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Jueves, 5 de abril 2018
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«Le enseñé mi mano a Rajoy y le comenté que así acabamos las camareras de piso. Se quedó boquiabierto, le impresionó muchísimo nuestra situación porque una cosa es que te lo cuenten y otra verlo». La asturiana Pilar Cazorla tenía claro que debía mostrarle al presidente del Gobierno las huellas que ha dejado en su cuerpo su oficio como limpiadora en un hotel de Gijón. «Una mano paralítica, con un 33% de minusvalía, por la sobrecarga de trabajo que tenía en una empresa externa», explicó ayer después de la reunión mantenida con otras cuatro portavoces de las 'Kellys' y Rajoy en la Moncloa. Según Cazorla, las portavoces del colectivo de camareras de piso salieron del encuentro «muy satisfechas» ante la respuesta del jefe del Ejecutivo.
Le contaron las penurias que supone su trabajo. En el caso de Cazorla, las repercusiones físicas se manifestaron, de manera grave, a los diez meses de comenzar a realizar estas tareas. «Tenía todos los tendones de la mano derecha pegados», subrayó. El hotel le asignaba 24 habitaciones cada jornada –por 36 euros al día–, pero cuando terminaba debía ayudar a sus compañeras con el resto. «Siempre echaba horas de más y, si quería vacaciones, me daban de baja en la Seguridad Social y no cobraba», apuntó. Ante esta situación, optó por llevar a juicio a la empresa para la que trabajaba. Tras escuchar su relato, Rajoy «se comprometió» a estudiar su caso, indicó Cazorla.
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