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R. D.
Domingo, 8 de enero 2017, 01:20
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Un espectacular vuelco por un barranco, con varias vueltas de campana, supuso el quinto abandono consecutivo de Carlos Sainz en el Dakar. Una capitulación impulsada por su equipo, Peugeot, que consideraba «demasiado complicado» reparar su coche, según confesó el piloto madrileño en su regreso a España.
«Quería seguir», aseguró tras reencontrarse con sus familiares el campeón de la competición en 2010, que confesó que se encuentra «dolorido», pero lo suficientemente «bien» como para haber continuado. «El coche tampoco tenía tanto. El chasis estaba bien, el motor estaba bien y lo único que tenía era mucho desperfecto de fibra de carbono», apostilló.
Sainz indicó que hubiera sido «trabajoso» reparar los daños, pero apuntó que «una reparación de emergencia» le hubiera permitido llegar a la etapa de descanso. El madrileño confesó que «no estaba tomando riesgos» porque sabía su favorable situación en la clasificación general: «El accidente en sí ocurre porque llevo un una moto delante y pierdo la referencia de la distancia a la curva. Fue un segundo, esta carrera es así».
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