Asturias es la comunidad española que más redujo sus emisiones
La región acumula un descenso del 31,8%, que contrasta con el incremento nacional de un 8,4% sobre los datos registrados en 1990
La Unión Europea marcó el camino de la descarbonización y España se propuso recorrerlo como alumno aventajado. Los últimos datos publicados por el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes, organismo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, señalan que, pese a la intensidad de las medidas adoptadas, los objetivos no se han cumplido. España cerró 2019, último año con datos disponibles, con un incremento del 8,4% en sus emisiones de CO2 equivalente, una unidad de medida que permite incluir todos los gases de efecto invernadero en una sola magnitud.
La subida en las emisiones no es igual en todas las comunidades autónomas. El esfuerzo realizado en descarbonización ha sido muy desigual en función de los territorios y Asturias lidera la lista de comunidades autónomas que más han tenido que pagar en la carrera por la descarbonización. Si España cerró 2019 con una subida respecto a los datos de 1990, el año que se toma como referencia en los objetivos de la UE, Asturias lo hizo con un descenso del 31,8%, solo superada por la ciudad autónoma de Ceuta, que registró una bajada del 36,6%.
La serie de datos históricos señala que Asturias emitía en 1990 28,4 millones de toneladas de CO2 equivalente. Aunque el problema de la contaminación era patente en la región, el cambio climático no estaba en la agenda política ni tampoco había una sensibilidad social que empujara con la suficiente fuerza en la dirección de la descarbonización. Las energías renovables tampoco estaban generalizadas, aún habría que esperar lustros para contemplar su desarrollo y que comenzaran a ser rentables. Tras 29 años, la región emitió 19,3 millones de toneladas de CO2 equivalente.
Para pasar de una cifra a otra, Asturias ha tenido que hacer un gran esfuerzo. La serie de datos señala que en los primeros años del presente siglo, los previos a la crisis de 2008, la voracidad de combustibles fósiles fue máxima, con un pico de 35 millones de toneladas emitidas en el año 2005.
La crisis económica supuso una importante reducción, que comenzó a truncarse a medida que la economía recuperaba vigor. Pero la decisión de cerrar las centrales térmicas en 2020, unido a la falta de competitividad del carbón por el incremento de los precios de los derechos de emisión de CO2, pusieron contra las cuerdas a unas instalaciones con gran peso en la región. Los datos que facilita el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes señalan que la central térmica de Soto de Ribera pasó de emitir poco más de un millón de toneladas de CO2 en 2018 a 63.700 en el siguiente ejercicio. El caso de Soto de la Barca, actualmente cerrada, fue aún más prematuro. De los 1,2 millones de toneladas que emitía en 2017 pasó a 371.000 al año siguiente y a 322.000 en 2019. La térmica que más redujo sus emisiones en 2019 fue la de Aboño, que pasó de 7 millones a 4,8.
Actualmente, solo Aboño, Soto de Ribera y La Pereda siguen en activo en Asturias. La primera, que juega un papel de regulador del sistema, es la que más entra en el 'mix' de generación, mientras que la segunda ha intensificado la quema de carbón en los últimos meses debido a los altos precios del gas. Por su parte, La Pereda, con mucha menos capacidad que las anteriores, sigue funcionando.
Otro de los grandes emisiones de CO2 en Asturias es ArcelorMittal. Los datos del Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes señalan que las cantidades de CO2 que el gigante del acero expulsó a la atmósfera se han movido desde 2011 en el entorno de los cinco millones de toneladas, con un rango de variación de un millón.
Asturias no es el único territorio que ha hecho un esfuerzo en la descarbonización. Castilla y León redujo sus emisiones un 28,7%, mientras que el dato en Galicia alcanza el 23,8%. El restos de comunidades autónomas han incrementado sus emisiones, con subidas de calado como la de Madrid, que suma 7 millones de toneladas a las 15 con las que contaba en 1990, una subida del 48,1%. Navarra, una comunidad autónoma con un gran peso industrial, registró un incremento del 68,4%, sumando 2,8 millones de toneladas a las 4,2 de las que partía. Las comunidades con un mayor volumen de emisiones son Andalucía, con 46,8 millones de toneladas y un incremento del 21,7%; y Cataluña, que expulsó a la atmósfera 43,9 millones de toneladas, un 13,1% más que en 1990.
