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Cristina Secades con los mini kiwis, que nacen en racimoscomo las uvas, que está a punto de cosechar. José Simal
Cristina Secades, responsable de Finca Ecológica Terramor

«El mini kiwi se parece a una uva, pero no lo es. Tiene un sabor particular»

De las más de 30 variedades que existen, en 2017 empezó a cultivar ocho en la finca familiar. Su cosecha empieza ahora, mucho antes que la del convencional

Sábado, 3 de agosto 2024, 02:00

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El Kiwín Bio que Cristina Secades cultiva en su Finca Terramor, entre Gijón y Llanera, está en la cocina de los hermanos Roca. Lo incluirán en una receta porque la asturiana ha sido reconocida por BBVA como una de las mejores productores sostenibles del país. «Estoy contenta y orgullosa porque confío mucho en el proyecto y es una manera de promocionar Asturias». Además de mini kiwi saca también faba, avellana, manzana de mesa, maíz blanco...

–Cuando decide recuperar la finca de su bisabuela, ¿sabía qué hacer o fue surgiendo?

–No tenía claro qué plantar. Al principio pensé en arándanos, pero analicé el terreno para saber qué era lo que mejor se podía adaptar y la analítica demostró que no era una tierra idónea. En cambió, sí lo era para kiwis porque está rodeada por un río, drena muy bien y es muy húmedo; lo malo, que es pequeña. Por eso, y también por diversificar, opté por plantar variedades menos comunes. Yo ni las conocía, lo hice en el Serida, así que primero las probé y me encantaron, y supe que tenían muchas posibilidades. Antepuse eso a lo negativo de su cultivo.

«Algunas de las variedades no las asociarías con un kiwi hasta que lo partes y ves sus semillas»

–¿Qué variedades son?

–Tengo un poco de kiwi amarillo como prueba, pero fundamentalmente es kiwi mini, del que existen más de 30 variedades. Yo tengo ocho de las, digamos, más comerciales; una es la que comúnmente se conoce como kiwiño porque en Galicia en los 90 experimentaron con una variedad.

–Dice que prevaleció el potencial a lo negativo del cultivo. ¿Qué tiene de malo?

–La forma de manejo es igual, pero la planta es más delicada porque tiene menos vigor. Lo más característico es que la fruta sale en racimos que cuelgan y que la fruta es más delicada porque su piel es comestible y lisa y se conserva menos tiempo que el kiwi comercial. Siempre digo a quien no lo conoce que se imagine una uva.

–¿Y al comerlo?

–Tiene un sabor particular. Las variedades que tengo aquí van desde lo muy dulce, cuando están maduras, a lo ácido, que es la tardía. Algunos no los asociarías con kiwi hasta que lo partes y ves esas semillas tan reconocibles. Ya me han dicho de todo, hasta que saben a uva o a una mezcla de frutas tropicales (Ríe).

–¿Cuándo se cosecha?

–Antes que el kiwi comercial. Nuestras plantas en febrero empiezan a brotar y por eso las heladas de primavera son muy peligrosas. La cosecha empieza más o menos en agosto y se prolonga hasta noviembre dependiendo de la variedad.

–¿El consumidor lo conoce?

–Aún hay que darlo a conocer, gusta, pero va poco a poco. Y ya hay alguna plantación más. Todavía no saben todos los beneficios que aporta: alto contenido de fibra, mucha vitamina C, luteina, antioxidantes...

–¿Cómo lo comercializa?

–Venta directa en mercados y en la tienda 'online' que estrenamos este año. Y algo llega a tiendas pequeñas, grupos de consumo y hostelería.

–Es ingeniera forestal. ¿Influyó la parte académica a la hora de decantarse por el medio rural?

–Al revés (Ríe). Siempre quise quedarme en Asturias, dedicarme a lo que me gustaba y aportar algo de valor al territorio. Estudié eso en Mieres porque siempre me encantó todo lo que tuviera que ver con el campo, sin embargo cuando decidí hacer algo en la finca, tuve que estudiar Fruticultura en Gijón para especializarme porque aunque el oficio te lo da la práctica, tener una base teórica y técnica es importante. Empecé en 2017 y a comercializarlo justo cuando empezó la pandemia.

–Produce en ecológico desde el principio. ¿Por voluntad?

–Por convicción. No estoy porque crea que así voy a vender más o más caro, que a veces es el concepto que se tiene... Cuando empecé ya sabía que tenía que trabajar de la manera más respetuosa posible con el entorno. La certificación es una garantía para que la gente vea que sigues una línea bien hecha.

–Aprovecha la energía solar y tiene un sistema antiheladas. La finca es una máquina bien engrasada y BBVA les ha premiado por ello. Enhorabuena.

–Gracias. Trabajamos de manera tradicional, pero eso no resta innovación. Y no sólo en producción, también en el sistema de cultivo. El planteamiento desde el principio fue que la finca fuera lo más autónoma posible, por eso instalamos las placas solares. Primero eran para el riego y ahora suministran energía al almacén y el pequeño obrador que montamos.

–¿Qué hace en el obrador?

–Manzana asturiana deshidratada, un snack sin azúcar. También puedo hacer mermelada de manzana, pero este año me fue imposible, por lo que tanto esta como la de kiwi las encargo a obradores asturianos.

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