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Un cachopo del asador Torrontegui, en Albandi. CAROLINA SANTOS
El cachopo entra en el diccionario

El cachopo entra en el diccionario

Tras varios años de imparable ascenso de popularidad, la Real Academia Española lo reconoce como «plato típico de Asturias»

AIDA COLLADO

GIJÓN.

Viernes, 17 de diciembre 2021, 00:55

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«Plato típico de Asturias consistente en dos filetes de ternera con un relleno entre ellos, generalmente de queso y de jamón serrano, rebozados y fritos». Ni una palabra más ni una menos ha decidido utilizar la Real Academia Española para incorporar a su recién actualizado diccionario la definición de 'cachopo'. Claridad, precisión y exactitud, como corresponde. Sin una referencia a su legendario tamaño. Ni a esos rellenos que limpian sin pudor la despensa. Sin una llamada de atención a quienes ablandan su rebozado sumergiéndolo en salsa de cabrales. La RAE, siempre en su sitio, consciente del imparable incremento de la popularidad de este manjar, ha querido reconocer la existencia de un plato que para muchos -dentro y fuera de nuestras fronteras- es religión y, para otros, no pasa de propuesta de escaso interés que ni limpia, ni fija, ni da esplendor a la gastronomía asturiana.

Pero ni los primeros ni los segundos tienen nada que objetar a su incorporación al diccionario. Porque ni un «reconocido anticachopo» como Eduardo Méndez Riestra, presidente de la Academia de la Gastronomía Asturiana, niega la evidencia: «El cachopo existe». Otra cosa muy distinta, apunta a renglón seguido, «es su valoración gastronómica». Y esta se queda en la de «un plato que forra mucho y que no es caro», pero que permanece a años luz de «la historia y la representatividad» de otros como la fabada. Aunque hasta él se ha rendido en felices ocasiones a sus encantos. «En algunos restaurantes lo preparan con mucha dignidad. Mi favorito es el de La Corte, en Oviedo», confiesa.

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Precisamente a la capital se atribuye su creación. Teoría a la que Méndez Riestra pone algunos peros: «Lo de que es un plato asturiano tenemos que ponerlo entre comillas. Es una copia descarada de un plato de cocina europea, que aquí comenzó a alzar el vuelo cuando el Bar Pelayo lo incorporó a su carta en los 50». Aquel cachopo «más húmedo que los actuales» vio la luz en una época en la que el nombre de los cocineros era irrelevante y la profesión no gozaba de reconocido prestigio.

El caso es que el cachopo tal y como hoy se lo conoce, con su crujiente por fuera y su queso fundido por dentro -campana de Pávlov para los asturianos-, quedó en un segundo plano tras unos años de éxito inicial «hasta que hace aproximadamente una década y media comenzó a crecer hasta el fenómeno que es hoy», recuerda el crítico Eufrasio Sánchez, sorprendido de «la auténtica fiebre» que ha despertado en Madrid y otros puntos de nuestra geografía.

«Tiene menos relevancia y enjundia que otros. Tampoco podemos creer que inventamos la dinamita. El san jacobo, el flamenquín, el cordon bleu... tiene una larga lista de parientes», reconoce. Y, sin embargo, «aunque no forma parte de los platos seculares de Asturias, ha cogido raíz aquí y sí tiene identidad asturiana». El cachopo progresa. Y, en muchos sitios, ya no es tan grande. Ni tan barato, claro. Pero también ha ido incorporando ingredientes de mejor calidad. Dice la RAE que 'delicia' es aquello que causa un «placer muy intenso del ánimo». Pues eso.

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