Las empresas asturianas confían en superar la crisis y alcanzar la recuperación completa en 2022
Industria, construcción y transporte aceleran su mejoría pese al temor a una burbuja, mientras que hostelería y comercio esperan «un buen verano»
Hace año y medio, antes de que el coronavirus lo trastocara todo, se hablaba de la desaceleración de la economía, de su estancamiento tras ... el ciclo positivo que sucedió a la Gran Recesión e, incluso, los más agoreros vaticinaban una nueva crisis, aunque nada similar a lo que ha venido después. Más allá de sus efectos sanitarios, la pandemia ha supuesto un auténtico cataclismo económico. La expansión de la covid-19 por todo el planeta, su virulencia y las distintas olas del virus, que han alargado sus consecuencias para las empresas, hicieron que pronto se descartara la recuperación rápida que se pronosticó al principio. De la V se pasó a hablar de una V asimétrica, una W o incluso una L.
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Casi un año después de que se entrara en 'una nueva normalidad', en junio del año pasado, los distintos sectores están lejos de recuperarse, aunque el buen ritmo de vacunación y la llegada del verano, con más turismo y consumo local, hacen mirar al futuro de una forma más positiva. Sin embargo, las compañías están muy tocadas, con escasa liquidez, sobre todo en el sector servicios tras demasiados meses de crisis, y la recuperación completa, en líneas generales, no se espera hasta 2022. De hecho, una encuesta de la Federación Asturiana de Empresarios (Fade) realizada entre sus socios y hecha pública a finales del pasado mes de mayo revela que el pesimismo sigue asentado entre los directivos, que prevén en el corto plazo caídas en sus cifras de negocio, en los beneficios y en el empleo. Pese a ello, muchas empresas de la región reconocen que se empieza a ver la luz al final del túnel.
Industria
La demanda se dispara y recupera empleo y actividad
La industria asturiana ya había pasado en 2019 por su particular travesía del desierto, sobre todo, la siderurgia. Con cifras de actividad y empleo menguantes, la pandemia cogió al sector en retroceso, aquejado de males estructurales, como el precio de la energía o los efectos de la descarbonización. Una buena parte de las empresas fue declarada esencial en 2020, pero ni con esas. La demanda se desplomó y los ERTE hicieron acto de presencia en el grueso de las compañías.
Un año después de todo aquello, la situación es bien distinta. Como prueba, los datos del paro de mayo, que registran una caída del desempleo de un 16,37% en relación a mayo de 2020, hasta 6.001 desempleados. El metal, por ejemplo, recuperó en el primer trimestre del año un 12% de su empleo al sumar 2.700 trabajadores. En comparación con el mismo periodo de 2020, que cogió quince días de estado de alarma, el sector experimentó un incremento de la actividad del 3,03%, según el avance del informe de coyuntura del sector elaborado por Femetal.
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Arcelor, gran motor de la economía asturiana, ya ha logrado situarse en cifras prepandemia. De hecho, está mejor que en 2019, aunque aquel fue un año malo, plagado de paradas y con una aplicación masiva del ERTE. La multinacional espera lograr la plena capacidad este verano, cuando finalice la curva de arranque de sus baterías de cok, pero igualmente cuenta con una buena cartera de pedidos y tiene todas sus líneas funcionando con normalidad, algo impensable en los dos últimos años. Incluso las paradas de las factorías relacionadas con la automoción están teniendo un impacto limitado, ya que estas plantas están reponiendo igualmente stock de acero.
Tanto es así que las empresas transformadoras se han quejado de cierto desabastecimiento. No obstante, Arcelor teme que esta demanda disparada sea una especie de 'boom' momentáneo y recela de que se pueda mantener en el tiempo. Igualmente, confía en lograr en este 2021 niveles de producción similares a los de años muy positivos, como 2018. No todo es positivo. El principal problema con el que se están encontrando compañías como esta o también Asturiana de Zinc se encuentra en los costes de producción, derivados, por un lado, del alto precio de la electricidad y otros insumos energéticos, pero también de los derechos de emisión que deben asumir. Las decisiones que se tomen sobre inversiones para su descarbonización serán claves.
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Otro subsector como es el químico también percibe la recuperación del mercado de forma global, aunque mantuvo a nivel general los niveles de empleo en 2020. El coordinador/director del Clúster de Industrias Químicas y de Proceso de Asturias, Mario Díaz, destaca que las empresas que respondieron a la pandemia aportando soluciones lograron resultados muy buenos, como las relacionadas con el sector de la desinfección, la farmacia o el agroalimentario. Mientras que otras han sufrido y sufren más, como las que abastecen a la automoción, la aeronáutica, el petróleo o el gas. Igualmente, se percibe «una recuperación significativa respecto al pasado año».
A nivel nacional, según la patronal sectorial Feique, el sector cerró el pasado ejercicio registrando el mejor comportamiento de toda la economía productiva española, con apenas una caída de la producción del 0,4%. La vacunación se apunta como clave para que «las empresas vuelvan a la situación anterior de presencialidad y actividad de forma paulatina», apunta Díaz.
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Transporte
Demanda disparada en mercancías, en viajeros persiste la crisis
El transporte siempre fue considerado un sector esencial, incluso en lo más duro del confinamiento. Sin embargo, la caída de la actividad económica y de la movilidad desplomó la demanda a niveles inusitados. Un año después de recuperar la llamada nueva normalidad, la situación es radicalmente distinta en mercancías que en viajeros. Mientras en el primer caso se está cerca de niveles de 2019, en el segundo la escasa movilidad aún se nota. «Tenemos una demanda fortísima», subraya el presidente de la patronal del transporte de mercancías Asetra, Ovidio de la Roza. En este subsector trabajan alrededor de 18.000 profesionales en Asturias y cuenta con unas 6.000 empresas. Aunque alguna se quedó en el camino por el impacto de la crisis, la mayoría ha aguantado el tirón.
Hace un año, el transporte sanitario y el de alimentación era el único que resistió, ahora el industrial y el relacionado con la construcción tira con fuerza. «Tenemos miedo de que sea una burbuja y esto baje a fin de año», reconoce De la Roza, que igualmente aclara que este 'boom' no supone grandes beneficios para las compañías, ya que los costes se han incrementado «muchísimo» y no logran repercutirlos en los precios ante la gran competencia. «La rentabilidad es mínima», explica. La esperanza está en el plan de mercancías por carretera que negocian con el Gobierno.
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En el transporte de viajeros, sin embargo, la demanda está muy lejos de recuperarse. Las líneas regulares se han mantenido con cierta normalidad, pero la ocupación es escasa. «De alrededor del 50%», calcula Arantza Fernández Páramo, la directora general de la Corporación Asturiana de Transporte (CAR). El escolar, sin embargo, tras los meses en los que se suspendieron las clases, se presta con normalidad, mientras que el que está sufriendo más es el discrecional, todo aquello relacionado con el turismo, como es el caso de excursiones, o eventos, como bodas. «Está costando que la gente vuelva a confiar en el transporte público», señala, «a pesar de su seguridad». El avance de las vacunas debería servir para que la situación se vaya normalizando en los próximos meses.
Por otro lado, en lo que se refiere al transporte marítimo, la Autoridad Portuaria de Gijón espera «cierta estabilización de los tráficos» en el segundo semestre del ejercicio, en la medida que la economía se vaya recuperando.
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Construcción
Un sector resiliente, con ganas de crecer
Las culpas de la Gran Recesión pusieron una parte del foco en la banca y otra en la construcción. Este último sector, denostado entonces, ha resistido relativamente bien el golpe de la pandemia en 2020, empujado en parte por la inercia de las licencias de 2019. De hecho, aunque en el primer estado de alarma tuvo que parar durante dos semanas, en el cierre del año presentó en casi todos los indicadores mejores cifras que el ejercicio precedente. Para este 2021, las perspectivas también son positivas, sobre todo, si llegan los ansiados fondos europeos. El Gobierno central plantea dedicar 6.820 millones de euros a la rehabilitación de viviendas y la regeneración urbana -la segunda partida más cuantiosa tras la movilidad sostenible, con 13.200-. También se esperan avances en la reducción de las trabas burocráticas, tradicional reivindicación de las empresas.
«La construcción ha sido poco dañada por la covid», explica Joel García, presidente de patronal asturiana de la construcción, CAC-Asprocon. Solo el empleo se resintió, «aunque también ha resistido bastante bien» en comparación, sobre todo, con otros sectores. En 2021, ese indicador de la actividad también mejora. En mayo, registró 5.996 parados, un 19,02% menos que un año atrás.
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La construcción ronda ahora los 10.000 trabajadores en convenio y unos 25.600 en total. Durante el 'boom' de la primera década del milenio, llegó a emplear a 32.000. Volver a las cifras de entonces se antoja complicado, pero el objetivo es acercarse. El principal problema que se están encontrando las compañías para ello: la falta de personal cualificado.
Sector agroalimentario
Resistencia, pero incertidumbre sobre la recuperación
El sector agroalimentario también resistió la pandemia mejor que el resto. Mientras que la población prescindió de otros productos o servicios, siguió llenando su despensa. Sin embargo, ese incremento del consumo de las familias no logró compensar en la mayoría de los casos el descenso de lo que se conoce como canal horeca (acrónimo de hoteles, restaurantes y cafeterías) debido a las limitaciones impuestas por las autoridades sanitarias. Corporación Alimentaria Peñasanta (CAPSA) fue de las compañías que lo consiguió y aumento sus ganancias un 8,6%, a pesar del retroceso de un 30% del volumen de ventas en la hostelería. No obstante, a pesar del avance de la vacunación, el futuro no se percibe especialmente halagüeño. Su director general, José Armando Tellado, ve el año «muy complicado», con un crecimiento de la economía que apenas llegará a la mitad de la caída de 2020 y un consumo estancado. De hecho, según los últimos datos del paro registrado, la agricultura y la pesca contabilizaron en mayo 1.575 desempleados, un 8,92% más que hace un año. Fue único sector en el que subió el paro, junto con el colectivo de primer empleo.
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Otra compañía asturiana, como masymas, relacionada indirectamente con este sector, reconoce que el comportamiento este año está siendo muy particular, con subidas y bajadas motivadas por las distintas fases del estado de alarma y los cierres y aperturas. «La previsión para el verano de 2021 es buena. Confiamos en que sea un buen verano, y más tras el éxito de las visitas nacionales del año pasado», subraya Santiago Pulgar Olay, director comercial de la empresa, que espera que se repitan cifras de 2020. «De cara al resto del año, nuestra mayor preocupación son las subidas en el precio de algunas materias primas, como el aceite, que ha alcanzado un incremento del 25%, energía, plásticos, cartón, combustibles... que pueden llegar a repercutir en los precios finales», advierte.
Hostelería y turismo
Los grandes damnificados de las restricciones sanitarias
Las empresas dedicadas a la hostelería, la hotelería y el turismo no logran aún levantar cabeza. El fin de las restricciones a la movilidad y el alivio en algunas medidas supone un cierto respiro para una parte de los 8.703 establecimientos -según las últimas cifras que maneja la patronal Otea, correspondientes a cierre de 2019, que ahora serán menos por la pandemia-, pero todos llegan hasta aquí agotados, en lo mental y en lo económico. Muchos ni siquiera han llegado. De hecho, este sector continúa concentrando a la mayoría de los trabajadores que siguen regulados, más de 9.000.
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La llegada de turistas en verano, la campaña de vacunación y que se eliminen finalmente el resto de prohibiciones es el cóctel que conforma la gran esperanza para unas actividades de las que viven 45.000 familias. Por ello, el presidente de Otea, José Luis Álvarez Almeida, anunció el viernes que la organización trabaja en un protocolo para pedir a la Consejería de Salud la apertura de las barras de los bares a partir de la semana que viene.
Comercio
Perspectiva de «un buen verano» y un otoño incierto
El comercio ha sido otro de los grandes perjudicados por la pandemia. Pese a las dificultades, la gerente de la Unión de Comerciantes del Principado, Carmen Moreno, confía en que «sea un buen verano gracias a que los turistas levanten las ventas». No obstante, estos profesionales afrontan el otoño «con preocupación porque, aunque la situación económica va en ascenso, todavía no lo hace a la velocidad que nos gustaría». Así las cosas, Moreno insta a las administraciones públicas a «trabajar para mantener algún tipo de ayuda, bien sea nacional, autonómica o local para aguantar el final de la pandemia».
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