Arcelor alerta de que el 30% de lo que produce en Asturias dejará de ser rentable

Las plantas asturianas de Arcelor han perdido competitividad en los últimos años, según advierte la multinacional, y la crisis actual del acero, fruto sobre todo de la desaceleración de la economía y los efectos de la guerra comercial, han situado a las factorías de Gijón y Avilés en una posición de debilidad. Sin embargo, la compañía hace cuentas a más largo plazo y sí augura que cerrará 2019 con pérdidas y que 2020 será un año complicado, para 2021 alerta de que el 30% de su producción de cabecera en el Principado dejará de ser rentable. Todo dependerá de si se mantiene como hasta ahora la reforma del mercado de derechos de emisión de CO2 para ese ejercicio, con la entrada en una cuarta fase que reduce más las asignaciones gratuitas, y si sigue sin establecerse un arancel ambiental que compense el sobrecoste que supone este mecanismo para las factorías comunitarias.

Las plantas asturianas produjeron 4,5 millones de toneladas de arrabio en 2018, lo que significa que la multinacional podría optar por recortar más de 1,3 millones de la producción de cabecera. Las líneas acabadoras no tendrían por qué verse afectadas en la misma medida, ya que siempre cabe la posibilidad de traer desbastes de otros países y laminarlos aquí. De este modo, de las factorías de la región podrían salir las mismas piezas, aunque saltándose el paso de producir acero, la siderurgia integral.

En realidad, esta situación ya se está adelantando. Con el incremento del precio de los derechos de CO2 -en la actualidad cotiza a 23,78 euros la tonelada, cuando la media de 2017 fue de 5,83 euros y la de 2018 de 15,88- ya hay parte de la producción que no interesa hacerla aquí. La multinacional cifra en 1,75 toneladas de CO2 las necesarias en Asturias para producir una tonelada de acero, lo que supone un sobrecoste de más de 40 euros por tonelada cuando no hay ya asignaciones gratuitas, lo que deja esas piezas fuera del mercado.

El aumento del precio del CO2 tiene que ver con la entrada en vigor de la cuarta fase del mercado de derechos, ya que se prevé una reducción de estos y, por tanto, su encarecimiento, lo que está provocando especulación a su alrededor y que su coste se dispare. La nueva fase fue aprobada por el Parlamento y el Consejo en febrero de 2018 tras intensas negociaciones y contempla que el número global de derechos se reduzca a un ritmo anual del 2,2%, superior al actual 1,74%. Además, caerá drásticamente la asignación de derechos gratuitos, excepto para los sectores con mayor riesgo de deslocalización, en los que la UE incluye las baterías de cok pero no el resto de instalaciones siderúrgicas, como los hornos altos, los que más emisiones producen. Por otro lado, esa asignación se realiza sobre procesos teóricos alejados de la realidad a los que ni siquiera llegan las plantas más eficientes, como la que Arcelor tiene en Gante, y que supera con creces el rendimiento de las asturianas.

Las obras previstas en las instalaciones de cabecera -horno alto 'B', sínter y acería de Avilés-, sumadas a los ajustes ordenados por la falta de pedidos y el aumento del precio del CO2 ya han provocado que Arcelor aumente la importación de piezas semiacabadas de sus propias plantas de Brasil, donde no tiene que pagar derechos de emisión y donde cuenta con minas de las que se extraen las materias primas para producir acero, por tanto, se ahorra ese traslado a Europa de minerales. Por ello, el tren de bandas en caliente de Avilés puede seguir funcionando a plena capacidad, aunque la acería ya haya reducido a la mitad su producción, con una merma de alrededor de 475.000 toneladas de aquí a final de año.