«Isastur está en franca recuperación y en 2024 esperamos muy buenos resultados»
«Hace tres o cuatro años, un 70% de nuestra actividad estaba fuera de España y ahora esto se ha invertido por las energías renovables»
Fernando Alonso (Gijón, 1960) ve con optimismo los próximos meses después del fortísimo impacto que supuso la pandemia para el grupo empresarial que preside, Isastur, ... especializado en las infraestructuras energéticas. Después de recibir respaldo del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, la firma ha logrado remontar el vuelo y las expectativas para este año y, sobre todo el próximo, son positivas.
–Ha pasado un año desde la concesión del préstamo de 40 millones del Fondo de Solvencia. ¿Isastur ha recuperado el brío?
–La aprobación fue en junio de 2022, pero los fondos no llegaron hasta septiembre. Y una parte que muy relevante que es el funcionamiento de las líneas de avales, porque sin ellos no podemos trabajar, no estuvieron en marcha hasta enero o febrero. Llevamos en realidad con la refinanciación funcionando, por decirlo así, apenas cuatro meses. Pero se nota que ahora ya la situación está mejor y que va a mejorar. Tenemos un futuro prometedor en este sentido.
–¿Cómo prevén cerrar el año?
–El cierre del año va a ser neutro, pero es un progreso muy importante. Tuvimos un 2020 horrible, 2021 fue también fatal y 2022 fue bastante mal por la falta de financiación, y este año estamos en franca recuperación, aunque todavía arrastramos colas de la pandemia. Se ve la mejoría al revisar el plan de negocio y somos optimistas. En 2024 tiene que ser bueno porque ya no tendremos lastres y, con el mercado como está, esperamos que haya muy buenos resultados. Va a ser un año como los de antes.
–El despliegue de las renovables es fundamental para la recuperación de las ingenierías y el metal. ¿Se percibe ya este auge?
–Somos una empresa un poco especial en este aspecto porque nos dedicamos a eso en concreto. Plantas de energías renovables en sí suponen para nosotros un 60% aproximadamente y lo que son subestaciones e infraestructuras eléctricas que siempre acompaña a estas instalaciones supone otro 20%. El 70-75% de nuestro negocio tiene que ver con la energía y ahora lo que se está moviendo, aparte de renovaciones que se tienen que hacer siempre, es en renovables. Y para nosotros se nota muchísimo.
–¿Se nota la llegada de los fondos europeos?
–Se nota. Vemos ahora un 'boom' en ese aspecto. Creo que es un 'mix' de la llegada de los fondos y de que se ve como más claro todavía que no se puede depender de energías que no sean renovables. La guerra de Ucrania lo que hizo fue disparar bastante los costes de la energía, por lo menos transitoriamente, y todo el mundo se está dando muchísima más prisa de la que ya había. No es un objetivo nuevo, las renovables están incrementado su implementación desde hace diez o quince años por lo menos, pero ahora es muy acuciante. Los fondos europeos sirven para que los inversores aprieten un poco el acelerador, pero no creo que sea el factor determinante, iba a pasar en cualquier caso.
–¿En España vamos con retraso respecto a otros países en el desarrollo verde?
–Diría que vamos mejor. Hace tres o cuatro años, un 70% de nuestra actividad estaba fuera y un 30% dentro, contando con la industrial, y ahora se invirtió, tenemos muchísimo más trabajo en España que fuera. Para nosotros es más cómodo y más seguro. Pero también trabajamos mucho fuera, para clientes que conocemos. El desarrollo en energías renovables es una ola mundial y las empresas españolas tenemos bastante suerte porque en España se empezó relativamente pronto a hacer ese tipo de inversiones. Tenemos una experiencia que nos sirvió para expandirnos, aunque también tiene sus problemas porque la pandemia nos pilló sobre todo con proyectos de renovables comprometidos con administraciones públicas.
–También se han adentrado en el negocio del hidrógeno verde. ¿Qué posibilidades les ofrece?
–Estamos trabajando ya en algunos proyectos concretos. Este tipo de trabajos nos interesan porque tiene mucho más componente que el eléctrico. Tenemos una empresa que es de montajes mecánicos, que además trabajaba mucho con calderas de centrales convencionales y buscamos alternativas de ese estilo. No sé cómo está de verde el tema del hidrógeno, porque en esto hay mucha discusión, pero está claro que es la forma de almacenamiento natural de toda la producción renovable.
–Uno de los grandes problemas de las ingenierías y del metal es la falta de mano obra. ¿Cómo les afecta?
–Yo que llevo 40 años trabajando escuché que faltaba mano de obra cualificada desde el primer día. Ahora sí puede ser un problema relevante por lo que es la pirámide poblacional. Cuando va habiendo menos gente en la base te encuentras con que no tienes cómo reponer a quienes se jubilan. En mi opinión, creo que tiene que ver más con el asunto demográfico que con la gente tenga más o menos interés. Facilitar la formación del personal que empieza a trabajar es una dificultad que no ha cambiado mucho, el problema es que no hay gente. Entiendo que es un problema cultural muy difícil de invertir de una manera rápida.
–¿Qué solución ve a corto plazo?
–Habría que llevar a cabo unas políticas serias de conciliación para que la gente se anime a tener descendencia, que creo que es complicado, pero por lo menos no hay que poner trabas. También habría que pensar que en otros países la pirámide es de otra manera, por lo que sus habitantes buscan dónde ir a trabajar y lo que tenemos que hacer es traerlos. Creo que es lo único que se puede hacer. Aparte de esto, siempre se puede afinar el proceso de formación, pero me parece que pocos trucos mágicos hay. Se puede mejorar, pero no creo que sea lo determinante.
–¿La fiscalidad de Asturias resta competitividad a las empresas?
–Cada uno tiene su opinión y creo que en este aspecto las empresas tienen poco que decir. Otra cosa es que para el tejido productivo es malo en el sentido en que puede llevar a deslocalizaciones, sobre todo de empresas familiares. En lo que deberían competir las comunidades es que haya gente en ellas. Asturias tiene la responsabilidad de que haya personas que quieran venir aquí a vivir. Lo lógico sería que hubiese una armonización fiscal para que no existiesen diferencias enormes a unos kilómetros de distancia.
–La I+D será una pieza clave. ¿Está el metal asturiano preparado en este sentido?
–Se podría estar mejor, sobre todo si te comparas con el País Vasco, sin ir más lejos. Estamos flojos, pero no en la indigencia. Se hacen muchas cosas, el problema que hay en España en general y en Asturias quizá esté más acusado es que el tamaño del tejido empresarial, formado por empresas muy pequeñas, que no tiene tiempo para hacer I+D porque bastante tienen con el día a día. Los lugares donde hay una innovación más potente también son los que tienen grandes empresas.
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