Sal de vinos
En tiempos inciertos, refugios como el de Rafa devuelven la confianza, el sosiego y el buen humor
Hijo de Rafael y Carmen, dos alpujarreños instalados en Avilés y dedicados a las nobles artes panaderas, agricultoras y ganaderas, Rafa, fundador de Sal de Vinos, sabe que su vinoteca y restaurante figura entre lo más aplaudido de la ciudad, por lo que tras la reapertura del local se desvive tanto o -de ser posible- un poco más.
Formado desde adolescente en el Club Naútico de Salinas, en Casa Lin, en Jose's y con Alberto 'el de La Cofradía', indiscutible póker de ases, se encontró paseando un día de hace tres lustros ante los locales abandonados de la que fuera estación de autobuses y bares laterales (el Rego y las Palmeras); y decidió unirlos, restaurarlos y decorarlos: «La zona había perdido su importancia de tránsito y parada y me vaticinaron el fracaso». Felizmente ocurrió lo contrario.
Sal de vinos
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Dirección: Calle La Muralla, 36- Avilés
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Teléfono: 984 83 20 53
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Propietario y sala: Rafael Bonilla Sánchez, 'Rafa'
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Jefe de cocina: Jorge Álvarez Calzón
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Segunda de cocina: Valentina Cotel
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Sala: Marelis Llanes Días y Jorge Luis Santos Lorenzo
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Menú laborables: 11 euros
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Menú sábados: 18 euros
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Media de la carta: 30 euros
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Ajuar: de calidad
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Apertura: 2007
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Descanso: domingos
La vinatería y el comedor, unidos por bodega y cocina, reparten barriles, estantes, alacenas y cuadros entre elegantes paredes decimonónicas de piedra y ladrillo (¡la muralla!) que aligeran cristaleras en arcada y sostienen columnas de forja, madera y un poético tronco de árbol.
Ahora bien, un buen entrenador necesita de equipo a su altura, y éste lo sabe y cumple preparando y sirviendo, según temporada y mercado, alcachofas con foie, pulpo a la plancha con mermelada de pimientos, croquetas de hongos o sobrasada, mariscos de concha, cazuela de manitas con langostinos y boletus, arroces melosos y risotos, pescados de la rula a la elección, bacalaos variados, carrilleras, rabo de buey, callos o fabada.
Quienes un día sacábamos aquí el billete del ALSA entre maletas apiladas de emigrantes e inmigrantes, que unos llegaban y otros se iban, disfrutamos los esplendores del sitio y del momento esperando que aquellos tiempos no sigan amenazando con volver.