«Todos los grandes han pasado por aquí»
Benjamín Lana, presidente de Gastronomía de Vocento, aplaudió la vigesimocuarta edición de unos premios que «son de todo el sector»
El palmarés de las Calderetas de don Calixto se estrenó con el inicio del milenio, en 2001, aplaudiendo el buen hacer de Custodio López Zamarra, sumiller del madrileño restaurante Zalacaín y maestro de maestros. Desde entonces los premios que cada inicio de verano entrega este suplemento no han hecho más que crecer, pasando en 2006 a tres categorías (Maestro Nacional, Maestro Asturiano y Joven Cocinero, disciplina que con los años pasó a elogiar la Proyección) y a cuatro en 2019.
Ni en el peor momento de la pandemia se dejó de guisar esta caldereta tan especial, por lo que no es de extrañar que el presidente de la División de Gastronomía del grupo editorial Vocento, Benjamín Lana, dijera durante su intervención que su entrega se convierte cada año «no solo la fiesta anual de EL COMERCIO-LA VOZ DE AVILÉS, sino también y sin exagerar la de toda la cocina asturiana, entendiendo tanto los fogones como la sala, el sector primario, la distribución, el turismo y otros tantos aliados».
No eran palabras simples asociadas a un momento y un espacio. La prueba la puso de manifiesto a continuación en tanto «casi todos los grandes de este país de los últimos 25 años han sido reconocidos con la Caldereta de don Calixto». Y como ejemplo, Luis Irizar (2003), Joan Roca (2004), Sergi Arola (2005), Pepe Solla (2008), Andoni Luis Aduriz (2015), Ricard Camarena (2021), Carme Ruscalleda (2022) y un largo etcétera hasta ocupar las 24 ediciones cumplidas. «Y los que faltan, llegarán», convocó Lana ya próximas ediciones.
El presidente de la División de Gastronomía del grupo Vocento, que conoce bien esta tierra porque EL COMERCIO – «el periódico más vinculado a la gastronomía de todos cuantos ha habido en España»– fue su casa, tuvo la tarea, un año más, de glosar a los premiados. Palabras las suyas cargadas de orgullo, cariño y respeto hacia la profesión bien ejercida que despertaron en el público más de una carcajada y varios aplausos. Hasta provocaron que afloraran las lágrimas.
Del Maestro Asturiano 2024 celebró que haya encontrado el relevo dentro de la misma familia y aplaudió a quien lo inauguró, Vicente Crespo, no solo por el legado, también por «la valentía de ponerle su nombre, lo que denota una personalidad nítida y definida». Así, V. Crespo «supone lo que ha sido el devenir de la cocina gijonesa en estas tres últimas décadas». «Gracias por el ejemplo que nos dejas», le dijo.
Y del que cierra un ciclo disfrutando de la merecida jubilación a una pareja que empieza el suyo. «En solo dos años, Alenda se ha convertido en imprescindible y exponente del novísimo buen hacer en la región». ¿Cómo? «Con una cocina valiente y diferencial que lejos de reproducir la cocina asturiana tal cual, están en una búsqueda que parte del producto y les lleva a crear sin parar en un proceso vinculado a las estaciones y a su huerta propia. Dicho así, parece que hablamos de latitudes más al norte, pero no, están en Villaviciosa».
Si la experiencia es un grado, «es de justicia reconocer a Camilo de Blas, confitería que hubiera sido merecedora del galardón cualquier edición anterior», aseguró Lana. Este proyecto familiar, «que nos hace sentir orgullosos a todos», ya no es solo de su familia ni del centenar largo de empleados que ha tenido, «sino de todos los asturianos». Y lograr eso no es fácil.
Tampoco es sencillo el camino que escogieron los chicos de Disfrutar que, cuando el sector miraba al kilómetro cero y lo rural, se mantuvieron en la creatividad culinaria más exigente. «Hay muchos de los buenos que se parecen y otros que no se parecen a nadie, y aquí estamos con uno de ellos», celebró Lana, que también alabó su honestidad, trabajo y el «sistematizado proceso de creación que tienen».
«Un periodista irrepetible»
Antes de sus semblanzas, Benjamín Lana dedicó unas sentidas palabras al que fuera director de esta casa, fallecido el pasado septiembre. «Marcelino Gutiérrez fue un grandísimo amigo y un periodista irrepetible». Una persona «que ponía ilusión en todo lo que hacía y a cuya familia mando desde aquí un cariñoso abrazo». El aplauso que sonó a continuación fue el más fuerte de toda la noche.