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Oxana, en el agua de San Lorenzo, con su cuchara de 'MasterChef'. AURELIO FLÓREZ
La receta de la ensaladilla rusa de Oxana, de 'Masterchef 6'

La receta de la ensaladilla rusa de Oxana, de 'Masterchef 6'

La aspirante rusa se convirtió en la concursante más carismática de la última edición del 'talent' culinario

JESSICA M. PUGA

GIJÓN.

Martes, 7 de agosto 2018, 01:38

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Este verano, Oxana Retinskaia no consigue dejar la maleta quieta mucho tiempo. Tan pronto está en Madrid formando parte del equipo de cocina del restaurante Masterchef como en los campamentos de verano que enriquecen el talento de jóvenes amantes de la cocina. Los ratos libres los aprovecha para visitar a los amigos que durante el 'talent' de cocina fueron contrincantes y para recargar fuerzas en la ciudad que adora: Gijón. «Por mucho tiempo que pase en Madrid, no me acostumbro a su actividad. Prefiero el fresquito de Gijón, poder disfrutar del olor del mar y moverme en distancias más pequeñas; en Madrid echaba dos horas en hacer la compra y había veces que no llegaba al restaurante», reconoce la tercera finalista de la sexta edición de 'Masterchef', que defiende que «ya no podría vivir lejos de la playa».

A la exconcursante más carismática del 'talent' que emite La 1 de Televisión Española lo único que le falta en Asturias para sentirse como en su Rusia natal, confiesa, es la nieve. «Los veranos en mi país son como en España, al menos en Moscú y San Petersburgo, que es lo que conozco, lo que cambia son los inviernos. Recuerdo años de llegar a 30ºC bajo cero... Tanto frío hacía que a los señores que tenían bigote se les congelaba», recuerda. Ella, entonces, no hacía maletas. «Era muy lista y me esperaba al buen tiempo. Es que solo para salir a la calle un día de invierno necesitas tener los zapatos preparados, pantys de lana, bufandas, gorras y abrigos de visón», enumera.

Ahora lo tiene mucho más sencillo. «Soy muy fácil para viajar. No me hace falta mucha cosa para ser feliz», reconoce. Ella, que es de hacer la maleta a última hora, pero empieza a marear el tema días antes pensando en qué necesita, tiene un imprescindible a la hora de hacer equipajes: «Copos de avena». ¿Por qué? «Porque me hago una mascarilla maravillosa. En la casa de 'Masterchef', todos se reían de que anduviera con eso por la cara, pero pregúntales a las chicas qué fue lo primero que hicieron al salir: comprar copos de avena», asegura entre risas. La maleta de Oxana se completa con «mil vestidos» para todos los días.

La vida de Oxana Retinskaia ha cambiado drásticamente en los últimos meses. Ha ideado su primer postre, un tofe con cacahuetes salados, 'brownie' de chocolate, crema de mango, queso fresco y nata montada, cejas de chocolate negro, 'coulis' de frambuesa, cachitos de kiwi y nube de caramelo. Casi nada. 'Amor-amor' se llama el plato, «por mi chico», explica la autora, que ahora espera que llegue el momento para empezar los dos cursos que ha ganado en el Basque Culinary Center. Uno es de aprendiz de cocina de dos meses de duración; el otro, enfatiza, «es un notición». Se trata de un máster completo de repostería de medio año de duración. «Já. Lo empiezo en octubre, como Marta y Ketty. De hecho vamos a compartir piso. Cuando me comunicaron la noticia grité tanto que creo que se enteraron todos los vecinos», asegura risueña. Después, tendrá que viajar a República Dominicana y a su vuelta espera poder abrir un salón de té en su Gijón del alma. A Oxana Retinskaia le ha sonreído la vida, lo sabe, y por eso asegura que 'MasterChef' me ha cambiado la vida, pero no es lo mejor que me ha pasado, eso fue y es mi hija, el concurso es lo segundo mejor», dice.

Así está siendo el verano de la concursante que defiende un idioma propio. «Mezclo ruso con palabras asturianas, pero quien quiere entenderme, lo logra. Eso sí, digo muchísimos tacos. Me hicieron recuento en el programa y me moría de risa», reconoce. Para terminar, comparte la verdadera receta de la ensaladilla rusa, que en su país se llama Olivier. «No lleva atún ni pimiento, sino patata, zanahoria, cebollino verde, guisantes, carne de ternera cocida o pechuga de pollo (o ambos, en la misma proporción) y pepinillo agridulce. Le echo zumo de limón y no tanta mahonesa, por Dios». Dicho queda.

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