Proyectos vitales que piensan en colectivo
Un bar tienda es mucho más que un negocio de hostelería, porque supone dar vida y servicios a las zonas más deshabitadas de Asturias
Son un punto de encuentro, un lugar de reunión, la mano tendida que socorre los imprevistos en muchos pueblos. Dan cafés y desayunos a primera hora, vermús y platos tradicionales a mediodía, venden droguería y alimentación, y en muchos casos hasta artesanía. Los bares tienda viven un nuevo momento de gloria impulsados por momentos vitales y apuestas personales de lo más variopintas. pero sufren la burocracia y demandan apoyo institucional.
Los hay como Cai Milio, El Resbalón o Casa Claudio, que tienen historias centenarias. Otros han surgido, como La Caleyuca en La Güeria de Urbiés, motivados por una necesidad de cambiar de aires o, como Caleya Indie, casi sin darse cuenta. Pero lo que tienen en común es que son proyectos generosos que buscan el bien común. No son los más rentables del mundo, pero piensan en sus vecinos. Son un centro vital de la comunidad rural, lugares de tertulia y fomentadores del producto de cercanía. Los hay que preservan la decoración original e histórica y los que, como Restrepo en Granda de Salime, se han convertido en lugar de peregrinación por su decoración, con decenas de detalles cuidados. Lo gestionan dos socios, Natalia y Rubén, que han creado hace dos años un espacio «en el que hemos recuperado el concepto bar tienda desde un punto de vista actual, con respeto al pasado, pero con colorido, bastante espectacular». Y añade que «por allí pasa el Camino Primitivo y creemos que es importante tener todo el contenido básico tanto para ellos como para la gente del pueblo, algo que notamos especialmente los domingos».
Cai Milio está de aniversario: nada más y nada menos que cien años. Alfonso, tercera generación, lo lleva en la sangre. «Vivimos una guerra, la posguerra, de aquella había que fiar; ahora es un lujo en ese sentido». Y cuenta: «Aprendí de mi madre, ella de sus padres, tenemos amor por la profesión». Pero critica que «se habla de lo importante que somos para mantener vivos los pueblos, pero nunca he recibido una ayuda». Otro bar tienda mítico, El Resbalón en Panes, cree, en palabras de Alfonso, que «los ayuntamientos tienen que tener más consideración e implicarse más si queremos mantener la vida en los pueblos».
Carolina se fue al último pueblo del valle de Turón, la Güeria de Urbiés: «Quería alejarme de la ciudad, cansé». «Creo que he aportado un punto de encuentro y resuelvo necesidades básicas y algún vicio, como las chuches que demandan los adultos».
Son seis historias diferentes de personas que realizan una labor muy importante y están repartidas por toda la geografía asturiana. Hay muchas más, y todas tienen mucho mérito.
LA CALEYUCA (La Güeria de Urbiés)
Hace dos años, Carolina cambió Gijón por Turón, y dinamizó un pueblo de apenas 40 habitantes. Ahora acuden a probar sus callos, su pote, el rabo de ternera y el pitu de caleya comensales de toda la región. Vende pastas, caldos, legumbres y chucherías, que son muy demandadas. Hace fiestas, cambia el menú cada semana y es el punto de encuentro, un caso claro de cómo la alimentación y la hostelería pueden transformar el entorno.
CASA CLAUDIO (La Barraca, Salas)
Daniel y Julia, primos y defensores de lo local, han dado un nuevo impulso a una casa centenaria, en la que sigue habiendo droguería, calzado y alimentación. Daniel, con 27 años, tras el fallecimiento de su abuelo Claudio, dejó sus estudios de informática porque hacía falta relevo. No se lo pensó y se mudó de Avilés al pueblo. Casa Claudio sigue dando comidas, siendo sus especialidades los callos, el pote asturiano y los huevos con jamón.
CALEYA INDIE(Huerres, Colunga)
Sonia buscaba un local para su asociación de permacultura, pero acabó encontrando un bar tienda que la enamoró, en el que apostó por la artesanía local, joyería, pomadas de producción propia, vinos y miel de Ribadesella. Puedes comer patatas con picadillo y huevos, llámpares, pulpo y muchas propuestas vegetarianas. Se encuentra en la Ruta de los Misterios del Mar y junto al Camino de Santiago.
CAI MILIO (Oviñana)
Lugar histórico con cien años a sus espaldas. Combina tres negocios en uno: estanco, prensa y alimentación. Su fuerte son los desayunos, con tostadas, bocadillos y huevos. Además, puedes encontrar leche, pan, empanadas, repostería local y un sinfín de productos. Alfonso, tercera generación, presume de ser oficina de turismo, punto de entrega de Amazon y todo lo que haga falta para ayudar el pueblo. En verano es todo un 'place to be'.
EL RESBALÓN (Panes)
Hace 9 años tuvieron que mudarse muy a su pesar al local de al lado, pero mantienen el fiel reflejo de su historia. Javier y Aurora siguen ofreciendo frutas, verduras, bebida, droguería y productos típicos de la zona. Ya no dan comidas, se han centrado en cubrir otras necesidades para autóctonos y visitantes, porque ambos son importantes para la supervivencia. Ambiente hogareño y auténtico rodeados de viandas.
RESTREPO (Grandas de Salime)
Es moderno y actual, pero mantiene la esencia de una tienda, con muchos productos: conservas, quesos, embutidos, frutas y verduras. Su fuerte es la sección vermú, en el que no paran de salir encurtidos, una de sus especialidades. Buena selección de vinos a precios de tienda más un pequeño descorche. Mención aparte merece la terraza, presidida por enormes jardineras. Cuentan también con unos alojamientos en las cercanías.
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