Las estrellas asturianas alumbran a Paco Ron ante el fogón de Viavélez
Los cocineros de la región arroparon en el puerto franquino al maestro que logró la primera gran distinción de Michelin en el occidente
Una cálida y sincera ovación recibía ayer al cocinero Paco Ron en las puertas de la Taberna de Viavélez, el restaurante con el que consiguió en 1999 la primera estrella Michelin para el occidente asturiano y donde sus compañeros de profesión le rindieron un emotivo homenaje. Hombre sencillo y poco dado a las pompas, el tributo fue una auténtica sorpresa que sus principales promotores –el crítico gastronómico de 'Abc' y 'Yantar', Carlos Maribona, y el heredero en la divisa Michelin occidental, Elio Ferpel– llevaban semanas preparando con otros cómplices, entre ellos, los actuales responsables de la Taberna, los hermanos Pablo y Manuel Bedía. A la cita se sumaron muchas de las estrellas de la cocina regional y el menú de la comida de hermandad fue igualmente un festival de sabores en el que no faltaron una mesa de quesos autóctonos, ostras del Eo y platos como sus célebres patatas a la importancia con almejas (por Kike Limón, su relevo en la Taberna Viavélez en Madrid), una escalibada de anchoas (de Álex Sampedro, El Recetario, Gijón), una versión de su Bonito con chocolate ( Daniel López, Restaurante el Blanco, La Colorada), steak tartar (por Pepe Ron, Restaurante Blanco de Cangas del Narcea), croquetas cremosas de jamón (Manuel Bedía) y un chipirón relleno (Ferpel Gastronónico, Ortiguera), entre otras sorpresas.
Considerado uno de los grandes innovadores de nuestra cocina, Ron colgaba el delantal hace ahora un año para despedirse de su Restaurante Viavélez de Madrid y en su regreso al lugar donde comenzó todo, mientras se fundía en abrazos con amigos y colegas, el maestro, visiblemente emocionado parecía querer asimilar, entre los gestos de cariño, cada imagen, olor y sensación del paisaje que llevó a sus platos. Pero donde realmente se le saltaron las lágrimas fue al entrar en la cocina en la que trabajó para levantar su sueño mano a mano con sus hermanas Cristina, Carmen y Sara. Al lado de esta última pudo vivir el que fue sin duda uno de los momentos más felices de un día tan especial. Allí estaba su verdadera casa. Aunque las malas comunicaciones de entonces lo llevaran a irse con sus ideas y sus fogones a Madrid. También su familia profesional, desde los compañeros con los que fundó NUCA (Nueva Cocina Asturiana) José Antonio Campoviejo (El Corral del Indianu), Nacho Manzano (Casa Marcial) y Pedro Martino (Pedro Martino, Caces), o Issac Loya (Real Balneario de Salinas), Pedro Morán (Casa Gerardo), Abel Terente (El Asador de Abel), Luis Alberto Martínez (Casa Fermín), además de los anteriormente citados junto a la alcaldesa de El Franco, Cecilia Pérez.
El calor de sus compañeros
Todos tenían palabras justas para el homenajeado: «Paco Ron es Viavélez y Viavélez, Paco Ron», proclamaba la regidora franquina. «La pura inspiración, toda la cocina asturiana le debemos mucho», para Manzano, y Campoviejo lo rubricaba, «un hermano mayor y un ser formidable al que siempre quieres tener en los brazos». Ron, con la modestia de los grandes se definía: «Uno más entre mil. Esto no es un homenaje a mi persona, sino un reencuentro con amigos a los que quiero». Sobre el secreto de sus platos: «Siempre fui muy anárquico, cocinaba lo que se me ocurría en cada momento y con ilusión, cuando ya has creado unas bases el propio plato te lleva a él, hay que saber escucharlo», desvelaba con emoción teñida de humor.