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Miércoles, 6 de marzo 2019, 11:01
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La avenida dedicada al cura guerrillero que separa Pumarín del Llano, desde las torres de las Mil Quinientas hasta el escalonado cementerio del Sucu (ese que todos esperamos ver convertido en una ampliación feraz y verde de Los Pericones más pronto que tarde, ahora que ya no nos va a acoger) suele ser de circulación, paso, cambio de dirección y tránsito para muchos gijoneses, pero para otros constituye eje comercial y paseo principal.
Un eje donde –sólo faltaría en Gijón, Asturias y la Piel de Toro en general– no faltan lugares para esclariar el gargüelu y fartucar el bandullu. Entre ellos, Omnia presenta unas cuantas originalidades merecedoras de crónica y resalte: precedida de terraza y ocupando con amplitud una esquina, abre puertas y ventanas a la luz natural, y reparte mesas altas y bajas, banquetas marrones y rojas, bancos y sofás adosados, y neones blancos y de colores que encienden techos y suelos.
Dirección: Av. de Gaspar García Laviana, 65 - Gijón
Teléfono: 985 07 25 58
Propietario y sala: Lisardo García García
Cocina: José Luis López Rodríguez
Apertura: agosto 2017
Menú laborables: 10 euros
Menú finde: 14,50 (S.) y 15,50 (D.)
Descanso: martes
Sidra: Menéndez
Elevando un rincón aparece el escenario donde actúan músicos en vivo:los viernes, la orquesta contratada se encarga, tras la cena de menú y carta, de darle melodía y ritmo al baile.
Son espacios ordenados y lineales de día que la noche amplía y mueve. De ahí el omnia, el todo –restaurante, café, música– que guisa, infusiona e interpreta desde hace año y medio palos diferentes de agradecida convivencia, no obstante la comida, en picoteo, menú o tiros largos, se lleva la parte del león: tortos variados, ensalada de pixín y jabugo,mejillones a la variedad, pulpo a la brasa, arroces con bugre o almejas, parrilladas de carnes, pescados y mariscos, cachopos clásicos y originales (el de la casa añade pimientos del piquillo y setas, el asturiano cabrales y picadillo), pescados del día a la espalda, horno o cazuela.
Saben de pescados: lenguado, pixín, merluza, chopa, bacalao gratinado con queso de Pría, parrilladas y calderetas;también de llambiotáes, que el coulant de chocolate con avellanas o la tarta de frixuelos endulzan y no empalagan.
Al frente de todo, y tras la barra iluminada de verde campiña asturiana, entre botellas de licores y cajas de sidra ocupando los estantes, Lisardo nos resume la historia –corta aún y prometedora sin duda– de su 'omnia vincit amor' por la profesión elegida: «Soy gijonés, trabajé en la construcción y al mismo tiempo hice extras hosteleros durante la noche; ahí sentí el deseo de especializarme y abrí la cafetería-vinatería Picasso, primer paso para desear la suma de un restaurante y llegar así al presente».
En cocina José Luis, con largo currículo de guisos por sidrerías de renombre, y en el último baile la Orquesta da Silva, que permite el suave de pareja o el alegre de brinco, igual que en el práu de la fiesta, entre sidrinas y gin-tonics. Otro día tocará el recital popero, rockero o de cantautor.
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