Festival Internacional de Cine de Gijón

Treinta y seis películas asturianas ponen el acento a un FICX «con caras nuevas»

Su opinión la refrendaba con cifras el jefe de programación, Tito Rodríguez, quien aclaraba que son treinta y seis películas en total las nacidas entre nuestras fronteras, lo que supone «el 21% de la programación. Es decir, un quinto de la programación es de cine asturiano», se enorgullecía.

Son seis más que en la edición anterior, lo que demuestra que el séptimo arte patrio «no envejece». Ejemplo de ello es Pablo Casanueva, quien firma 'Luna', un largometraje que hace una investigación sobre su propia familia. «Trato de recuperar una memoria que los de mi generación no pudieron conocer», apuntaba.

Un golpe de realidad brutal, que se aleja hasta alcanzar la fantasía en 'Una lluz', de Diego Flórez, que «trata la idea de la muerte, no desde la ausencia, sino centrándose en la permanencia, en la huella que queda presente». Esa huella se dibuja en los recuerdos visuales y en los sonoros como ocurre en 'Generación Xixón Sound', la cinta de Aure Roces, en la que queda retratada para la posteridad «una escena musical que acabó derivando en un movimiento cultural a principios de los noventa».

Aquellos grupos y aquellas canciones siguen retumbando en la mente de quienes vivieron ese apogeo de voces y guitarras en Gijón. Esos ecos quedaron grabados en la identidad como ocurre con la sidra, la protagonista de 'La gran manzana', de David de la Cruz, una película que lleva la cultura de nuestra bebida autóctona a «mercados tan internacionales como Estados Unidos».

Más de aquí, más de casa, es el argumento de 'Tres hombros no pueden ocultarse bajo la tapa de un puchero', de Asur Fuente y Sergio Montero. «Ponemos en valor el trabajo de las mujeres en la posguerra asturiana», explicaban, junto a José Riveiro, el autor de 'Armamento musical', un trabajo «que juega a contar una historia que ya se contó mil veces, pero a través de música y colores».

Son armas poderosas, lo demuestra también 'Engarradiella', de Daniel Lovi, «un documental que habla de la escena punk, dentro de la cual hay una problemática importante de homofobia y transfobia». Crítica social y tradiciones en 'Montiana. Entre hórreos y chimeneas', la película que firma Manuel García Postigo y que «recupera la memoria del poblado».

En agitar el futuro se centró, sin embargo, Konchi Rodríguez, directora de 'Planta -1', un trabajo realizado «con el alumnado del IES Doña Jimena», perfecto para sumergirse en la contracultura. Y, de ella, viajar al 'Territory', de Álex Galán, una película rodada en Kirguistán en pleno invierno, que propone «la deconstrucción del éxito».

El frío helador de sus paisajes deja paso a la desolación en 'L'escaezu de les piedres', de Omar Tuero, «que explora una realidad bastante soterrada: el destino de mucha gente acabada la guerra civil», contaba. «Se explora la existencia de los campos de concentración y se pone el foco en el de Arnao, que fue uno de los más longevos y tiene la dudosa distinción de haber encerrado a mujeres, ancianos y niños, cuyo único delito era ser familia cercana de republicanos».

Su oscuridad deja paso a la luz de 'Boreal', la ópera prima de Pelayo Muñiz Cabal, que fija la vista en una reunión de amigos, en la que los presentes «empiezan a plantearse qué harían si pudieran tener otra vida». Esta cuestión difícil de imaginar comparte espacio en el FICX con otros títulos asturianos como 'Retaguardia', de Ramón Lluís Bande; 'Campolivar', de Alicia Moncholí; 'Ojitos mentirosos', de Elena Duque; 'Pol Pot Dancing', de Enrique Sánchez; 'La revolución de las musas', de Mar Nantas, Yaiza de Lamo y Juno Álvarez; 'Campamento Flipy', de Rafa Parbus; 'Carmen y María. Dos caminos, una mirada', de la Fundación Princesa de Asturias; 'Sáhara. Fin de viaje', de Antonio R. Cabal, 'Vínculo, la llamada de un pingüino', de Batiste Miguel Gil, y '25 aniversario del Museo del Ferrocarril de Asturias', de Marcos Merino.

Por su parte, en la sección Asturies Curtiumetraxes Competición hay ocho títulos con sello de nuestra región, encabezados por 'La palmera', de Maryam Harandi, en el que –como el propio título indica– la historia gira alrededor de la palmera que la cineasta ve al otro lado de la ventana del salón.

La planta se hace casi humana y de humanidad hablan Xana del Mar y Miguel Solís en 'Carta a un suicida', que pone el foco en «la fragilidad de los adolescentes». Un terreno tan complejo como la sexualidad que retrata Antonio Llaneza en 'Susurros', una pieza de «minas abandonadas, coches tuneados y pospunk».

Pocas palabras necesitó el cineasta para hacer un retrato realista, que Roberto F. Canuto y Xu Xiaoxi trasladan a su 'Atardecer en París', con el juego de 'verdad o reto' por bandera.

Esta sección la completan 'Mapa de la geografía emocional', de Julu Martínez y Candela Megido; 'Festina lente', de Ana Argüelles; 'Soledá', de Howi Álvarez, y 'Cautiva', de Raquel Armesto.

Por último, en el apartado Asturies Curtiumetraxes Muestra, podrán verse seis obras como el 'No estoy sola' de Estela Cubilla, una cineasta «harta de ver cómo nos tratan a las mujeres en el 8M, siempre como víctimas», que quiso «demostrar que no somos el sexo débil».

Junto a su título, desfilarán por las pantallas del FICX 'Luces en la oscuridad', de Enol Villamor; 'Gotas', de Celia Cuervo y Juanita Zapata; 'Ruido blanco', de Natalia Cooper; 'Gilbert', de Alejandro Salueña, Arturo Lacal y Jordi Jiménez; y 'Voice Academy', de Javier San Miguel.