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N. A. ERAUSQUIN
GIJÓN.
Domingo, 16 de diciembre 2018, 02:54
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La prórroga del expediente de regulación temporal de empleo para las plantas de Arcelor firmado el viernes por los sindicatos y la empresa ya tiene la primera consecuencia: la ampliación de las paradas en Avilés previstas en galvanizado 1 y 2, las líneas de inspección 1 y 3 y la línea de fleje. Todas ellas ya no cesarán su actividad de manera temporal del 24 de diciembre al 31 de diciembre como estaba previsto, sino que alargarán esta situación hasta el 3 de enero. La compañía no prevé regular a todos los trabajadores de estas instalaciones, antes se utilizan otros mecanismos, como agotar licencias, descansos o vacaciones, y solo en caso necesario se emplea esta herramienta. En total, unos 250 trabajadores se pueden ver afectados por este alto en las labores.
Las paradas de estas instalaciones están provocadas, principalmente, por la crisis del diésel y el descenso de la actividad en el sector del automóvil, pero este no es el único peligro al que se enfrenta el sector, que tiene ante sí retos como la subida de la electricidad y los malos resultados de la subasta de interrumpibilidad, el aumento del precio de los derechos de emisión de CO2, la competencia desleal o la descarbonización.
Los sindicatos reconocen que la coyuntura no parece tan favorable en 2019 como en los dos últimos ejercicios, de hecho recuerdan que ya se están realizando paradas también en Sagunto o en la Acería Compacta de Vizcaya. No obstante, también reconocen que son habituales las quejas de la multinacional antes de iniciar la negociación de un nuevo Acuerdo Marco, como es el caso. El viernes, de hecho, además de firmarse el ERE se constituyó la mesa de negociación.
Pero esta vez, más allá de esa estrategia de la compañía, la mayoría social cree que la multinacional sí tiene razones para la queja, sobre todo, después de la última subasta de interrumpibilidad que ha dejado muy mermados sus ingresos por este servicio (la remuneración general se reduce alrededor de un 40%) y cada vez hay más órdenes para parar por parte de Red Eléctrica.
Pero por si esto no fuera suficiente, el pasado martes en París, el presidente del grupo y director general en Europa, Aditya Mittal, auguró una desaceleración del crecimiento de la demanda para 2019, al pasar del 2% o 3% que se incrementará este año, al 1,4% del próximo ejercicio.
Esta moderación se suma a otros problemas, como los que ocasiona la guerra comercial entre China y EE UU. El problema no es tanto directo como indirecto, aunque el tren de alambrón de Gijón sí ha sufrido las consecuencias del proteccionismo de Trump, ya que se frustraron varios envíos a EE UU de 'steel cord' (cables que llevan de refuerzo los neumáticos) porque en una ronda anterior el presidente americano impuso aranceles sobre estos productos. Pero, sobre todo, la preocupación es que otros países que destinaban parte de su producción a EE UU invadan el mercado europeo y, a mayor oferta, caída de precios. Para ello, la UE ha puesto medidas de salvaguarda comercial, aunque Arcelor no las considera suficientes.
Además, las industrias de esos países no tienen que hacer frente al gasto que supone el mercado de derechos de emisión de CO2, que cada vez resulta más caro para las empresas, mientras que los productos que vienen de fuera no tienen que pagar por contaminar. Por ello, Mittal reclamó también un arancel de carácter ambiental para las importaciones.
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