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En la imagen, el Rey visita Mantequerías Arias, la empresa alimentación más antigua de España. En el vídeo, un resumen de las visitas de Felipe VI a la fábrica y a la estación de ALSA en Oviedo, celebrando las efemérides. Damián Arienza
175 años de Mantequerías Arias

El Rey, en Asturias: «Siempre hay Burgo de Arias en casa»

El monarca visita la empresa, que cumple 175 años de historia, y muestra interés sobre el proceso, los envases y las demandas ambientales

Jueves, 25 de enero 2024, 11:35

«Ha sido formidable». La factoría de Mantequerías Arias de Vegalencia, en Ribera de Arriba, vivió este jueves «un día histórico». El Rey Felipe VI se sumó a la celebración de los 175 años de historia de la compañía y lo hizo conociendo, de la mano de sus directivos y trabajadores, el proceso de elaboración de su famosa mantequilla, su producto original, y del queso fresco Burgo de Arias, que fabrica la planta asturiana con el queso de untar San Millán.

La plantilla había vivido los días previos con nervios, pendiente de que todo saliera a la perfección en un día tan esperado. Pero tal fue «la cercanía» y la «amabilidad» del monarca, que «la sensación de tranquilidad fue enorme», además de la satisfacción de comprobar que «es un hombre que está al día de las necesidades del mercado y de lo que pasa en el mundo». Fue el sentir general tras una jornada que Felipe VI inició fotografiándose con el comité de dirección junto a la placa conmemorativa. Le acompañaban el ministro de Transportes, Óscar Puente, y el presidente del Principado, Adrián Barbón, con otras autoridades regionales y locales como la delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa; el presidente de la Junta General, Juan Cofiño, y el alcalde de Ribera de Arriba, Tomás Fernández.

Tras la instantánea, el monarca se dirigió a una carpa habilitada, donde Javier Roza, director general de la compañía -la más antigua de alimentación de toda España-, explicó el nacimiento y evolución de la empresa. Una firma que nació 1848 en Corias de Pravia de la idea de una mujer, Carmen Fernández, pero que nació con el apellido de su marido, Antonio Arias, más comercial que el suyo. Una época en la que no había electricidad ni transporte mecanizado, por lo que había que ir a vender «andando, en burro o en carro».

Aquel negocio fructificó y fue Ángel, uno de los dos hijos de los fundadores, quien continuó con él. Así fue desgranando el nacimiento de la fábrica en Oviedo en 1910, la ampliación de la red comercial a las principales ciudades del país, curiosidades cómo que en aquel entonces ya puso la fecha de envasado; el traslado de la actividad industrial de Oviedo a Vegalencia; su incorporación al grupo francés Bongrain (hoy Savencia), dueño de Caprice des Dieux, y la reinvención del queso fresco con el lanzamiento de Burgo de Arias en 1992, del que hoy en día es imagen el olímpico asturiano Saúl Craviotto en una variedad con aporte proteico.

Un éxito, recordó Roza, que no podría haber sido posible sin los proveedores: los ganaderos y los agricultores. «La suya es una profesión muy difícil, exigente y poco remunerada. Es poco atractiva» y quiso resaltar su esfuerzo por la «importancia de la actividad quesera para la España rural».

Cédula de Alfonso XII

Tras ese repaso por la historia, Felipe VI tuvo oportunidad de ver la cédula por la que su tatarabuelo, Alfonso XII, otorgaba en 1882 el título de proveedor de la Casa Real a Boffard, que es la marca de queso más antigua de España y que fabrica el grupo, y que hoy sigue haciéndole llegar en Navidad para recordar esa tradición.

En un 'minimuseo' preparado para la ocasión, comprobó también cómo eran las mantequeras antiguas y una maxaladora (la máquina que se utiliza para mezclar la mantequilla) para «evocar lo que se hacía antes». Una antigua lata captó la atención del ministro de Transportes, Óscar Puente, y sacó su teléfono móvil para fotografiarla.

Ya en la factoría, Sara Herrero, responsable de proceso y de TPM (mejora continua), explicó al Rey el proceso de elaboración de la mantequilla. Primero, sobre el diagrama de flujo (la representación gráfica de las distintas operaciones) y después en la sala de fabricación. Ya en el primer paso el monarca sorprendió al preguntar por el destino que le dan al suero de fabricar mantequilla. «Lo usamos como leche desnatada para fabricar otros productos lácteos en la fábrica. Es un producto nutricionalmente muy bueno», explicó Herrero. Y Javier Roza abundó en que hay una marca que lo está comercializando como bebida láctea.

En la fábrica subió a la escalera para ver caer la mantequilla al silo y se sintió tentado a probarla. Tuvo ocasión minutos después, en el proceso de envasado. «Dijo que estaba muy buena. La verdad es que la mantequilla recién fabricada tiene un aroma superintenso, muy especial. Los fermentos están recién inyectados y está a una temperatura de 15,16, 17 grados. Es mucho más blandita y se funde muy rápido. La experiencia es distinta a consumirla en el hogar», comentó Sara Herrero a EL COMERCIO. Fue entonces cuando el Rey trasladó a la plantilla que «es muy fan de la mantequilla salada y que le encanta el queso». Relató que ya de pequeño empezó a probar Caprice des Dieux ('Capricho de los dioses') y que la mantequilla que hay en su «casa» es la de Arias.

A lo largo del recorrido -en el que pudo ver la máquina más antigua de mantequilla de la planta (de 1970), apuntando que «estaba muy bien» para el tiempo transcurrido-, también se interesó por los tipos de envases y por cómo respondía el grupo a las demandas medioambientales de la ciudadanía. «Es conocedor y sensible al mercado», apuntó Javier Roza. Tras firmar en el libro de honor, se hizo una foto de familia con los 145 trabajadores de la fábrica (el grupo tiene cuatro más en España). En ese momento de mayor cercanía quiso felicitarles por los 175 años porque esa longevidad es «señal de buen trabajo».

Les animó a seguir para poder celebrar otros tantos años, les dio recuerdos de la Reina y la Princesa Leonor y volvió a hacer otra confesión: «En casa siempre hay Burgo de Arias», según contó Bárbara García, que trabaja en laboratorio. Y, antes de cerrar el acto oficial con un fuerte aplauso, estrechó la mano de Joaquín Rodríguez Arranz, trabajador con Síndrome de Down, que le había tendido la suya muy ilusionado y que ya había coincidido con él en el interior. Después, hubo a un brindis y un pincheo en el que pudo degustar las distintas variedades de queso. «Ha sido un día especial», decía Ana Isabel Moral, de aprovisionamiento lácteo: «Basta ver la sonrisa de todos».

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