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Pablo J. Vila y Soledad Sebastia, dueños de Punto Caramelo.
Punto Caramelo

Punto Caramelo

Un buen dulce es aquel que, cuando lo tomamos, produce culpa sin arrepentimiento. Como los de aquí

Luis antonio Alías

Jueves, 5 de noviembre 2015, 01:01

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A quienes somos llambiones militantes y un tanto clandestinos por el peso, la glucosa y sus etcéteras, el escaparate, el mostrador y las estanterías de Soledad y Pablo ejercen la misma fascinación que una playa del Caribe con palmeras, arenas blancas y aguas turquesa en el salvapantallas de un despacho:todo brilla de forma integral, rústica, auténtica, sin barnices aquí de componendas culinarias, levedades gasificadas o polvos de la madre Celestina.

«Practico lo que aprendí en el obrador panadero de mis abuelos y de mis padres, en parte franceses, que introdujeron la baguette en la zona de Buenos Aires, ciudad de la que provengo. Ellos me enseñaron repostería de allá, compendio tradicional europeo que exige autenticidad a la hora de elegir, juntar y hornear los ingredientes», explica.

Y si bien la enseñaron, mejor aprendió. Basta probar sus alfajores, hispanoárabes de nombre y argentinos de exquisita componenda, bocado compuesto por dos redondas galletas glaseadas en una decena de presentaciones techando y solando tiernos corazones de chocolate;o sobre la marquesa con dulce de leche capaz de curar la peor de las depresiones; el lemon pie cubierto de felices lágrimas merengadas y las natas, quesos y requesones acogedores de frutas almibaradas. Nadie dude de la relación inmediata entre golosinas y endorfinas.

Llevemos o no una bandeja a casa, que puede incluir además pastas, galletas, onzas y tarros de confituras, el excelente café de la casa, o el submarino, sirven para poner marco dorado al festejo personal que debemos darnos de vez en cuando. ¿Que qué es el submarino? Una barra de chocolate deshaciéndose en leche muy caliente:«El mal chocolate, por debajo del setenta u ochenta de cacao, dejará que la leche se enfríe sin licuarse», advierte Pablo. Y, evidentemente, no es el caso.

Llevan dos años pisando fuerte. O mejor dicho, elaborando finuras. A Gijón los trajo el corralito y luego padecieron nuestra crisis:supieron de apuros y de fatigas. Pero contaban con sueños, voluntad y arte, por lo que perseveraron hasta tenerlo a punto de caramelo.

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