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LAURA CASTRO
GIJÓN.
Jueves, 19 de septiembre 2019, 02:49
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Los ciclos combinados nacieron con la estimación de generar energía durante unas 6.000 horas al año, pero en la realidad están muy por debajo de esa cifra. Concretamente, funcionan aproximadamente la mitad de tiempo, entre 2.000 y 3.000 horas. Su permanencia, no obstante, es fundamental para garantizar la estabilidad del sistema y lo será aún más en el futuro cuando las energías renovables -cuya generación es muy variable debido a los factores meteorológicos- ganen peso y supongan un 40% de la generación eléctrica en 2030 y en torno a un 90% en 2050, según los objetivos de la Unión Europea. Pero hay un problema: «Con el funcionamiento actual que tienen los ciclos combinados no basta para recuperar la inversión». Así lo aseguró ayer el consejero delegado de EdP España, Rui Teixeira, durante su ponencia en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón (EPI) sobre los retos del sector eléctrico para la próxima década. «Si por seguridad necesitamos que los ciclos combinados funcionen, hay un valor que debería ser remunerado y esta es una discusión que deberíamos tener con el Gobierno», agregó.
En el caso de las térmicas, EdP llevará a cabo el cierre del grupo 1 de la central de Aboño en los meses de junio y julio de 2020 y a partir de ahí tendrá una vida limitada a las 1.500 horas anuales de funcionamiento. Continuará operando con el grupo 2 y el de Soto de Ribera, las dos únicas instalaciones en las que la compañía llevó a cabo las inversiones necesarias para poder seguir funcionando de acuerdo a la normativa medioambiental a partir del año que viene. Aboño 2 es, tal y como remarcó ayer Teixeira, una instalación «estratégica» para la región. Por un lado, es «ejemplo de economía circular» gracias a la quema de los gases que produce Arcelor en sus hornos altos y, por otro, es «necesaria» para asegurar la estabilidad del sistema eléctrico debido al elevado consumo energético de Asturias por el peso de la gran industria, remarcó el consejero delegado de EdP.
Este no será el único debate que el sector eléctrico deberá mantener con el Gobierno. «El reto de la transición energética no está tanto en la tecnología, sino que es un desafío político y de mercado», expuso Teixeira. Por eso, es necesario que el compromiso no solo venga de la UE, sino que cada país debe marcar sus objetivos y darles «obligatoriedad». Solo así, será posible luchar contra «la realidad» del cambio climático. El mayor problema, añadió, es que el modelo energético actual no es sostenible porque el 80% de la generación eléctrica procede de energías fósiles. Virar hacia uno más 'verde' tendrá un impacto «profundo» en el sector eléctrico y acarreará múltiples desafíos.
Por un lado, el incremento de las renovables implicará, dijo Teixeira, abordar un cambio en el mercado eléctrico español. «No puede seguir siendo marginalista, sino que debe encaminarse hacia las subastas», concluyó. En la actualidad, para conformar el mix de generación eléctrica entran primero las fuentes más baratas, es decir, las renovables. Luego se van sumando las demás -gas y carbón- hasta suplir la demanda. La última fuente de energía que entra en el mix marca el precio final de la electricidad. Esto supone, explicó Teixeira, que en ocasiones «cuando hay, por ejemplo, mucho viento el precio de la energía llegue a ser, incluso, negativo». Es decir, que el operador en lugar de obtener un beneficio, llega a pagar por generar electricidad. Para evitar esto, abogó Teixeira, es necesario apostar por un sistema de subastas, donde las renovables consigan contratos bilaterales con gobiernos y empresas a 15 años vista, o más, en los que haya un precio fijo de la energía y así se recupere la inversión de haber construido, por ejemplo, un parque eólico.
Y también habrá que abordar, planteó el de EdP, lo que pasará con los costes fijos de la factura eléctrica de los hogares cuando se potencie el autoconsumo. Si algunos usuarios se desconectan de la red porque se pueden autoabastecer, quienes no puedan hacerlo, dijo, «tendrán que hacer frente a todo el coste del sistema». Por lo tanto, «políticamente habrá que buscar un equilibrio para garantizar el autoconsumo sin generar un problema para el resto de usuarios». Una de las alternativas, mencionó, pasa por «ir hacia una tarifa eléctrica fija como pasa con la telefonía».
La Universidad de Oviedo está «muy implicada» en la consecución de los objetivos para 2030, aseguró el rector, Santiago García Granda, quien asistió también a la ponencia de Teixeira en la EPI. Destacó los proyectos de innovación que se están llevando a cabo, relacionados con tecnologías para la eficiencia energética y el desarrollo edificios de consumo cero, entre otros.
El Principado, por su parte, «tiene pendiente definir las misiones estratégicas de Asturias, entre ellas lo que concierne al reto energético». Así lo indicó ayer el consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez, quien afirmó que se creará un grupo de trabajo del «sistema innovador» para trazar la hoja de ruta de la región de aquí a 2030.
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