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J. F. GALÁN
AVILÉS.
Viernes, 8 de marzo 2019, 04:19
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Si hay un modelo de empresa familiar de éxito y alcance internacional que ha sabido combinar tradición e innovación, ese es Quesería La Peral. Fundada en 1923 por Antonio León Álvarez, camina por su cuarta generación, y la quinta está en ciernes. ¿El secreto? «Apoyarnos unos en otros, conciliar trabajo y familia», asegura Esther Álvarez Bango, su actual propietaria, nieta del fundador.
Quesería La Peral recibió ayer el premio Familia Empresaria en su décima edición, concedido por la Asociación Asturiana de Empresa Familiar (AEFAS), organización sin ánimo de lucro cuyo fin es apoyar y defender a las empresas familiares del Principado. El acto se celebró en el Teatro Palacio Valdés.
Pedro Ortea, presidente de Ascensores Tresa y desde 2017 también de la asociación, destacó la «vitalidad», de Quesería La Peral, «una empresa que apuesta por la calidad que ha sabido poner los medios para asegurar la continuidad». La clave, continuó, es «su capacidad para abrirse al exterior. Vende fuera de España en torno al 25% de su producción anual», que según precisó su propietaria se eleva a un millón y medio de litros de leche. Traducido a queso, unos 166.000 kilos, de vaca, de oveja y de cabra, su último producto, de gran aceptación. Fuera de nuestra fronteras su principal mercado está en Europa y en Estados Unidos, primer productor de queso del mundo y uno de los principales consumidores, unos quince kilos por habitante y año, el doble que en España y menos de la mitad que en Grecia.
Ortea defendió la importancia de la empresa familiar en la economía asturiana. «Suponemos más del 80% del PIB y en torno al 90% del empleo privado», aseguró. El problema es el tamaño. «Una vez alcanzado un determinado nivel crecer cuesta mucho. Las empresas grandes generan más empleo y resisten mejor las crisis, y en Asturias apenas llegan al 1%. Por eso reivindicamos a las administraciones ayudas para dar ese salto», explicó el presidente de la asociación.
Esther Álvarez acudió a recoger el premio junto a su marido, José Luis López, sus tres hijos, José Luis, Emilio y Luisa, y Patricia González, su nuera. Los cuatro trabajan en la quesería, que emplea a otros cinco trabajadores y en la que ya se deja ver Patricia, su nieta, punta de lanza de la quinta generación, también presente ayer en el Palacio Valdés.
Durante el acto, seguido por numeroso público, con predominio de representantes de empresas familiares, también intervinieron, la consejera de Medio Rural, María Jesús Álvarez, que destacó «la importancia del sector agroalimentario en Asturias» y señaló a Esther Álvarez como ejemplo de mujer empresaria, y Pablo Junceda, director general de SabadellHerrero.
Su discurso fue meridiano: «A los empresarios siempre nos piden esfuerzos, sacrificios, creación de puestos de trabajo y generación de riquezas, y muchas veces tenemos que cumplir estas peticiones en condiciones legislativas, jurídicas, políticas o sociales nada fáciles y poco amigables. Frente a esas peticiones reiteradas de quienes quizá poco saben de lo que es arriesgar el patrimonio personal y familiar y acostarse cada noche con preocupaciones, AEFAS puede y debe sacar músculo y poner encima de la mesa en qué medida las empresas familiares contribuyen al bienestar de la sociedad asturiana. Son las empresas, y solo las empresas, las que crean riqueza y puestos de trabajo».
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