La cocina rural alza la voz

Casi medio centenar de cocineros de España y venidos desde Portugal, Italia, Perú y Colombia llegaron a la isla de Gran Canaria con una maleta cargada de ideas, un buen puñado de certezas y muchas preguntas. Los une defender lo rural no solo como profesión, sino como una «forma de ser y pensar la vida». La segunda edición de Terrae puso el foco en la sostenibilidad y el sector primario y centró las necesidades de cuantos piensan un porvenir «que no destruya nuestro pasado». Tres días de trabajo y puesta en común de ideas ayudaron a analizar su presente y empezar a definir un futuro común en el que temas como el arraigo, la despensa local, el trabajo del sector primario y el respeto por la tradición y la cultura copan el discurso.

Lo que ahora es tendencia, cocinar y vivir el rural, es lo que une a dos generaciones de profesionales de los fogones. Y ambas tuvieron representación en Terrae para intercambiar puntos de vistas y dibujar el camino «de los que vendrán». En Gran Canaria estuvieron, entre otros, Francis Paniego (El portal de Echaurren, La Rioja), Luis Alberto Lera (Lera, Zamora), Ignacio Echapresto (Venta Moncalvillo, La Rioja) y Roberto Ruiz (Hika, Guipúzcoa) compartiendo micrófono con Iris Jordán (Ansils, Huesca), Borja Marrero (Muxgo, Gran Canaria) o Miguel Carretero (Santerra, Madrid). Pepe Ron, Pedro Martino y Xune Andrade pusieron el acento asturiano en un encuentro donde se eligió al primer alcalde de cocineros rurales encargado, junto a su equipo, de velar y ganar visibilidad en nombre de todos. La responsabilidad recayó, por mayoría, en Luis Alberto Lera.

Con muchas ganas de trabajar en equipo y bajo la consigna de que «nos une más de lo que nos separa», el casi medio centenar de cocineros presentes en el encuentro se subió al escenario del Ayuntamiento de Gáldar bajo el lema de «no competir sino compartir». Así quedó constituida la asamblea de la que, más tarde, saldría el primer alcalde de los cocineros rurales y el peruano Gastón Acurio fue nombrado hijo adoptivo de Terrae como «principal difusor de la cocina peruana y defensor de la relación entre cocineros y productores».

La ocasión sirvió para los presentes para alzar la voz y hacerse escuchar compartiendo inquietudes, problemáticas y puntos de vista. Fue esta la manera de empezar a dibujar un camino común que sirva de empuje a lo rural y tenga a la cocina como punto de encuentro.

Pedro Martino, que regresó a su origen al abrir en Caces (Oviedo) un restaurante que lleva su nombre, colocó en la base a los que trabajan en el pueblo y en artesano. «Peleamos por la sostenibilidad, pero sobre todo por los pequeños productores, que son los que para mí, permiten un ecosistema que nos hace grandes a nosotros», sostuvo, al tiempo que lamentaba que aún a día de hoy «yo, que solo estoy a 15 minutos de Oviedo, muchas veces parece que son 1.000...». Los aplausos de todos los presentes reforzaron su mensaje.

La despoblación de la zona rural y las trabas burocráticas que se encuentran quienes eligen el pueblo para trabajar fueron dos de los principales problemas compartidos expuestos en voz alta. La cuestión entonces la planteó el responsable de cocina del Bar Blanco, de Cangas del Narcea, que espera reabrir el mes que viene tras la reforma. Pepe Ron animó a «preguntarnos hacía dónde va la gastronomía rural, qué falta para conseguir la excelencia, para estar donde debemos estar porque somos tan buenos como necesarios».

Atrás queda, aseguraron, los tiempos en que se asociaba vivir en el pueblo con ser ciudadano de segunda. Aun así, los entornos rurales cada día están más vacíos; y por cada persona que nace ahí hay cuatro que lo hacen en una ciudad. «Nos hablan de España vaciada cuando quieren decir vacilada», acertaron a confirmar.

Del II Encuentro Internacional de gastronomía Rural, organizado por Vocento Gastronomía, salió la declaración de Gran Canaria con las motivaciones y objetivos de un grupo dispuesto a sentar cátedra.

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