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Luis Antonio Alías
Viernes, 6 de febrero 2015, 12:19
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El chigre está en una travesía de la calle central, también carretera general, por el lado donde Colloto tira al monte, nada más contornear el monumento a Pepín Rodriguez, el benefactor collotense que hiciera fortuna produciendo algunos de los mejores puros cubanos (¡qué guapas y romáticas las estampas de los Romeo y Julieta).
Es un local moderno, de madera y piedra clara, aireado y limpio como ya exigen los mismos que antaño se lamentaban de la prohibición del serrín y de las humaredas, amplio de barra y con sala en recodo para pasar del tapeo a las formalidades.
Si un día de semana anodino, por ejemplo un martes, cuesta encontrar mesa a la hora de almorzar, y además quienes lo llenan, en buena parte obreros y oficinistas del enorme parque industrial que une Cerdeño con el Berrón, se muestran distendidos y parlanchines, el voto de confianza resulta razonable, pero si el primer plato probado, unos tiernos y picantinos fréjoles guarnecidos de patata cocida y chorizo, elevan la sencillez casi a obra de arte, la confianza adquiere razones.
Dado que el antes señalado parque industrial, no obstante fábricas y distribuidoras compartan sitio con viejas casas de corredor, hórreos, vacas pastiando y varas de hierba, incluye la mayor densidad de establecimientos especializados en cortes de xatu y gochu del Principado, la carne del Calderu, que se prepara a la plancha o a la parrilla, posee toda la maduración, terneza, limpieza y jugosidad exigibles -disculpen la redundancia- desde la exigencia.
Otas sugerencias:los cachopos (de cecina y queso de cabra, de picadillo y cabrales, de jamón ibérico y queso manchego o de merluza) suman riquezas al empanado asturiana que más da que hablar en el resto del país; las cazuelas de tiras, de pitu a la plancha, de picadillo, de chipirones o de jamón, siempre acompañadas por patatas y huevos, matan fames con rapidez y efectividad;y las parrilladas despliegan sus heterogéneos atractivos para que nos podamos manchar las manos y los morros igual que caballeros medievales, sin contradecir normas de cortesía. Ylos tortos.
De postre chocolate, sea en pirámide, en muerte o en coulant.
Quique vigila el bullir diario del Calderu. Carbayón, hostelero para pagarse primero los caprichos de la juventud, luego las responsabilidades de la madurez, sabe coordinar equipos y rodearse de colaboradores adecuados:Josefina y Tamara, las cocineras, traen tras de sí un largo doctorado entre fogones.
Dejo para visita posterior el bacalao. ¿En salsa de setas, en tacos a la vizcaína o con pisto? Para tales dilemas nada mejor que ir tres y probar, que comida compartida, fraterna y debatida.
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