Asturias no está condenada a un alto desempleo
El Principado alcanzó el pleno empleo en 1976 y 1977 con tasas de paro inferiores al 4%
Diego Barceló Larran
Martes, 17 de mayo 2016, 17:55
El secretario general de CC OO en Asturias, señor Antonio Pino, dijo hace unos días en el programa La lupa, de Canal 10 (declaraciones recogidas luego por EL COMERCIO) que nuestra autonomía no tiene «dimensión de mercado para cubrir el paro actual». Eso viene a querer decir que, como Asturias es pequeña, está condenada a sufrir un elevado desempleo de forma permanente.
Los hechos muestran que esa apreciación es un error. Asturias fue siempre igual de pequeña. Su tamaño no impidió que, por ejemplo, en 1976 y 1977 tuviera pleno empleo (tasa de paro inferior al 4%). En igual sentido, una mirada a los datos de países europeos muestra que no hay una relación definida entre la «dimensión de mercado» y la tasa de paro. Estonia, con 1,3 millones de habitantes, tiene una tasa de paro de 6,4%. Es decir, una tercera parte que el 19,5% que sufre Asturias. Luxemburgo, aún más pequeño (563.000 habitantes), también tiene una tasa de paro de 6,4%. Grecia, con casi 11 millones de habitantes, registra un 24,4% de desempleo.
En cambio, la tasa de paro sí muestra una clara relación inversa con el grado de libertad económica del cual gozan emprendedores y trabajadores. Para seguir con los mismos países antes mencionados, Estonia es la segunda economía más libre de la UE, mientras que Grecia es la menos libre. La misma relación inversa se encuentra en otras regiones del mundo.
Por lo tanto, la solución al alto desempleo asturiano la tenemos aquí mismo, en Asturias. Por ejemplo, permitiendo una plena libertad de horarios comerciales, presionando a los ayuntamientos para que eliminen el Impuesto de Actividades Económicas (que recauda poco, pero castiga mucho a quien lo paga), suprimiendo el Impuesto de Sucesiones (que castiga especialmente a las empresas familiares cuando la propiedad pasa de una generación a otra), permitiendo inversiones que generarían empleos «de calidad» (como el fracking, hoy vedado por prejuicios muchas veces erróneos) y un largo etcétera.
Sin embargo, las propuestas del señor Pino para combatir el desempleo van exactamente en la dirección opuesta. En general, pasan por pedir más gasto público y más intervención gubernamental en la economía. Admitamos, para ser justos, que no se trata de un problema del señor Pino. Es la orientación general de los sucesivos gobiernos del Principado lo que ha creado la situación que hoy tenemos en materia de desempleo. Una orientación que promueve la ampliación del espacio que ocupa el sector público en la economía de la región. Y, al mismo tiempo que desconfía del sector privado como generador de empleo y riqueza, le exige un esfuerzo cada vez mayor para sostener ese sector público sobredimensionado.
El alto paro de Asturias (y de España en general) no es una fatalidad con la que nos veamos obligados a convivir. Es el resultado de unas políticas equivocadas. Querer resolverlo aplicando las mismas políticas es tan equivocado como querer aprobar un examen de matemáticas estudiando con un libro de geografía.