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ANDRÉS SUÁREZ
OVIEDO.
Domingo, 14 de abril 2019, 04:34
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El acto que Vox protagonizó el pasado viernes en Oviedo puso imagen a una percepción que, más allá de las encuestas, parece asentarse en la sociedad española y asturiana: que el partido que lidera Santiago Abascal viene pisando fuerte. Entre las formaciones que compiten por los siete escaños en juego en el Principado se daba por hecho que Vox buscaba con este mitin una «demostración de fuerza», por utilizar el término empleado por el propio Abascal durante su intervención, pero las fotografías que representan el palacio de congresos de la capital con todos sus asientos ocupados y con varios centenares de personas a las puertas cogió por sorpresa a más de un dirigente. Era previsible que los ecos de lo acontecido en Oviedo resonaran más allá y así sucedió en el momento en que el vicepresidente de Foro, Francisco Álvarez-Cascos, entró en la refriega y aseguró que «Vox es el voto útil del PSOE» y que respaldar al partido de Abascal favorece únicamente a los socialistas y penaliza al centro-derecha. El secretario general de la Federación Socialista Asturiana, Adrián Barbón, consciente de que la efervescencia de la derecha favorece la movilización de los suyos, no rehuyó el debate: «A mí la reconquista que me gusta es la de los derechos».
Nadie en el espectro del centro-derecha asturiano esconde su preocupación ante el impacto que el empuje de Vox puede tener sobre sus expectativas electorales. Algunos hacen su reflexión en público, como sucedió con Cascos. Otros, como fue el caso de dirigentes de distinto rango del PP, lo hacen en privado, sin ocultar el temor a la posibilidad de que la ola del partido de Abascal merme su bolsa de apoyos. Esa inquietud se extiende también a una parte de la izquierda. En el seno de Podemos, por ejemplo, no se disimula el miedo a que Vox arrample con los votos de ese sector de la población que, ajeno a las ideologías, va a las urnas a mostrar su descontento con el sistema en general y con la política en particular. Abascal, de hecho, no se cierra ninguna puerta y en el mitin de Oviedo llamó a la «buena gente» de la izquierda, esa que tiene «sentido común» y que está descontenta con la línea política de sus partidos tradicionales, a sumarse a su proyecto.
La incógnita ahora es en qué medida se puede trasladar a las urnas la nutrida asistencia de público al acto de Oviedo y al resto de mítines que, con un desenvolvimiento similar, Vox está celebrando en otros puntos del país. Preguntado sobre ese punto, Cascos se retrotrajo al pasado para minimizar el impacto del fenómeno de Abascal y los suyos. Recordó, en concreto, cómo en la campaña de 1977 Alianza Popular celebró un mitin en una abarrotada plaza de toros de Madrid, mientras que la asistencia a los actos de UCD era mucho más modesta. Y, al final, UCD ganó aquellas elecciones muy por delante de AP. La conclusión que saca el hoy vicepresidente de Foro es sencilla: «No importan las mayorías ruidosas, importan las mayorías silenciosas que deciden con sus votos».
A juicio de Cascos, el más interesado en alimentar el impulso de Vox es el PSOE. Los socialistas son «buenos estrategas», razonó, ya que son conscientes de que por sí mismos el partido y Pedro Sánchez «no pueden crecer» y por tanto optan por «focalizar» la campaña en Abascal para así dividir y fragmentar al adversario. Si Vox crece en Asturias, remachó su argumento, lo hace por la vía de «restar» a la coalición de Foro y PP. «El único voto para cambiar las cosas en Asturias es el de PP-Foro», zanjó.
La discusión tiene visos de enquistarse porque, conocidas las palabras de Cascos, entró al trapo el coordinador del programa autonómico de Vox en Asturias y previsible candidato al Principado, Ignacio Blanco. «La mayoría silenciosa de Foro es tan silenciosa que no los votará nadie», apuntó a modo de réplica a los ataques de Cascos, asegurando que gente de Foro se están acercando a Vox para ofrecerse como interventores y apoderados ante la cita del 28 de abril. Blanco disparó por elevación y apuntó a Madrid. «Los últimos movimientos de PP-Foro solo se explican por el ascendente de Cascos sobre Casado a través de Aznar», deslizó. Y remarcó: «En Asturias, Casado es una marioneta en manos de Aznar y Cascos».
El barullo da una baza al PSOE para reivindicar el mensaje de la movilización de la izquierda, «concentrando» el voto en la opción socialista para «impedir que la extrema derecha marque la agenda». Barbón lanzó ayer dos dardos con intención. Uno, que «algunos se pegan por las banderas y otros hablamos de las personas». Dos, que «a mí la reconquista que me gusta es la de los derechos, la subida del salario mínimo y las pensiones».
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