Sidrería El Cartero
Cada pescado elegido se mima a la plancha, espalda, horno o arroz; y el paladar se siente en mar abierto en está clásica sidrería gijonesa
Orlando nació en Sarzol, una aldea del remoto y despoblado concejo de Illano donde el pasado, señalado por dólmenes, castros, quintanas o brañas abandonadas, apenas quita sitio a una naturaleza solitaria y casi excesiva. Por delante pasa el salmonero, truchero y anguilero río Navia, que incomunica esta su parte oriental de la opuesta, más transitada y comercial. Un paraíso dentro del Paraíso y también una tierra pobre, dura y aislada para sus vecinos, que debían procurarse todo lo posible, de la berza a la trucha y de la grasa o la cecina al vino. Hijo de familia campesina, con cuatro hermanos, y un padre que aumentaba los magros ingresos en los tajos mineros de Villabona o de la papelera de Navia, y una madre que plantaba, segaba, cocinaba y educaba, quiso, recién cumplidos los catorce años, aportar su grano de arena: puso cuatro cosas en una maletina de madera y vino a Gijón.
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Sidrería El Cartero
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Dirección: Cienfuegos, 30 - Gijón
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Teléfono: 985 36 25 58
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Propietario y chigrero: Orlando Valledor Rúa
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Cocina: Alfredo Berdecia Loforte
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Apertura: 1926
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Etapa actual: 1992
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Descanso semanal: cenas lunes y martes todo el día
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Media a la carta: sobre 25/30 euros, aunque muy variable según piezas y temporada
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Ajuar: de calidad
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Sidra: Fija Trabanco Selección. Tamién Muñiz, Piñera, Contrueces, Roza y otras
Corría el año 1974. ¿Su destino? Entrar de aprendiz en la sidrería fundada por Tino Rubiera, recordado personaje de los comienzos del pasado siglo que ejercía de cartero y de chigrero (de ahí el nombre). Cuando se retiró, Tino le vendió la sidrería a Marino, 'el Mecheru'. El Cartero ocupaba una casa de planta baja, lo típico en El Coto pretérito, con calles de barro y modestas viviendas unifamiliares. Pero el crecimiento demográfico trajo bloques, y el tercer propietario, Jesús Blanco, que supo recoger herencias y abrir caminos, vio cómo el viejo caserón esquinero daba paso a un moderno edificio de pisos, quedando el bajo para escanciados y costeras.
Jesús vio pronto en Orlando no a un aprendiz más sino al futuro maestro (ponían en duda su capacidad escanciadora por faltarle altura y pronto se hizo un sitio entre los mejores) y llegada la hora de traspasar poderes le cedió la vara de mando. Y dos décadas después ahí sigue, atrayendo vecinos y foriatos, currantes y famosos, distinciones y premios y preparando todos los grandes pescados nuestros a la plancha, espalda, horno y sidra, junto con mariscos y arroces marineros que la gente busca y encarga con entusiasmo. No faltan las almejas finísimas, el salpicón de centollo y bugre, las cocochas de merluza, los pitos de caleya, las piernas y paletillas de lechal, los cortes de vaca asturiana, los callos y, en definitiva, una fiesta de sabores, atenciones y buenos humores capaz de borrar en su transcurso, copa a copa y culín a culín, los oscuros tiempos que vivimos y sufrimos.
Arroz negro con calamares
Ingredientes
-360 gr. de arroz tipo Calasparra
- 500 gr. de calamar cantábrico
- 4 bolsas naturales de tinta
-1 cebolla
- ½ pimiento verde
-2 dientes de ajo
- 6 dl de fumé de pescado
-aceite de oliva extravirgen
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-sal.
Elaboración
1. Arrancamos las cabezas tirando por los tentáculos.
2. Con el dedo y bajo el chorro del grifo, limpiamos a fondo el interior y exterior de la bolsa, sacando la espina o pluma.
3. Desde las aletas hacia arriba, pelamos cada ejemplar siempre bajo el chorro de agua.
4. Le damos la vuelta (tipo calcetín) para su total limpieza.
5. Aprovechamos los tentáculos y extraemos cada bolsa de tinta de entre las barbas.
6. Cortamos en cuadrados la carne limpia.
7. En una cazuela o paellera echamos un chorro de aceite y sofreímos la cebolla, el pimiento y el ajo muy menudos.
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8. Añadimos los calamares, y dejamos que se hagan cinco minutos mientras revolvemos.
9. Luego el arroz;lo revolvemos hasta mezclarlo todo.
10. Después del fumé, damos más calor, y con el primer hervor lo dejamos guisar lento.
11. Cuando el agua se haya evaporado y el arroz quede suelto y brillante, apagamos.
12. Antes de servirlo dejamos que repose entre cinco y diez minutos.
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