
Sergio Kiria, CEO y socio cofundador de CCC Energo
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Sergio Kiria, CEO y socio cofundador de CCC Energo
«La planta de biometano que construiremos en Gijón va a generar diez millones de euros anuales»Sergio Kiria (Georgia, 1964), CEO y socio cofundador de la empresa CCC Energo, pone en valor la riqueza que atesora Asturias para ... alcanzar una posición de liderazgo dentro de la generación de energía verde. Entre los recursos naturales con los que cuenta están los desechos orgánicos del ganado, que su compañía plantea utilizar para producir biometano. Para ello, proyecta tres plantas, en Gijón, Salas y Castropol. «Hemos venido con experiencia y dinero», señala.
–¿Por qué se ha fijado CCC Energo en Asturias para desarrollar proyectos?
–Somos una empresa multinacional y la mayoría del capital es norteamericano. Somos productores de sistemas de 'upgrading', de purificación de gases industriales. Tenemos 17 proyectos grandes en Estados Unidos, también trabajamos en Lituania y en los últimos años estábamos en Ucrania, pero por motivo de la guerra hemos venido aquí. Estamos muy contentos porque el norte de España y, sobre todo, Asturias está llena de materia prima para producir biometano. Nuestra tarea principal es el tratamiento de residuos agrícolas, biomasa y purines para generarlo. Esta región tiene potencial, según la información de grandes consultorías británicas, de contar con hasta 27 plantas de biogás y biometano.
–Comenzarán por Gijón. ¿En qué punto está de la tramitación?
–Estamos trabajando en la tramitación ambiental con Genia Bioenergy y esperamos poder comenzar las obras en la primavera de 2025, para que la planta –que se ubicará en el polígono de Lloreda– esté operativa en 2026. Supondrá una inversión de entre 25 y 30 millones de euros, al igual que las de Salas y Castropol. Calculamos que cada una generará unos diez millones de euros anuales. El precio del biometano, que ahora es elevado, tiene dos partes: por un lado, el de la molécula de metano y, por otro, el de los certificados de descarbononización. Por eso, en Europa hay un 'boom' de cientos de proyectos de este tipo, favorecido por los programas verdes, ya que es un negocio enorme y muy interesante.
–¿Cuántos camiones circularán al día para trasladar los purines?
–Entre 30 y 40 camiones cada día. Vamos a trabajar con transportistas locales, ya estamos en conversaciones con ellos. Gastaremos casi 1,25 millones de euros por el transporte de purín a la planta de Gijón. Si lo necesitaran, vamos a ayudarles a comprar nuevos camiones y nuevos cubos para que tengan una flota más moderna. Cooperamos con los transportistas locales y esto es bueno para la economía asturiana.
–¿Qué supone para los ganaderos que suministren los purines?
–Les proponemos un servicio moderno, cómodo y gratuito para la recogida de purines. Cuando llegué a Asturias hace dos años, los ganaderos me decían 'no necesitamos vuestro dinero, necesitamos vuestro servicio'. Además, les pagaremos un euro por cada tonelada de purín. Para la planta de Gijón vamos a tener 280.000 toneladas, ya hemos firmado contratos con 64 ganaderos por quince años, principalmente de Carreño y Gozón. Otro beneficio para ellos es la cuestión del espacio, porque he hablado con ganaderos que me han dicho que si les recogemos los purines enseguida van a doblar el número de vacas porque tendrás más terreno libre al no estar ocupado por los desechos.
–¿Cómo es el proceso que se llevará cabo con los desechos para generar biometano?
–Es una fermentación con presencia de bacterias. En realidad, el estómago de las vacas es una planta de producción de biometano, así que el proceso empieza ahí. Luego recogemos purines, les hacemos un pretratamiento y cargamos esa materia prima en los digestadores (contenedores herméticos), que estarán a una temperatura de entre 38 y 40 grados. A continuación, unos separadores apartarán el digestato (el material que queda al finalizar el proceso) sólido, que venderemos como abono, del líquido. Este último, necesitamos dejarlo unas semanas más para controlar el nivel de microelementos y nitratos, para tener finalmente un producto que podemos certificar y vender como fertilizante. El proceso completo dura entre 31 y 41 días
–¿De qué forma se gestionará el CO2 que se genere?
–Se puede hacer licuefacción y vender para su uso en procesos industriales. Tenemos conversaciones con compañías grandes internacionales que puedan comprarlo.
–¿Cómo se transportará el biometano hasta los clientes?
–Vamos a inyectarlo en la red de gasoductos de Nortegás. Esta compañía va a instalar un módulo en la planta de Gijón para controlar la calidad, añadir un olor especial y comprimir el biometano. Por eso hemos elegido una parcela de más de tres millones de euros, porque tiene ya un punto de conexión al sistema. Inyectaremos mil metros cúbicos a la hora. Nuestros principales clientes están en Alemania, pero no hace falta transportar físicamente el biometano hasta allí, sino que se vierte a la red que se despliega por toda Europa.
–¿Han hablado con la industria asturiana?
–Tenemos conversaciones con varios consumidores grandes. El problema es que nosotros vamos a producir solo el 4% de su consumo, pero, poco a poco, si vamos a construir finalmente diez plantas en España, aumentará.
–Los ecologistas rechazan el proyecto de Gijón por su proximidad a viviendas y los ruidos y olores que podría generar. ¿Qué mensaje les quiere trasladar?
–Cada una de las plantas que planificamos construir en Asturias va a producir entre ocho y nueve millones de metros cúbicos de biometano, y sobre siete millones de CO2. Estas mismas cantidades salen directamente de pozos abiertos de nuestros ganaderos, a quienes les devolveremos gratis todo lo que necesiten para sus granjas y campos. Es importante señalar que no vamos a tener residuos. Invertiremos más de dos millones en un sistema de purificación de agua profunda, estará controlada cada gota. Además, no se producirán ruidos porque nuestras naves, a las que entrarán los camiones, estarán cerradas y tendrán sistemas de aspiración, ventilación y purificación de aire. Ahora Asturias está llena de purines en pozos abiertos y, según las normas europeas, ya está prohibido acumularlo así y aplicarlo en el terreno.
–¿Qué calendarios manejan para las plantas de Salas-Tineo y Castropol?
–Antes de Navidad vamos a empezar el proyecto básico y de urbanización y los trámites ambientales. La planta de Salas podría entrar en operación a finales de 2026 o principios de 2027. Y la de Castropol un poco más adelante porque tenemos que resolver problemas técnicos respecto al gasoducto y tenemos que terminar de firmar contratos con ganaderos. También utilizaremos algo de biomasa porque el purín es muy líquido.
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