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Soria asegura que la situación interna de Alcoa depende en exclusiva de la empresa

Soria asegura que la situación interna de Alcoa depende en exclusiva de la empresa

La multinacional reconoce que no está buscando inversores para vender las plantas de Avilés y Coruña

JOSÉ MARÍA URBANO

Miércoles, 26 de noviembre 2014, 00:27

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Alcoa no está buscando inversores para la posible venta de sus plantas de Avilés y Coruña. Lo aseguró ayer una fuente oficial de la empresa, desde Madrid, a preguntas de este periódico después de que trascendiera que la multinacional norteamericana podría llevar dos años sondeando entre grandes grupos industriales que pudieran estar interesados en el negocio del aluminio primario.

La empresa señaló el lunes que las plantas de Avilés y Coruña podrían correr peligro -«tener comprometida su viabilidad futura», indicaron- tras fracasar en la subasta de paquetes de servicios de interrumpibilidad eléctrica, o lo que es lo mismo, una fórmula para recibir compensaciones que aligeren su factura anual por la electricidad que consume.

Con el desmentido de ayer de que no existen esas conversaciones con inversores, Alcoa viene a decir que en caso de que el Gobierno no le facilite una fórmula para seguir obteniendo una tarifa eléctrica competitiva, la única salida que se le dejaría sería la del cierre. Un mensaje que lleva tiempo insertado en el ambiente, por lo que la velada amenaza del lunes no ha pillado a nadie por sorpresa.

La empresa lo volvió a dejar ayer claro. «Intentamos tener unos costes de energía competitivos, similares a los de nuestros competidores en Europa. Y en todos los países se tiene acceso a precios de energía competitivos».

La respuesta llegó ayer mismo por la mañana por boca del máximo responsable del Gobierno en esta materia. José Manuel Soria, ministro de Industria y Energía, fue claro: «No hay que establecer ningún tipo de vínculo entre decisiones que se tomen en el ámbito interno de una empresa, sea cual sea, y un mecanismo que el Gobierno ha aprobado y que introduce mayor competencia entre las propias empresas». Y por si quedaba alguna duda, Soria señaló, tras el fracaso de Alcoa en la subasta eléctrica de hace unos días, que todas las empresas habían acudido «en las mismas condiciones» y que la situación interna de la compañía «depende única y exclusivamente de la propia empresa». Y para rematar, Soria también apuntó que «Alcoa ha ganado algunos lotes y otros no, el problema por lo tanto no es de la subasta».

Alcoa no quiso ayer cuantificar, a preguntas de este periódico, el dinero obtenido por la compañía desde 1998 hasta 2013 en base al convenio firmado en su día con la SEPI para favorecer su tarifa eléctrica. «Eso es algo que tienen todas las empresas, en todos los sectores», se señaló, para incidir además en que en todos estos años, como contrapartida, también se habían afrontado inversiones en tecnología. Aunque con un matiz: «La tecnología de la fábrica de Avilés no es tan moderna y por ello esa planta es más vulnerable».

A la vista de la respuesta de la multinacional del lunes, a la que hay que añadir la presión política y social que se inició de inmediato en Galicia y en Asturias, se da por hecho que el Gobierno de Mariano Rajoy articulará más pronto que tarde una fórmula para que Alcoa pueda acceder a algún tipo de ayuda o tarifa especial. La propia empresa lo dejó apuntado sin esconderse: «Estamos abiertos a estudiar todas las opciones si las autoridades ofrecen alternativas». Toca esperar de momento.

Dos hitos coincidentes

Alcoa tiene desde hace un tiempo un problema en España que es el que quiere resolver. Con la venta de los emplazamientos de Amorebieta y Alicante le quedan tres grandes centros abiertos: San Ciprián, en Lugo, que es la joya de la corona, y Avilés y Coruña, con dos instalaciones muy similares.

En los dos últimos años han venido a juntarse dos hitos dentro de la compañía que al final son los que pueden estar marcando ya el futuro del sector en España. Por un lado, en 2013 se dio por concluido el convenio con la SEPI que le aseguraba una factura eléctrica mucho más liviana, y por otro comenzaba a ponerse en marcha la gran inversión de la división del aluminio de Alcoa a nivel global: su apuesta por la inversión de Arabia Saudí.

Alcoa compró en 2008 la empresa pública Inespal por 410 millones de dólares, aunque en realidad 200 millones le fueron descontados para afrontar la deuda anterior del grupo, y otros 100 por dos reclamaciones posteriores. La propia SEPI reconoció que la operación había sido deficitaria para el Estado. En el acuerdo entre partes la SEPI se comprometía a aplicar una tarifa eléctrica especial durante el periodo de diez años 1998-2007, a 3.840 pesetas el megavatio, más cinco años suplementarios, 2008-2012, a 4.240 pesetas el megavatio. Si el coste del megavatio superaba esas cantidades, sería la SEPI la que correría con el sobrecoste , siempre que éste no superase el precio pagado por la empresa, es decir, los 410 millones de dólares. Nunca han trascendido esas cantidades pagadas a Alcoa, pero se sabe que lo cobrado por la multinacional por ese concepto en 2008 ascendió a 37 millones de euros, en 2009 a 67,8 millones, y en 2011, a 75,3 millones.

Pues bien, ese convenio concluyó en 2013, por lo que Alcoa dejaba de percibir una prima que le suponía disponer de una más que ventajosa tarifa eléctrica. Y por ahí es por donde empiezan las primeras señales de alarma. La operación ya la había ensayado Alcoa en Italia en 1996, cuando el Estado le vendió la empresa Alumix y le proporcionaba a la vez la electricidad a través de otra empresa pública, Enel, a precios muy competitivos que pasaron a la factura de los usuarios italianos. Lo que nadie esperaba es que, dentro de la reorganización mundial del grupo, una de las primeras decisiones iba a ser la de cerrar la planta de Portovesme, en Cerdeña, una fábrica parecida a la de Avilés, cuyo cierre no fue objeto de ningún tipo de negociación.

La relación de Alcoa con Italia da para otro apunte más. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TUE) confirmó que Italia debe recuperar 295 millones de euros en «ayudas ilegales» concedidas a Alcoa por una tarifa preferencial de electricidad.

El final del acuerdo con la SEPI en 2013 coincide con otra clave para entender por dónde va a ir el futuro de Alcoa. En Arabia Saudí, en el emplazamiento de Ras Az Zawr, en la costa este del reino saudí, comenzaba a vislumbrarse la fábrica más moderna del mundo, producto de la joint venture de Alcoa con Ma'aden, la empresa minera de Arabia Saudí -Saudi Arabian Mining Co- por 10.800 millones de dólares, con el grupo norteamericano como principal proveedor de aluminio primario, alúmina y productos basados en el aluminio. Un complejo llamado a liderar el mundo del aluminio.

Se trata de una amenaza seria para los emplazamientos de España, pero también significa el apuntalamiento del cambio de modelo del grupo Alcoa en el sector del aluminio, según la reestructuración iniciada incluso en EE UU, y continuada con cierres o reducción de capacidad de producción en Australia, Brasil o Canadá, además del ya reseñado de Italia. Son ejemplo claros del cambio de modelo de la multinacional, cada día más centrada en sectores como el de la automoción y la industria militar, a través de su grupo Alcoa Defense, que se vuelca en la fabricación de aleaciones especiales para misiles, drones, navíos y aviones de guerra, como el F-35.

Ahora, su presencia en España comienza a generar dudas tras el último tropiezo en la subasta eléctrica.

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