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O'Risón
GIJÓN

O'Risón

Astrid se retira merecidamente y deja el clásico que construyó con Javier a una familia que es suya, viajera, luchadora y bregada en guisos y atenciones

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Lunes, 22 de abril 2019, 17:42

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Alfredo nació en Porrúa, y en vez de emigrar a México, como marca la tradición llanisca, lo hizo a la opulenta Venezuela del petróleo y el 'deme dos' que aún existía anteayer. Y eligió Barinas, en los Llanos y al sur del lago Maracaibo, donde abrió restaurantes de comida española y ejerció de cocinero, el único patrimonio que poseía:«¿Chef? Me diplomé únicamente en la escuela de la vida», gusta decir cuando le felicitan y preguntan.

Trabajó duro –aparte de la gasolina, nada regalaban– y le fue bien, convirtiendo Casa Alfredo en un referente para la fabada y para el asopao de camarones, es decir, para los sabores traídos y los encontrados. Gabriel, el hijo ya barinés, aunque estudió ingeniería ayudó desde que pudo, y comenzado el delirio bolivariano –joven, valiente e inquieto– cruzó el gran charco y llegó a la comarca de sus antepasados.

O'Risón

  • Dirección: Calle Emilio Tuya, nº13-15, Gijón

  • Teléfono: 984 05 23 28

  • Cocina: Alfredo Sordo Tomés

  • Sala: Gabriel Sordo Aponte

  • Barra: Eduardo Suárez Sánchez

  • Descanso: lunes

  • Ajuar: de calidad

  • Menú laborables: 12 euros

  • Menú finde: 18 euros

  • Sidra: Muñiz

No le faltó trabajo de encargado en sala: La Roca y La Parrilla de Cangas de Onís dan fe. Pero ansiaba conseguir un sitio propio donde unir a su mujer y su padre. Y a su padrino Eduardo, poleso de la aldeína de Aveno también pasado por el Caribe:nada mejor que reunir un equipo tan unido y de confianza. Entonces su camino y se cruzó con el de Astrid, gracias a oportunos y beneficiosos lazos de parentesco.

O'Risón ya salió en Yantar. Pulpería histórica ante la plaza de la Fábrica del Gas, la fundaron Astrid y Javier, venezolana y porruano. Ella deseaba jubilarse tras muchos años guisando en gallego y, además, atendiendo a su querido marido una vez la lenta e incapacitante esclerosis le impidió seguir alegrando la barra. Y nada, ni las fatigas ni las tristezas lograron que frenara: fallecido Javier y con los hijos criados y ejerciendo carreras alejadas de la hostelería, merecía pasar de dueña a clienta. Y cerró el trato.

Los Sordo, apellido tan de Llanes como el pericote, redecoraron primero los interiores. El durante tres décadas colorista mesón luce ahora airoso, sencillo, claro y cálido, muy para comidistas o 'foodies' que busquen naturalidad a precio módico. Permanece la sala única, partida en dos por un tabique abierto, que distribuye a un lado sillas altas y escaños, y al otro ordenadas mesas. Las banquetas adosadas de la fachada poseen la lógica aceptación de los fumadores, y la terraza en plena plaza permite charlas y sorbos lentos.

¡Cuántos recordamos, al contemplar cómodamente sentados y servidos este jardín perruno con rosaledas, el enorme y amenazante depósito de la primera generadora eléctrica gijonesa que lo ocupaba y sobresalía hasta hace veintiséis años!

En la nueva carta el menú diario mantiene variedad e importancia, y el pulpo y los cachelos llegan humeantes, marcando continuidad con el pasado. Así mismo entran raudales cantábricos y mediterráneos: fabada, fideuá de marisco, paella a la valenciana, arroz a la marinera, mixto de mariscos al estilo de la casa, salpicón y zarzuela de mariscos, chipirones a la plancha y ajillo, pescados del día en todas las formas (sabroso el mero con ajada), callos, chuletón y solomillo de vaca asturiana que graba sello de Felechosa, y un gamonéu del puerto ganador el pasado año que reafirma lo evidente: el podio alto siempre lo ocupa esta denominación quesera; el segundo y tercer puesto ya los discutiremos.

Hasta siempre, por tanto, Ingrid, y bienvenidos, Alfredo, Gabriel y Eduardo, que el O'risón (ancla de pesca con largo vástago y cinco uñas) os mantenga bien varados en sidra, copas y pitanzas, que es una excelente forma de hacer barrio.

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