El arbeyu perfecto para cada plato
Cada variedad determina desde el tiempo de cocción necesario hasta su sabor y resultado en cocina
Los guisantes son una leguminosa como les fabes o los garbanzos, no una verdura. Su color y textura puede llevar a engaño, pero esto es lo primero que cabe destacar de un producto que también se llama arveju y que en Asturias se identifica como arbeyu. Lo segundo es entender que hay una gran variedad de guisantes y que cada una requiere de unas particularidades u otras a la hora de cocinarlas.
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Para empezar, hay dos grandes grupos de guisantes: los enfocados a la gran industria (conservas, congelados y alimentación animal) y los destinados para consumo en fresco, que son sopbre los que ahondaremos en estas páginas. Más en detalle, los guisantes se clasifican según el crecimiento de su planta, de nombre científico Pisum sativum, o por cómo sea su grano, que es lo que nos comemos: liso o arrugado, blanco o verde. Tal variedad en un mercado globalizado permite disponer de guisantes diferentes para su aprovechamiento entre primavera y verano.
Los de Lena y Bueño son los que tienen mayor fama y desde más tiempo en Asturias. Son conocidos, en particular, los de Llanos de Somerón, una parroquia lenense donde el conde de Revillagigedo se acostumbró a comerlos en la menestra. Son duros, secos y completamente lisos y el calendario los permite a finales de verano, sobre todo en septiembre. Se siembran en invierno y la tradición recomendaba hacerlo junto a escanda, también típica en la zona, de tal forma que la planta creciese enrollada en la espiga. Con ellos cocina Mario Argüelles un guiso tradicional en su restaurante TC28, en Mieres. Lo complementa con un huevo a baja temperatura y con perrechicos, la seta propia de la temporada.
Arbeyos, pil pil de espárragos blancos y aire de jamón ibérico
Ingredientes. Tallos de espárragos, aceite de girasol, sal, arbeyos y, para el aire de jamón, jamón ibérico, hueso de jamón, agua, sucro y lecitina de soja.
- Para el pil pil. Para el pil pil de espárragos blancos, confitamos los tallos en el aceite. Colamos y reservamos el aceite. Trituramos los tallos y los pasamos por un chino fino, obteniendo todo su jugo. Emulsionamos este con el aceite del confitado hasta obtener un pil pil.
- Para el aire de jamón ibérico, lo picamos y rehogamos. Cubrimos de agua y añadimos el hueso. Cocer suavemente sin que llegue a hervir. Colar y reservar una noche. Retiramos la grasa, añadimos el sucro y la lecitina y reservamos.
- Desgranamos los arbeyos, escaldamos y repelamos.
- Montamos el aire de jamón. En la base de un plato hondo, ponemos el pil pil. Los arbeyos, ligeramente salteados, los colocamos a un lado y al otro, el aire de jamón.
Guiso de arbeyos secos de Llanos de Somerón, perrechicos y huevo a 65º
Ingredientes. Arbeyos secosde Llanos de Somerón, cebolla, perrechicos, huevo y, para el sofrito del guiso, cebolla y ajo,
caldo de pollo y brotes de arbeyos.
- Hacemos un sofrito de cebolla y ajo casi hasta caramelizar.
- Cocemos el huevo (más fácil en la roner) a 65° durante 40 minutos.
- Ponemos los arbeyos a remojo la noche anterior. Los cocemos con un poco de cebolla durante, aproximadamente, 25 minutos.
- Rehogamos los perrechicos con el sofrito. Añadimos el caldo, cocer unos minutos y añadimos los guisantes.
- En un plato hondo, colocamos el huevo, alrededor el guiso y decoramos con unos brotes de arbeyos.
Los lágrima son la última gran revelación. Antes se encontraban solo en País Vasco, pero ya hace varias temporadas que se consiguen en el oriente de Asturias. Su secreto está en su juventud, pues son guisantes que se recogen según enternecen, de ahí su característica forma como de lágrima. Se recogen a mano y durante un brevísimo lapso de tiempo, de ahí que haya llegado a colocarse en el mercado a 300 euros el kilo y se le identifique como el caviar verde. Los lágrima estallan en la boca con solo apretarlos ligeramente y ofrecen un sabor intenso con final tirando a dulce, cualidades que Miguel Álvarez aprovecha en De Labra, en Oviedo, para configurar una suave carbonara.
Los tirabeques, o bisaltos, pertenecen a la misma familia que los guisantes, pero en lugar de aprovecharse solo sus semillas, son las propias vainas, planas y sin desgranar, las que se consumen. Son crujientes, de color verde brillante y aportan un sabor dulce. Es fácil confundirlos con los fréjoles (judías verdes), pero mientras que los tirabeques aparecen al principio de la primavera, las judías son más propias del verano y su comportamiento en los fogones no es igual.
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Tortilla vaga de guisantes con jamón
Ingredientes. 200 gr. de guisante común, 4 huevos camperos, 20 gr. de taquitos de jamón ibérico, 5 gr. de cebolla roja, un cuarto de tomate, un poco de zumo de limón, sal, pimienta y aceite de oliva virgen extra.
- Para el licuado de guisantes, escaldamos 25 gr. de estos, los licuamos, añadimos sal, colamos y reservamos en un biberón.
- Para el guacamole de guisantes, escaldamos otros 25 gr. de guisantes, añadimos cebolla roja, tomate y sal. Trituramos y reservamos en una manga.
- Extendemos los taquitos de jamón en una bandeja sobre papel de horno. Horneamos a la temperatura mínima del horno hasta que queden crujientes (15/20 minutos) y reservamos.
- Batimos los huevos con sal y pimienta y reservamos.
- Calentamos dos sartenes con aceite. En una, salteamos los guisantes a fuego alto durante un minuto. En la otra, cocinamos la tortilla dejándola un poco cruda o al gusto.
- Emplatamos la tortilla y añadimos las tres elaboraciones de guisantes.
Carbonara de guisantes lágrima
Ingredientes. 200 gr. de guisantes lágrima, una yema de huevo campero, 20 cl. de salsa de soja, queso pecorino trufado al gusto, sal y aceite de oliva virgen extra.
- Sumergimos la yema del huevo campero en salsa de soja durante 5 minutos.
- Calentamos una sartén a fuego alto y cuando esté muy caliente añadimos el aceite y lo extendemos por la superficie. Añadimos los guisantes lágrima, sal y salteamos un minuto fuera del fuego.
-Emplatamos disponiendo la yema por encima de los guisantes. Rallamos el pecorino trufado al gusto y mezclamos en el plato.
Trabajar una variedad de guisante u otra determina desde el tiempo de cocción necesario –un máximo de un minuto en los lágrima y hasta cinco minutos para las semillas más grandes y duras– hasta su sabor y resultado.
Su empleo en cocina va parejo a dos platos que no se entenderían sin ellos, y que llevan cosechando una fama inmutable pese al paso de los años. La menestra y los huevos con guisante y jamón. El equipo del restaurante TC28 complementa un buen puñado de arbeyos con un pil pil de espárragos blancos y aire de jamón ibérico, para jugar con las texturas en boca.
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También se actualiza el clásico en el restaurante De Labra, donde preparan una tortilla vaga de guisantes con jamón en la que la leguminosa se presenta de diferentes formas: licuados, salteados y en un guacamole con cebolla roja y tomate.
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