Alejandro Díaz Castaño, director del Festival de Cine de Gijón
«El cine de autor goza de una salud de hierro»«Este año hay casi 200 títulos para todos los públicos y con un elemento en común: la calidad»
En capilla está Alejandro Díaz Castaño, director del FICX, que el 14 de noviembre alza el telón con doscientas películas dispuestas a llenar de arte ... las salas y las pantallas.
–Permítame empezar recordando a Fran Gayo. ¿Habrá algún recuerdo hacia él especial?
–Le seguimos teniendo presente todo el tiempo. Es una de esas raras personas que ha dejado profunda huella. Este año Fran sigue formando parte del equipo, porque estuvo viendo películas como asesor de programación del FICX hasta el mes de abril. En el día a día se le echa muchísimo en falta. La lucidez de sus comentarios, su personal sentido del humor, la brillantez de sus escritos… Por supuesto, tendremos también un recuerdo especial para él, intentando ser fieles a su espíritu y organizando solo cosas que creemos que a él le gustarían. Así, el domingo 16 de noviembre organizaremos un brindis por él en el Toma 3, lugar que adoraba.
–¿Qué tiene este FICX que no tengan los anteriores?
–¡Pues casi doscientos títulos nuevos! (risas) Además, muchos de ellos de estreno absoluto en España y que constituyen algunas de las piezas más esperadas por la cinefilia de nuestro país. Este año contaremos con la visita de varias personalidades destacadas del ámbito audiovisual internacional que nunca antes se habían acercado a Gijón, como Ira Sachs, uno de los grandes del cine independiente estadounidense contemporáneo. Y tenemos más cine español que nunca antes en la Sección Oficial Albar con hasta cinco producciones de nuestro país, inclusive el estreno mundial de la película de Javier Marco, 'A la cara', protagonizada por unos estelares Manolo Solo, Sonia Almarcha y Roberto Álamo; o el nuevo largometraje de Lluís Miñarro, 'Emergency Exit', protagonizado por Emma Suárez, Aida Folch, Naomi Kawase y Marisa Paredes en el que fue su papel final antes de su fallecimiento. Y eso solo es la punta del iceberg de un programa que incluye películas para todo tipo de públicos con un elemento en común: la calidad. Además este año tenemos muchísimas más comedias que otros años, y películas que utilizan el sentido del humor para filtrar la realidad, contribuyendo decisivamente a equilibrar y refrescar la programación.
–Albar es la sección fuerte. ¿Qué nos propone?
–Los criterios no permanecen iguales cada año; se transforman con el paso del tiempo y en función de las cosechas cinematográficas de cada temporada. Por un lado, buscamos interpretar el zeitgeist, es decir, el espíritu del momento histórico en el que vivimos, y que la programación lo exprese de manera crítica. Esto no implica necesariamente que las películas deban abordar de forma literal los temas que dominan la agenda de los medios generalistas, aunque algunas como 'Kontinenal'25' de Radu Jude, acaban por ofrecernos un fresco muy certero, lúcido e hilarante de la Europa actual. Al mismo tiempo, evitando repetir fórmulas, por muy exitosas que hayan sido anteriormente. Existen también factores que no controlamos de forma consciente, pero hacia los que nos empujan los tiempos. Un ejemplo es el auge de cierto cine de autor marcado por el cinismo, el nihilismo y la deshumanización, que tuvo gran protagonismo hace décadas y que cada vez nos resulta menos atractivo. En su lugar, llevamos años apostando ya por un cine más humanista y constructivo, que ofrezca esperanza sin caer en la ingenuidad. Esto es algo de lo que hablé muchas veces con Fran Gayo, y él estaba de acuerdo en que era el camino a seguir. Y el crecimiento de la venta de entradas del festival hasta llegar a su máximo histórico el año pasado nos indica que el público de Gijón está conectando con las propuestas.
–Retueyos es la otra sección oficial. Lo mismo le pregunto.
–Sin duda la más fresca, sin que esto reste frescura a otros espacios competitivos como Albar o FICX Premiere, que este año se convierte en una competición dentro de la Sección Oficial por primera vez. Retueyos presenta una selección de trabajos a modo de 'brotes', primeros, segundos y terceros largometrajes de cineastas que creemos que es fundamental programar, vincular al FICX, y seguir en el futuro. Es un espacio en el que podemos tomar riesgos, apostar incluso por películas rodadas en plano secuencia, por narrativas menos convencionales pero igual de atractivas que los grandes títulos de la temporada. Este año estamos particularmente felices porque hemos dado con auténticas joyas. Títulos como 'Sugarland', de Isabella Brunäacker que viene de un recorrido alternativo en el circuito, y que es un trabajo cercano al Linklater de la trilogía 'Antes del...', o propuestas como 'Brother Verses Brother' de Ari Gold, un musical de autor muy humano. Lo mismo sucede con 'Skiff', de la flamenca Cecilia Verheyden. Otro ejemplo es 'Six Weeks On', de Jacqueline Jansen, una ópera prima madura y contundente, desde la frescura de una nueva voz del cine alemán.
–¿Qué momento vive el cine de autor?
–Goza de una salud de hierro. El cine, sobre todo cuando hablamos de cine independiente o cine de autor, es un medio en constante evolución, donde levantar los proyectos no es tarea fácil y requiere de un esfuerzo constante, de entusiasmo, de constancia... y este ímpetu se nota en la diversidad y calidad de los trabajos. Este año hemos revisado, entre cortos y largometrajes, más de 2.500 títulos, de los que menos del 10% han llegado a la selección final, pero podrían haber sido muchos más. El hecho de que elegir la programación final nos resulte difícil es muy buena señal en cuanto al nivel de las propuestas.
–Hay notable presencia española, ¿cuál es su diagnóstico?
–El 63 FICX brinda una ocasión de oro para zambullirse en la variedad de estilos, temáticas y planteamientos del cine español contemporáneo con inquietudes artísticas. En la selección conviven generaciones y planteamientos de producción muy distintos, siempre con la independencia creativa como bandera. Películas como 'Así chegou a noite' y 'As liñas deiscontinuas', firmadas por dos cineastas gallegos jóvenes, Ángel Santos Touza y Anxos Fazáns, muestran una madurez increíble en sus planteamientos, al igual que 'A la cara', segundo largo de Javier Marco. Y sin embargo un cineasta veterano como el mencionado Lluís Miñarro, ganador de la Palma de Oro de Cannes como productor, entrega con 'Emergency Exit' una de las películas del año que rezuma una mayor vitalidad juvenil. Y las cuatro conviven en Albar con un objeto fílmico no identificado como es la monumental 'Al oeste, en Zapata', en la que el joven David Bim filma Cuba en la línea de maestros como Lisandro Alonso o el mismísimo Béla Tarr. Este sano eclecticismo autoral se repite en el resto de secciones.
–Cinematografía hecha en Asturias, ¿qué me dice?
–Cuando asumimos la dirección del FICX, casi nadie recordaba cuál había sido la última película asturiana que había competido en la Sección Oficial Internacional. Hoy, el cine producido en nuestra región se integra de manera natural con el resto de la programación y está presente en las secciones más destacadas del festival. Y este año volverá a ser así. Marcos M. Merino es un director que lleva años desarrollando una carrera vinculada con la memoria sociocultural de Gijón y de Asturias. Este año presentará dentro el estreno mundial de 'Plaza Mayor', rodada íntegramente en este espacio de Gijón, que se convierte en espejo de la evolución de la ciudad y de sus gentes. Y volveremos a contar con doble presencia asturiana en la Sección Oficial Internacional de Cortometrajes, con 'El día que tal' de Pablo Casanueva y 'Tolos fueos el fuéu' de Diego Flórez. El nivel es notable, y me gusta pensar que el FICX y Semilleru, junto a otras instituciones y laboratorios con las que trabajamos conjuntamente, están contribuyendo de manera decisiva a que el cine asturiano crezca en calidad año tras año.
–El FICX es descubrimiento por otras muchas secciones, por los focos, por las exposiciones...
–Dedicaremos uno de nuestros focos a la cineasta astur-venezolana Elena Duque, destacada por su estilo experimental que combina animación, collage y técnicas analógicas para explorar temas como la identidad y la memoria. Y por supuesto ofreceremos diversas exposiciones, entre ellas la ficción sonora 'Mi nombre es John Ford', de Alfonso S. Suárez, que revive un momento crucial del Hollywood de los años 50 para reflexionar sobre la libertad de expresión y el patriotismo. Con un reparto excepcional de actores de doblaje, esta instalación podrá visitarse en el Centro de Cultura Antiguo Instituto. Y colaboramos también con la exposición 'Fareras: La luz que nos guía', un proyecto de Cristina Rodríguez Paz.
–Siguen cuidando muy especialmente al público infantil y juvenil. ¿Por qué es tan importante para ustedes Enfants Terribles?
–Es inevitable que sea el público que más se cuida. Por varios motivos. El primero porque el origen del festival como certamen de cine dedicado a la infancia y la juventud está indisolublemente unido a Enfants Terribles. Por otro lado, pensando en el futuro del certamen, una sección con una activa y amplia participación de espectadores y espectadoras jóvenes no deja de ser una especie de cantera de futuro público adulto. Es habitual encontrar a personas que empezaron asistiendo al festival como público de esta sección, y que luego pasaron por el jurado joven, y más tarde se convirtieron en público regular adulto. Y eso es lo que hay que seguir cuidando. Sobre todo, presentando a los niños y adolescentes una oferta de cine exhibido en salas que permita mantener el hábito de ver las películas en su espacio natural frente a los contenidos de rápido consumo en redes sociales y plataformas. Y en tercer lugar, Enfants Terribles es la sección con más público de todo el festival, y hay que cuidarla para que siga creciendo. Por eso la mimamos tanto y no es algo baladí.
–¿Pueden crecer las cifras de público o es muy difícil?
–La asistencia a salas tiene margen de crecimiento, esto es siempre así. El año pasado Albar creció un 38% en asistencia, y el global del festival en más del 11%. Aún hay espacio para mejorar estas cifras, puesto que no todas las sesiones cuelgan el cartel de «no hay entradas». Además, en esta edición aumenta ligeramente el número de proyecciones respecto a 2024. La sección Enfants Terribles es un caso particular en el que se están haciendo grandes esfuerzos y que este año presenta 18 títulos de cine infantil y juvenil. Este año se amplía la cantidad de butacas disponibles al utilizar más el Teatro Jovellanos y Gijón Sur en los pases matinales, con un Teatro de La Laboral que es un hervidero ya de forma continua. Pero esto sucede también con una moderada ampliación de pases matinales. No es tarea fácil hacer crecer el número de espectadores, pero es un esfuerzo constante que poco a poco da sus frutos.
–¿Están cómodos con el presupuesto con el que trabajan?
–Es una pregunta que va a tener siempre una respuesta parecida. Los costes de vida se incrementan, los gastos asociados al festival también, y lo normal es que el presupuesto vaya acompañando a ese aumento de precios, para mantener el mismo tamaño del FICX. También es importante tener bien posicionado al certamen y para ello nos gustaría poder incrementar la dotación económica de los premios. Sinceramente creo que tenemos un nivel de programación, de repercusión, de público en salas y de dimensión análogo al de festivales que nos superan e incluso duplican en presupuesto. Siempre digo que jugamos en la Champions, pero lo hacemos con un presupuesto muy ajustado. No nos vendría mal que se incremente para poder fichar a un nueve goleador (risas).
–Ocho años al frente del Festival. ¿Qué cambio advierte?
–Considero que existen dos etapas diferenciadas. La primera, que se prolongó hasta 2019, se caracterizó por el establecimiento de relaciones con cineastas emergentes, el fortalecimiento de vínculos ya existentes y la recuperación de otros con directores históricamente vinculados a Gijón. Durante este periodo, el FICX apostó como nunca por el cine asturiano y por la presencia de mujeres cineastas en sus secciones principales. Además, se puso en marcha una colaboración con el Festival de San Sebastián y otras instituciones, y Tito Rodríguez creó las jornadas de industria, actualmente conocidas como Semilleru. También se logró el respaldo económico y estratégico de la Unión Europea, así como el de numerosas entidades locales. Posteriormente llegó la pandemia y aprovechamos ese reinicio forzoso para orientarnos hacia un festival más sostenible, manejable y diseñado a escala humana. Se han alcanzado logros que antes resultaban difíciles de imaginar, como el estreno mundial de un largometraje de Mariano Llinás. Asimismo, hemos sido invitados de honor en varias de las últimas ediciones del Marché du Film de Cannes, junto a festivales como los de Venecia o San Sebastián, algo que anteriormente parecía inalcanzable.
–¿Hacía donde le gustaría ir?
–Me gustaría avanzar hacia un festival con más estrenos mundiales, a aumentar la dimensión europea de la prensa que se desplaza a Gijón y hacia continuar apoyando el cine de autor e independiente hecho en Asturias.
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