeos, tiene claros sus planes: «¿Para cuándo el noveno dan? Por supuesto que es un sueño, pero ahora me gustaría disfrutar de esta etapa, aprender de mi cuerpo y seguir divulgando el kárate, sobre todo sus valores».
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