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ALBERTO PIQUERO
Jueves, 14 de junio 2018, 16:39
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Cuenta Manane Rodríguez, directora de 'Migas de pan' -donde relata los acontecimientos padecidos, torturas y violaciones de un grupo de presas durante la dictadura uruguaya que encabezó el presidente Bordaberry- que antes de que la película se estrenara en Montevideo (la pasada semana), quiso que la vieran las víctimas reales de aquellos hechos espantosos. La mejor respuesta que halló de parte de una de ellas fue: «No quiero que me pregunten más por lo que sucedió. Quien quiera saberlo puede conocer en esta película».
Ayer, junto a la actriz Justina Bustos (quien da vida a la protagonista, Liliana Pereira, en su juventud; la edad adulta está encarnada por Cecilia Roth), tuvo un encuentro con el público gijonés en el que se abordaron todas las dimensiones de los crímenes de lesa humanidad trasladados a la pantalla. Previamente, en conversación con EL COMERCIO, explicaba Manane Rodríguez: «Yo misma pude ser una de esas presas, de no haber logrado escapar de Uruguay. Estudiaba Medicina (aparece en la cinta) y pertenecía a los grupos de resistencia a la dictadura, que a partir de 1973 emprendió una represión brutal».
En las secuencias finales de la película se fecha la denuncia que se instó contra los torturadores en 2012. Manane indicó que la instancia «fue a parar a un cajón», si bien desde que la película se ha proyectado en la capital uruguaya «empiezan a moverse un poco las cosas».
También ha sido presentada al Oscar a la mejor película extranjera, con una pase en Los Ángeles el día 7 de noviembre que «recibió muchos aplausos». La causa de justicia histórica que abraza 'Migas de pan' «tocaría la fibra necesaria si su candidatura fuera elegida, aunque no será fácil».
Acerca del rodaje, comentó: «Me ocupé de crear el clima adecuado, la atmósfera de ese lugar infernal que era el cuartel de artillería donde se produjeron las torturas y las violaciones. Ese horror de los cuerpos colgando, un botín de guerra para los asesinos, que refleja una luz fría y sucia».
Respecto de los motivos por los que el presidente Mujica, antiguo tupamaro, no removió durante su mandato el impulso judicial para perseguir a los torturadores, Manane Rodríguez ofreció la versión de que el punto de vista presidencial es que «habían combatido dos ejércitos, la teoría de los dos demonios. Pero yo no estaba en guerra, ni tampoco lo estaban los sindicalistas, ni muchos de los torturados y violados. A todos ellos se les excluye. Mujica tiene derecho a perdonar; pero no a hacerlo en mi nombre ni en el de todos cuantos fueron perseguidos».
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