Carlina López, candidata de Vox a la Presidencia del Principado.

La candidata que siempre lleva la medalla de sus abuelos

Carolina López. Hija de hosteleros, nieta de ganaderos, la candidata de Vox vendió móviles hasta que logró abrir su propia empresa como arquitecta técnica

Chelo Tuya

Gijón

Viernes, 12 de mayo 2023

Todo empezó en un fin de semana en Santander. «Nunca habíamos hablado de política, esa es la verdad, somos amigas desde 2010, pero la política nunca nos había interesado. Sin embargo, un día llegó un amigo contándonos que había un nuevo partido, que se llamaba Vox. Nosotras nos íbamos de fin de semana a Santander y ella se lo pasó entero leyendo sobre Abascal, informándose. Al acabar, me dice: 'Auro, es que es lo que yo pienso. Es que me representa'. Y ahí empezó todo».

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INFANCIA. Carolina García, de pequeña, con la gorra de Guardia Civil de su tío.

Auro es Aurora Iglesias, la compañera que conoció en 2010, «cuando solicitó empleo en una franquicia de telefonía en la que yo trabajaba»; la socia, porque «abrimos juntas una empresa de reformas, porque ella es arquitecta técnica» y, sobre todo, amiga «casi hermana» de la candidata de Vox a la Presidencia del Principado. Y es ella la que relata cómo fue la entrada en política de Carolina López (Tineo, 1985). «Esa semana nos afiliamos. Y hasta hoy», dice quien trabaja codo con codo con la candidata durante la campaña electoral.

JUVENTUD. En Oviedo, con Mafalda, ciudad a la que vino a vivir tras cerrar el negocio familiar en Tineo.

Un hoy que tiene tras de sí toda una legislatura, esta que acaba ahora, en la que Carolina López ha sido concejala por Vox en Tineo, su tierra, donde vive su familia y donde tiene en Ansarás la casa familiar. La misma que su hermano ha inmortalizado dando con ella nombre a su restaurante en Oviedo: Casa El Marmío.

FAMILIAR. Carolina López con sus hermanos, José Manuel y Adriana, y con sus padres en el restaurante de su hermano en Oviedo.

Porque además de a Auro, su amiga-hermana, la candidata de Vox tiene sus propios hermanos. Adriana, la benjamina de la familia hasta hace 9 meses, cuando nació Olivia, su sobrina «a la que adora», la hija de su hermano menor, José Manuel que se define, directamente, como fan: «Soy muy fan de mi hermana, Es una mujer hecha a sí misma. Nadie le regaló nada. Está ahí por méritos propios»

Camarera desde cría

Unos méritos que, recuerda su hermano, comenzaron desde muy pequeña. «Mis padres tuvieron, durante 32 años, el restaurante Cervantes, en Tineo, así como la discoteca. Y a los dos nos tocó trabajar en el restaurante en fines de semana, vacaciones, en la Feria de Muestras, en San Roque... Y digo los dos, pero es verdad que ella trabajó mucho más que yo».

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Se ríe José Manuel recordando que «yo fui más 'pieza'», mientras que su hermana, al ser la mayor, «le tocó abrir el camino. Por ejemplo, de chavalina, si quería salir el fin de semana, tenía que trabajar en la discoteca. Si no, nada». Una circunstancia que, no obstante, «nunca le importó. Mi hermana ha pasado por momentos buenos, malos y peores, pero en todos, en todos, siempre ha tenido una sonrisa. No puedo explicar la admiración que siento por ella».

Una sonrisa que sirvió, incluso, para ocultar una quemadura. «Creo que era en una Feria de Muestras de Tineo y el bar estaba lleno. Iba muy rápido a servir un café y se le cayó por encima. Se aguantó la quemadura con una sonrisa», recuerda José Manuel López.

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Hermanos y cómplices, ambos compartieron piso en Oviedo cuando la familia tuvo que cerrar el negocio en Tineo. «No fue porque quisiéramos, sino porque entró en vigor la Ley Boyer (el real decreto de arrendamiento) y eliminó las rentas antiguas. Nos pedían un dineral por el alquiler, así que, con mucha pena, porque queríamos seguir en Tineo, tuvimos que venir a Oviedo».

Allí estudió ella, primero, delineación, formación que culminará años después, con el título de arquitecta técnica por la Universidad de Salamanca. Es en la capital asturiana donde él regenta ahora el restaurante con el que homenajea no solo a sus padres, sino a los pilares de ambos hermanos, «a bulita y a bulito, a nuestros abuelos maternos. La suya es Casa El Marmío y ese es el nombre de mi restaurante».

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Uno en el que Tineo y Ansarás «está muy presente, con todas las fotos que tenemos aquí colgadas, a mi hermana le encanta», como también lo hacen otras fotos, también colgadas, pero no de las paredes del restaurante, sino del cuello de ambos hermanos. «Es una medalla con las fotos de bolo y bolita», es decir, con las fotos de Antón y Celia.

Dos personas a las que ella utilizó en el discurso de presentación de su candidatura en Oviedo, el pasado 15 de abril, en un acto presidido por el propio Santiago Abascal. Además de reivindicarse como «hija de hosteleros» recordó que «soy nieta de ganaderos», algo que su hermano no solo suscribe, sino que utiliza para defender el gran conocimiento «de la realidad que tiene Carolina. Sabe bien lo que es el campo asturiano, lo que supone cuidar del ganado, ir a la hierba y cosechar».

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Una cercanía a dos de los sectores económicos más importantes de la región que le han servido «para conocer los problemas y buscar las soluciones. Antepone las necesidades de los demás a sus propios intereses». La frase la dicen, en momentos y lugares diferentes, tanto Aurora Iglesias como José Manuel López. Pero también la repite José María Figaredo. Y también sin saber la opinión de los otros 'confidentes' de ese perfil.

«Es una buena persona con gran sentido común, que es algo muy raro en política», asegura el presidente de Vox en Asturias y diputado en el Congreso. Apunta él que, «aunque llevo poco en política, estoy acostumbrado a ver a mucha gente que es tremendamente imprudente. Con tal de conseguir el titular, hacen lo que sea».

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Reconoce que puede resultar previsible «que hablemos bien de Carolina», pero insiste en que «es la realidad. Carolina es lo que se ve. Una persona muy humilde con una capacidad de trabajo extraordinaria». Y pone ejemplos. «Después de una jornada de doce horas sin parar, llega a casa y prepara iniciativas y las envía, discursos, hay que verla para creerlo». Aurora Iglesias remacha la idea: «Carolina es incansable en el trabajo. Si llega presidenta, Asturias volverá a ser lo que fue».

La humildad por bandera

Una posibilidad, la de que sea presidenta, que también defiende su jefe de filas. «Con Carolina como presidenta del Principado, Asturias tendría, por una vez en la vida, a una persona normal al frente de la institución».

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Y aclara José María Figaredo el concepto de 'normal'. «Todos los presidentes que ha tenido Asturias han sido aves rapaces de la política. Vienen de la política, del sindicato, del colmillo retorcido, de codazos y puñaladas para haber llegado al cargo». Algo que, asegura, «no es el propósito de Carolina, ella siempre ha dicho que si creemos que hay alguien que puede hacerlo mejor, que adelante, que ella le apoyaría».

«Porque es muy humilde», asegura Aurora Iglesias. «Mi hermana antepone los problemas de los demás a los suyos», apunta José Manuel López. «No tiene el ego típico de los políticos. Ella está para buscar el bien superior, no para autopromocinarse», sentencia José María Figaredo.

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Además de humildad y capacidad de trabajo, el otro puntal de la personalidad de la candidata de Vox es «su cercanía. Todo el mundo la conoce y habla bien de ella. Cuando el río suena...», dice Figaredo, mientras que su hermano está convencido de la «total capacidad» de su hermana para ponerse al frente del Principado. De una experta en reformas que tiene por delante el reto de ampliar la derecha asturiana. El 28 de mayo sabrá si le dan licencia de obras.

«Llevo siempre una medalla con las fotos de mis abuelos»

No podría ser otra cosa. Para una persona en la que Tineo, Ansarás, bulito y bulita son palabras repetidas, queridas y en mayúsculas, el objeto preferido de Carolina López tenía que ser una medalla. Pero uno una cualquiera. Es un colgante en el que aparecen las fotos de Antón y Celia, sus abuelos maternos. «Para mí son eternos, por eso llevo una medalla con su foto».

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No es la única. El peso que los abuelos maternos han tenido en los hermanos López, ella y José Manuel, llega al punto de que la casa familiar, Casa El Marmío, da nombre al restaurante de él en Oviedo. Y a que tenga en su cuello la misma medalla que su hermana.

Con cinco años de diferencia, ambos pasaron sus primeros momentos vitales en la casa de los abuelos maternos, una que conservan aún y que es, en palabras de José Manuel, «casi una granja-escuela, hay de todo». Escuela fue, sin duda, para la Carolina parvulita «que aprendió bien lo que supone ir a la hierba, cuidar del ganado... Lo que es el campo asturiano».

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