«La sidra está poniéndose de moda en todo el mundo menos aquí»

Samuel Trabanco analiza el presente y el futuro de la sidra en un momento clave de la temporada.

-¿Qué tal la cosecha?

-Terminamos de prensar sobre el 15 de noviembre. Fue una campaña corta y complicada en la que hubo que utilizar todos los medios físicos a nuestro alcance para elaborar porque vino mucho calor y este nos perjudica. La manzana llega caliente a la bodega y hay que gastar muchos recursos y dinero en enfriar los mostos y controlar las fermentaciones.

-Parece que la sequía será más habitual. ¿Se están adaptando los lagares?

-Sí, es algo que cada vez nos afecta más. La fruta recibe muchas horas de sequía y calor por lo que tiene más grado, lo que no da necesariamente mejor bebida; a mí dame sidra de 5,5 ó 6 grados, por encima ya empieza a ser pesada, y este año habrá bastante así. Lo que pasa es que se va a consumir mucha del año anterior, en el que hubo mucho excedente porque fue una cosecha muy abundante. Es que si solo se elaborase la manzana que hubo en Asturias este año, incluso vendiéndola solo nosotros, necesitaríamos importar... Fue, en cantidad, de los peores de la historia y mucho se debe al cambio climático porque no hubo tan poca floración ni nació tan poca.

-¿Cómo está funcionando la campaña de Navidad?

-Estos productos en Asturias van más lentos y, este año, hay menos consumo que en anteriores. Somos menos consumistas, se acabó salir a cenar como antes y tener turrón y bebidas por casa hasta marzo, y hay que sumar que la situación económica actual es mucho peor. Está siendo el mejor año de nuestra tienda 'on line', donde el 80% de lo que sale ahora no tiene que ver con la sidra natural de escanciar. Y todo va fuera.

-¿El asturiano no la consume?

-No valora estos productos. La gente de sidra busca la natural por precio y porque es un producto buenísimo. La brut o la de autor están pensadas para otros momentos de consumo, momentos en los que el de aquí se decanta por albariño o rueda cuando son más caros y no mejores.

-¿Por qué no funcionan aquí?

-Es complejo y aventurado opinar. El asturiano, por desgracia, se está olvidando de la sidra; no es que no consuma nuevas, es que se está olvidando de las tradicionales. La sidra está dejando de ser el actor principal de los chigres cuando no es lógico que un pueblo pierda su identidad, cultura y tradiciones. Aunque no es la primera vez que ocurre...

-¿Cómo se solucionó entonces?

-Cuando era chaval, iba con mi padre y mi tío a repartir sidra por bares que parecían centros de mayores. Pero en los primeros 80 salió una campaña de publicidad que patrocinó la Consejería de Agricultura y Pesca con una chavala escanciando un culín que decía que la sidra está muy buena animando a tomarla. Hoy, si se sacara eso, dirían que es machista, pero aquello tuvo un efecto tal que empezó a subir el consumo y no bajó hasta 2015.

-Pero la mujer ha sido clave en ese aumento del consumo.

-Sí, de hecho estoy por decir que, a día de hoy, beben más las mujeres que los hombres. La pandemia precipitó el hacernos individualistas a todos los niveles, pero la sidra es más de compartir. Una botella para uno se le hace grande cuando en mi época era poco, pues lo normal era que no tardara en entrar un amigo o un vecino para compartir y pedir más...

-En cambio, los lagares hacen cada vez más producto diferenciado. ¿El futuro está fuera?

-Es que curiosamente la sidra se está poniendo de moda y consumiéndose en el mundo entero. Lo que hacemos gusta fuera y pagan por ello.

-El precio, palabra clave. La sidra no me la toques, pero cada vez se bebe menos. ¿Qué pasa?

-Esto también cambió. Ha subido en los dos últimos años un euro y no vi a nadie protestar y esto es porque el consumidor de ahora es consciente de que tiene mucho trabajo detrás y que, aun así, sigue siendo barato. Una hostelera ha abierto el debate al asociar el precio de la botella a si se escancia o no. Yo opino que el hostelero tiene que tener un buen palo de sidra y escanciarla y que cobrar lo que tenga que cobrar, y yo como cliente veré si voy o no.

-¿Cómo va la producción de manzana?

-Tiene dos caminos: el que tuvimos hasta ahora, que se plante algo en las casas para continuar la tradición de la familia, o profesionalizarlo, que es la única forma que tenemos de que se plante un número considerable de hectáreas. Hablamos de profesionalizar con maquinaria, sistema de riegos que harán falta y terrenos adecuados... Hay ahora un movimiento para crear una sociedad para la explotación de manzana. Pero ojo, hay que ser competitivos en precio; no vamos a vender la manzana a 50 céntimos teniendo a los gallegos con el mismo producto a 25. Lo nuestro no vale más por ser más guapo, tiene que valerlo por ser mejor.

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