Premio de Honor del FICX

Ado Arrieta, cineasta: «El cine es un fuego que nunca se apaga, está en lo profundo del ser humano»

–¿Cómo llega usted a convertirse en cineasta?

–Yo empecé a hacer películas muy pequeño, cuando tenía 12 o 13 años, tenía una cámara de ocho milímetros con la que hacía todo tipo de películas cuando iba de viaje, en el verano, en el colegio... El cine me fascinaba, me pasaba la vida en las salas y veía las películas cincuenta veces... También pintaba. De la pintura pasé al cine. Descubrí que los cineastas que hacían cine independiente entonces, como Andy Warhol o Kenneth Anger, todo el underground americano, los primitivos Man Ray o Jean Cocteau, Luis Buñuel... lo hacían como quien pinta, como se hace cualquier tipo de arte. Y así empecé a hacer cine independiente, completamente libre, por mi cuenta y fuera de la industria y así hice mi primera película 'El crimen de la Pirindola', con una cámara mecánica en 16 milímetros, sin plan de trabajao, filmando durante un año y luego montándola al mismo tiempo que filmaba. Es completamente manual. Hay muchas formas de acercarse al cine: de cerca, de lejos, mentalmente, pero la forma en que yo lo hago es muy manual, entiendo el cine como la pintura.

–Es entonces un artesano del cine.

–Así es como he hecho bastantes películas, pero también he hecho películas ordenadas, industriales. Se puede hacer cine de muy diferentes maneras. Por ejemplo, a mí en Francia el Instituto de la Televisión me produjo varias películas y aquí hice 'Merlín', producida también por el Ministerio de Cultura, y últimamente 'Belle Dormant', la más cara que he hecho. Puedo hacer películas en el orden y en el desorden.

–¿Ser independiente entonces debió ser más complicado que ahora con la tecnología ayudando a todos a hacer cine?

–El cine depende completamente de la tecnología. Es un arte nuevo, figúrate que la pintura ha existido siempre, como la escultura y la arquitectura, pero este hace solo 150 años que existe y depende por completo de la tecnología. Nada que ver el celuloide con lo digital. Así va avanzando y yo no sé cómo será el cine del futuro, a veces me lo pregunto, pero supongo que seguirá por un camino que ni siquiera podemos imaginar.

–¿Es optimista en estos tiempos de plataformas y series?

–Sí, porque es como un fuego que no se apaga nunca. Siempre existirá. Está en lo profundo del ser humano y no creo que ni la televión ni nada parecido termine con esa actitud de crear, de querer seguir haciendo arte.

–¿Qué tiene que tener una obra de arte cinematográfica para usted?

–No hay más que ver las películas más primitivas para dar con la respuesta. Ese fuego existe en las obras de Morneau y Buñuel. Hay un cine que subsiste siempre, que se puede ver ahora y es completamente moderno y mucho más actual que películas que se hacen hoy.

–¿Cómo ve usted cine de hoy?

–Ahora voy poquísimo al cine. No voy nunca. Antes me pasaba la vida en el cine y ahora veo películas en mi casa o en televisión, reveo películas más que ver. Descubro algunas cosas pero pocas.

–¿No le interesa entonces?

–Me interesa el cine que se hace siempre.

–¿Le gusta más mirar el cine del pasado?

–Sí, porque el tiempo no existe en esas películas. Es como cuando miras un cuadro de Botticelli o Picasso.

–¿Qué sensación le produce ver sus propias películas?

–Me encantan. Últimamente las he visto en México, he ido a un festival estupendo y he vuelto a verlas y la verdad es que me gustan bastante. Algunas veces no puedo evitar arreglar algo que no me gusta. Cojo una película y vuelvo a trabajar en ella.

–¿Cuáles son los ingredientes de una buena película para usted?

–No lo sé. No hay una receta. Viene de tan profundo que no se puede analizar. No hay una fórmula para hacer películas ni para considerar si una cinta es buena o no.

–Ha trabajado en España y Francia, dos territorios diferentes respecto al cine y la cultura.

–Francia es más cinéfila, ellos inventaron el cine y hay como una tradición de cinefilia bastante fuerte. España también es cinéfila pero de otra manera.

–¿Cómo ve el cine español?

–No lo sé. Conozco algún cineasta estupendo, pero no quiero dar nombres.

–¿Qué papel juegan los festivales?

–Son importantes. El de Gijón lo es porque da a conocer producciones que no se conocerían de otra manera.

–¿Cómo se lleva con las series y las plataformas?

–Veo algo de vez en cuando. En Filmin hay alguna película mía.

–¿Le quedan muchas historias por rodar?

–Sí, tengo dos historias, que están bastante claras, pero prefiero no hablar de ellas hasta que se vayan haciendo.

–¿Va a seguir entonces?

–Claro, no puedo evitarlo. Es imposible. Es algo que estará siempre conmigo.

–¿Cómo es su proceso creativo?

–Es un deseo, una necesidad perentoria de hacerlo. Eso es lo más importante, lo otro viene por sí mismo, el argumento, los actores, todo eso se va organizando, es como si la película se hiciera sola. Para mí no es mi ningún esfuerzo, o al menos no lo siento así. Es un disfrute, es algo que no puedo evitar. Y lo paso muy bien editando, es en la edición cuando considero que la película se hace, es cuando realmente trabajas con el material. El montaje tienes que hacerlo tú mismo porque es la escritura de la película.