Restaurante Thundersgreen

Si AC/DC quedaban Thunderstruck, es decir, atónitos en mitad de la carretera, nosotros quedamos Thundersgreen, o atronadoramente veganos en mitad de Avilés, una apuesta por comer que el mismísimo San Francisco suscribió hace ocho siglos y medio.

Veganos, luego un grado por encima de vegetarianos, puesto que no cocinan huevos para evitar la explotación de las gallinas, ni usan miel o leche para evitar lo mismo con abejas y vacas, y tampoco admiten aditivos que vengan de cochinillas, huesos (gelatinas) o grasas animales.

Este es el camino elegido y la opción ofrecida por Tito y Cristina en lo que fuera una hamburguesería esquinera y metalizada, con terraza a dos calles, que ahora interpreta melodías opuestas modeladas y moduladas con tofu, seitán, quinoa, linaza, cereales, legumbres, frutas, semillas, harinas integrales, mieles de agave o siropes de arce, sin que falte el vino de producción ecológica.

La satisfacción del comensal únicamente curioso quedará plenamente cubierta, y la del militante añadirá la suerte de poder disponer de una sede en una villa y una región donde las posibilidades hosteleras no cárnicas escasean fuera de ensaladas y parrilladas de verduras.

Tito y Cristina lo crean y trabajan. El destino les hizo abrir en febrero del año pasado y el sueño quedó interrumpido casi de inmediato. Pero mientras las restricciones van y vienen, preparan patatas asadas rellenas de cebolla, pimientos y salsa tonkatu; risotto de setas, pizzas y empanadillas que envuelven productos de huerta, y hamburguesas, filetes, pollo, zorzas, calamares o pulpo reconstruidos mediante soja texturizada, legumbreta, salsas caseras e ingenio.

Alberto entró en la hostelería hace tiempo, y trabajó la noche y la música por la Calleja los Cuernos, Rivero y Sabugo, viniéndole el interés vegano a través de su hija y yerno, convencidos practicantes. Cristina también se convenció por su hijo, y ambos demuestran, a pesar del pésimo momento elegido, y de que trabajar veganismos resulta laborioso y selectivo, que con convencimiento y ganas, los proyectos en los que creemos salen adelante.

Ingredientes

- 5 palmitos

- 2 cucharadas soperas de wakame prensado

- 1 chorrín de soja

- 2 cucharadas de alubias negras cocidas

- 1 diente de ajo

- 1 cebolla morada

- 1 pimiento verde

- 1 vaso de vino blanco

- maicena

- aceite de oliva virgen extra

Elaboración

1. Quitamos el tallo con el dedo.

2. Cortamos los troncos en tiras y añadimos.

3. En un recipiente vertemos agua caliente, salsa de soja y wakame triturada (sin sal por la soja).

4. Se sumergen los palmitos en este caldo para que maceren quince minutos.

5. Hacemos la falsa tinta con dos cucharadas de alubias negras cocidas, otra sopera de salsa de soja, dos de agua y media de wakame sin triturar.

6. Añadimos maicena y lo pasamos por la batidora.

7. Los sacamos de la maceración para colocarlos en un absorbente (tampoco nos interesan demasiado secos).

8. En un cazo echamos un chorro de oliva virgen y pochamos ajo, cebolla morada y pimiento verde muy finito.

9. Cuando empiece a dorar, vertemos un vaso de vino blanco:que reduzca.

10. Rehogamos los palmitos y añadimos el líquido del macerado:que cuezan un minuto.

11. Vertemos la falsa tinta y removemos.

12. Cuando bulla bajamos a fuego medio-bajo y que guise sobre diez minutos antes de apagar.

13. Tras un reposo emplatamos y disfrutamos. Pan de leña para la salsita y vino blanco de acompañamiento.