«Me gusta el riesgo, probar y desafiarme»

Lisardo Alonso vuelve al FICX, el festival que más veces ha visitado y en el que en 2008 se llevó el premio al mejor largo con 'Liverpool'. Ahora compite en Albar con 'Eureka', una suerte de western contemporáneo que arranca al modo de los clásicos y que, protagonizado por Viggo Mortensen y Chiara Mastronianni, lleva al espectador a los espacios y tiempos de los pueblos nativos americanos, de Dakota del Sur a la Amazonía. Filmada en EE UU, México, España y Portugal, le ha dejado exhausto y con ganas de hacer una película pequeñita.

-Busca que su película se vea como una pintura.

-Yo intento pegar dentro de un marco informaciones, elementos, para que el espectador pueda hacer las conexiones necesarias, saque sus propias conclusiones y trabaje un poco. A veces el material es figurativo, abstracto, tiene diferentes colores, formas y no necesariamente ha de estar organizado de manera legible... La sensación está dada más por el trabajo que hace la audiencia que lo que puede narrar el mismo cuadro. Uno tiene que ir sumando uno más otro y llegar a conclusiones propias.

-O sea, una experiencia ética y estética.

-Las experiencias que más aprecio son las que conducen a crear plataformas propias de entendimiento, reflexión, observación sobre los materiales que brinda la película.

-Estética aparte, hay un viaje ético a la situación de las poblaciones nativas americanas.

-Sí y no. No es que me considera un director político o social, pero siempre he venido trabajando con gente mestiza, con los pueblos originarios, siempre filmé gente que vive muy cercana a la naturaleza, que sobrevive con institutos básicos.

-¿Cuál es su relación con el western?

-Crecí viendo esas películas y siempre me gusto esa parte de la persona que va en contra de lo que le ofrece el entorno. En el western suele ser un hombre que va en busca de su destino contra viento y marea y forjándose de alguna forma violenta.

-Entiendo que después de rodar en reservas en EE UU su visión del western ha cambiado.

-Me di cuenta de que todos esos western que veía de niño, esas simulaciones de cine de frontera en la que unos están contra otros tratando de sobrevivir, no reflejaban mucho a cierta parte de los pobladores que citaban, como los indios. Esos western que veíamos en blanco y negro, con esa idea de conquistar el Oeste en contra de quienes lo habitaban, por la manera que trataban a los nativos y las mujeres, antes no eran representativos y ahora lo son menos.

-¿Quedan muchos por filmar?

-El western como género es el que más trascendió internacionalmente y ahora se está tratando de versionar, dando nuevas lecturas. El último corto de Almodóvar es un ejemplo.

-¿Por qué ha tardado casi diez años en hacer 'Eureka'?

-Fueron una suma de variantes. Costó financiarlo, luego llegó la pandemia, filmamos en cuatro países diferentes, en EE UU quería filmar en invierno y tuvimos que esperar un año... Fue complejo, cuatro equipos, cuatro productoras, idiomas diferentes, protocolos, normativas...

-No parece que el montaje haya sido fácil tampoco.

-Fue difícil darle el concepto, la forma que yo pensaba de la película, que es muy compleja, tiene diferentes partes que están relacionadas o no y había que lograr un equilibrio.

-¿Fue complicado hilar las historias?

-Sí, pero me gusta probar, desafiarme y el riesgo. Por eso me animé, nunca hubiera pensado que iba a filmar una película en inglés en mi vida y sucedió.

-Lo fácil ha sido el casting. Tener a Chiara Mastronianni y Viggo Mortensen es un lujo.

-Son pilares que hacen que me sienta más sólido en hacer estas películas que son un tanto extrañas, poco convencionales. Me dan la garantía de que no estoy tan loco.

-¿Lo piensa?

-No, loco no. Tener una visión personal no es estar loco.

-¿Cómo ha cambiado su visión respecto a las poblaciones indígenas americanas este trabajo?

-Fue algo de alto impacto para mí viajar hasta allí, conocer, ver, observar cómo viven en EE UU en las reservas, que los tienen encerrados y están esperando a que desaparezcan del mapa. Tienen un promedio de vida de 50 años. Me pareció algo para atender.

-¿Por qué un latinoamericano, con historia propia de poblaciones indígenas, decide ir a EE UU?

-Fue la oportunidad. Había unas becas en Boston, estuve como un año, pensé qué me gustaría filmar y se me ocurrió ir a esa reserva de Dakota del Sur, que es determinante a la hora de entender cómo EE UU trata a las minorías. Allí están mucho más excluidos, en Latinoamérica forman parte del sistema.

-¿Han tenido oportunidad de ver allí la peli?

-No, y me parece que no va a suceder, quizá pase más adelante. En EE UU es complicado pasar esta película, son temas delicados. No fue invitada a festivales porque no gustan estos temas.

-¿Va a tardar otros diez años en hacer la próxima?

-No, estoy pensando en hacer algo prontito. Es como una continuación de la primera película que hice, 'La libertad', donde todo sea más controlable, menos tedioso y se pueda disfrutar del oficio. En esta última fue todo muy caótico y estuve más preocupado por cosas de producción que creativas.

-Parece que ha sufrido.

-Fue una batalla.

-Pero ganada...

-Empatada. Fue una gran experiencia, no me arrepiento de nada, pero fue complicado. Ahora quiero una película de cabotaje, tranquilita.

-Vaya peliculón que están viviendo ahora en Argentina.

-Ni miro las noticias.

-¿Qué pasará con la cultura en los tiempos de Milei?

-No parece que tengan interés en seguir estimulando la cultura. Nadie sabe lo que va a pasar. Lo veo un poco inestable. Y en un país inestable sumar más inestabilidad...

-¿Y el cine qué?

-Va muy bien. No se deja de hacer, tenemos una tradición cinematográfica muy rica. No creo que eso se achique, pero va a ser más complicado hacer películas por cuestiones económicas.