Ranking de Yantar: ¿dónde se comen las mejores patatas bravas en Asturias?

Las patatas bravas siguen presentes en las tabernas y han conquistado los gastrobares, aunque en muchos casos tuneadas y reforzadas por otras salsas complementarias. El arte de escoger y freír bien una patata merece su reconocimiento. El debate siempre llega con el grado de picante, que es innegociable, por eso se llaman bravas.

Nuevo local, «económico, pero que las prepara muy bien». El secreto «está en la salsa», cuyos ingredientes nunca quieren contar.

Interpretan «las de Sergi Arola», «se tornean, se vacían» y «se rellenan de una salsa casera bien picante».

Preparan «una versión clásica reinterpretada con acierto». Fritura «excepcional», con una salsa casera.

Es el «gran clásico», «el imprescindible en cualquier ruta de bravas». Suma «cincuenta años ofertando bravas».

Se presentan «coronadas por torreznos, lo que les da una nota salada y punch». Lleva «cebolla, pimiento rojo, cayena y tomate».

Sorprende con su «patata cortada en forma de espagueti», a la que añade «muchas especias y un toque de panela».

Su milhojas de patata es «diferente» y en realidad es un «bravioli, porque mezcla las dos salsas». «Muy ricas y bien hechas».

«Crujientes por fuera y tiernas por dentro», llevan una salsa «cañera, con umami, puro rock and roll».

Bravas «de concurso, con patata agria» y «sobrasada como ingrediente distintivo». «Llevan doble cocción, al vapor y fritas».

Son unas bravas que combinan «un picante muy interesante con el contraste de una patata dulce morada». La salsa «lleva mucha cebolla, ajo y chistorra». También lleva un alioli por encima. Pero lo más importante es que están fritas «de forma impecable, cujientes por fuera y blanditas por dentro». Tienen «un sabor potente, es un juego continuo a varias bandas».

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